Arraigo
A Daniel Platt
Siempre le creí a don Sixto, a don Sixto Palavecino
Santiagueño, quechuista, violinisto
Hay un destino, pero hay que ayudarlo
Lo mismo pasa con don Dios o esa fuerza
Que nos anima a todos. Dicen: que nos ayude
Pero, ¿y si no lo ayudamos?
De eso, me late, trata el devenir
Lo que sucede, lo que nos va pasando
La larga marcha de todos estos años…
Nuestra patria es el viento
Nuestra patria es granizo y lluvia tenaz
Por los cerros que caminamos
Nuestra patria es piedra, es pueblo, es memoria
Nuestra patria es don Sixto: hay un destino
Es arraigo. Hay que honrarlo, hay que ayudarlo.
Ney Matogrosso
Como Burroughs, como Pasolini, como Tango, como Abuelo
El ser, estar siendo, sale a la escena
Sin nada más que su poética y su actitud
Para decirle al mundo: ey, tú
Ey, vos, ¿no ven que están equivocados?
¿A dónde van tan apurados?, diría J.J. Cale
Ella construyó una escalera para llegar al cielo
Aullaría Robertito mientras Jimmy
Tocaría sus blues, siempre sus blues
Como Hendrix, como toda África
Todas las hojas son del viento, dictó el flaco
Y sí, el viento borra la maldad del presente
Porque el viento es invisible
Pero tiene mucha fuerza
Y sí, diría Bertold Brecht
Sólo se trata de convicción
Y sí, diría Mauricio Birabent
De nada sirve/ escaparse de uno mismo
Y sí, diría mi general San Martín
Seamos libres/ que lo demás
No importa nada.
Otros mundos, nuestros mundos (una vez más)
- ¿En qué lugar le gustaría que lo sorprendiera el fin del mundo? -En otro mundo. Roberto Fontanarrosa, 2001.
Otros mundos, donde las montañas volviesen a ser adoradas y los guanacos amados, reyes indómitos de las punas
Donde los cactus salvajes nos acaricien con sus manos y el agua pura de las vertientes nos enjuague el alma con cada una de sus gotas
Y la música, la música de los cerros, nos inspire y el viento nos invite a bailar con él
Otros mundos, otros sueños, otros caminos…
Ese que desde las pampas de Culpina -donde late un fuego inmemorial
Sube y baja hasta ese lugar mágico llamado Salitre y de allí serpentea fiero hasta El Monte y cuando ya no te quedan ojos para atrapar tanta belleza
El Pilaya, que cava y cava, que roe que roe sin pausa, río bravo si los hay,
Te deslumbra y tu sientes que ese otro mundo es también el tuyo
Otros mundos, nuestros mundos
La pasión que se desata
La arena que quema
Un muelle de ilusiones
El mar infinito
Poblado de sirenas…
¡Qué venga el fin del mundo!
El fin del mundo del dolor y la tristeza
En esos otros mundos
Nuestros mundos, lo esperamos
Para celebrarlo y agasajarlo
Con ceniza, miel, vino y canto.
Un amor con simiente y destino
A Carolina
Un amor como una montaña inmensa, verde como la mañana, verde como el valle escondido en esa misma montaña, verde cactus, agreste y conmovedor
Un amor que trepa, asciende, se eleva, salta sobre abismos y grietas como las vizcachas, la luna sobre los cerros, el brillo de tu mirada, las nubes que vagan
Un amor tan fuerte como el viento, invisible y real, cargado de ardor
Un amor que destella como el sol de invierno y el vino añejo
Un amor que huella la vida, la signa y la marca, que escribe en la arena, que danza
Un amor que no se oxida y destierra el dolor
Un amor que se celebra a diario, que se enaltece, se embellece, se cuida
Un amor de fiestas inesperadas, eternidades momentáneas, nuevos cielos
Amor que fragua, combate
Un amor esencial, un amor en el espacio, no en el tiempo
Labrado a piedra, un amor padecido, un amor agradecido
Ese amor, decidimos
La fe en ese amor, la esperanza en ese amor, la pasión desbordada por ese amor que siempre encontró un cauce, un muelle, por la misma luz de faro que irradia
Un amor con simiente y destino, un amor de alboradas y crespúsculos que se abrazan
Un amor que acampó en nuestros corazones, que atizó el fuego inmemorial, que canta a los arraigos, a las moradas, a los amigos. Un amor que ampara, que sana, que salva
Ese amor elegimos. Por ese amor respiramos. Ese amor nos despierta. Con ese amor, andamos. Por ese amor, luchamos. Con ese amor, por ese fervor, no nos rendimos.
Tus piedras
"Mientras tengas pasión no dejarás de descubrir el mundo “ Pavese
Mientras el cielo resplandecía
Como siempre lo hace en invierno
Y la certeza de su claridad
Embellecía tu alma
Mientras ese cielo resplandeciente
Era cortejado por el vuelo
De dos alkamaris
Señal de buena ventura
Mientras esa señal
Surcaba los aires
Y su sombra se proyectaba
Sobre tus pasos
Mientras las montañas
Eternas e inmemoriales
Te veían afanoso
En tu camino
Paso a paso
Despacio
Respira
Cambia el aire
Mientras esa necesidad
De respirar
Te inundaba
Y te daba vértigo
No se te ocurrió mejor idea
Que enviarle un mensaje
A ese cielo, diáfano
Y transparente
Oye cielo
En ofrenda
Desde aquí, desde abajo
Aquí están tus piedras.