Maurizio Bagatin
Deja un sabor a café árabe, de café tostado con especias como el azafrán, el cardamomo, el clavo y la canela, especias que habrá traído hacia occidente aquel mentiroso de Marco Polo. Es la lectura de Krasznahorkai en una tarde húmeda y gris, sábado que promete y no mantiene. Pero el café tenia un aroma maravilloso, yo recorría ciudades invisibles mientras saboreaba palabras apocalípticas: “Estaba escrito en el libro del destino. A ella le aguardaba -tal vez- un rincón tranquilo en el cielo, pero ¿qué podía esperar Halics con su alma de hombre bruto y pecador? La señora Halics confiaba en la providencia y en el purgatorio. Agitó la Biblia”.
Tango satánico, dice el título. Nada es fácil sobre la tierra que lo rodea, nada se oculta a su memoria de elefante, nadie conserva lo que su memoria desea olvidar.
Paseamos por plazas y calles en espera del mañana, sin recordar el pasado mas próximo, ayer. Cuando fuimos silencio, fuimos transeúntes del pasado. Ayer, el pasado que más prontamente olvidamos.
Nueve de la noche, Keith Jarrett toca el piano. Siguen avanzando, paginas tras paginas también las imágenes del film. ¿Será esta una lectura correcta para mañana? No, debía recurrir a Saramago, al Saramago de la saludable ironía, el que invita al sabotaje electoral. Mientras avanzan los recuerdos. Ir a sufragar cuando el mundo está patas arriba y afuera finalmente llueve: “…pero aquí estamos tratando con humanos, y los humanos son universalmente conocidos como los únicos animales capaces de mentir, siendo cierto que si a veces lo hacen por miedo, y a veces por interés, también a veces lo hacen porque comprenden a tiempo que esa es la única manera a su alcance de defender la verdad”.
El escritor húngaro recuerda, como recordaba otro escritor húngaro, Imre Kertész. Cuanta fragilidad y fuerza en la memoria. Auschwitz o el comunismo, todos colgando de las palabras de Paul Celan, de Solzhenitsyn, en la última denuncia de Anna Politkovkaja. Esta noche la frescura nos hará descansar bien, tal vez no despertaremos en la hora mas cruel, el conticinio, recordando el pasado o vaticinando al futuro.
Seguiré con esta lectura, lo haré pensando en la critica que le hubiera adeudado György Lukács. Con o sin piedad la literatura es un mal necesario. Fluyen mas imágenes y transcurren más páginas, los dedos largos y frágiles del pianista inundan el cuarto silencioso, mientras la lluvia es mas intensa y la novela diluye el tiempo, la escritura lo absorbe, la lectura lo metaboliza.