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Carta abierta al futuro presidente

Christian Jiménez Kanahuaty

Sabemos por experiencia histórica que unas son las propuestas de campaña y otro el plan de gobierno. Sabemos también que los enemigos de ayer serán los amigos de mañana. Todo eso será demarcado por cómo se conforme la nueva Asamblea Legislativa y el modo en que se generen acuerdos en su interior para conformar el gabinete. Sabemos por otro lado, que el tiempo en cuanto ventana de oportunidades políticas y de iniciar la gestión estará dado por el caudal electoral recolectado en las urnas. Mientras más alto, más amplia será la ventana. En contrario, menos votos, significarán menos tiempo para realizar las tareas asumidas y menos margen de acción. Esta doble relación no se marca coyunturalmente, generalmente responden a un proceso de acumulación donde la campaña, las propuestas y el tipo de liderazgo juegan un rol determinante.

Ahora que son gobierno, lo abstracto se convierte en concreto y lo general empieza a tomar los rasgos de lo particular, y verá que el país es altamente complejo y que las soluciones que funcionan para una región son las mismas que desatan problemas en otras. Y que, a su vez, las demandas de un sector de la población perjudican los de otro estamento de la sociedad. Conjugar ambas dimensiones de la política y de las finanzas públicas requiere destreza política y eficiencia técnica; pero, sobre todo, claridad en el tipo de modelo de Estado que se llevará adelante desde el gobierno.

Y para resolver esos problemas circunstanciales, lo que se debe tener en claro es la distinción entre políticas gubernamentales y políticas estatales. Sería un error pensar que todo lo que sucede en el país responde a una política estatal. Existieron es cierto, algunas que fallaron. Pero también debe efectuarse una gestión sobre la base de la evaluación y diagnostico de las políticas de gobierno. Al entender la dinámica de las políticas de gobierno se podrá comprender el perfil de cada uno de los gobiernos que hubieron en los últimos 20 años. Incluso si el partido en funciones fue el mismo, su accionar no fue similar al inicio que al medio del proceso.

Querer generar una batalla creyendo que todo es monolítico y unidimensional, es quizá la mejor forma de perder tiempo y recursos. La batalla política ya pasó. Su tiempo terminó. Lo que se pudo decir ya se debió decir. Ahora toca el tiempo de gobernar. Gobernar en un sentido muy concreto. No para hacer uso de los aparatos de dominación del Estado con el fin de silenciar y anular oposiciones políticas. Gobernar más bien, como una construcción de lo público que encare la resolución de las necesidades básicas, el déficit fiscal, la corrupción, la exploración, uso y gestión de los recursos naturales, establecer el tipo de relaciones internacionales que serán necesarias para concretar económicamente la estabilidad en el país y reorganizar el escenario impositivo con el fin de establecer aranceles sobre importaciones y exportaciones. Junto a esto, se debe regular el sistema de prestamos de la banca a nivel interno. El sistema educativo en todos sus niveles. El control y subvenciones sobre hidrocarburos y la relación que se establece con cada una de las regiones sobre recursos IDH y luego ver cómo se pueden resolver las metas del milenio encomendadas por Naciones Unidas. Así, el escenario de acciones a corto, mediano y largo plazo están cubiertas. Eso sin tomar en cuenta el ajuste del salario mínimo nacional o las inversiones en infraestructura y salud.

Ahora que han llegado como fuerza política al gobierno y usted se ha convertido en presidente, verá que la agenda política no es ni mucho menos fácil de resolver. Pero el tema no es simplemente una cuestión de números y de finanzas y de obtención de recursos para agilizar estas políticas públicas.

Entonces, hay otra esfera que se debe contemplar cuando se intenta gobernar, y usted tiene experiencia en ello. Sabe que en el país lo social, la cultura y la identidad juegan roles determinantes en la estabilidad, legitimidad y organización de los territorios y las relaciones entre gobierno y organizaciones sociales, sindicales y cívicas.

Si no se toma en cuenta que Bolivia cambió en términos organizativos en los últimos veinte años, será como no haber comprendido nada de la información que todo el tiempo ha estado conjugándose y construyéndose en esta campaña. Si se niega o intenta, al menos, minimizar el alcance del nuevo campo político en el país, la salida por el desastre será muy rápida. Y no tendrá tiempo ni de acomodarse en la silla que tanto ha deseado conquistar.

Por otro lado, ocurre que el país también ha cambiado en su relación con el poder. Ahora el poder está distribuido en organizaciones sociales, sindicales, campesinas e indígenas. Pero también el poder ya no se reconoce sólo como aquello que emana del poder gubernamental. Y tampoco se entiende que el poder sea solo una forma violenta de hacer cumplir la voluntad de un grupo sobre otro. El poder trabaja en constante interacción con las instituciones estatales. Se las contradice y se gesta oposición. Desde las calles o desde los lugares reglamentados de la política tradicional. También el poder funciona como una forma de organización que no responde sólo a organizaciones sindicales, obreras o campesinas. También la clase media y las élites han aprendido cómo hacer uso del poder.

Eso significa el que Estado ya dejó de ser una abstracción. Ahora está cristalizado en instituciones, acciones y personas. Y con ello el gobierno también se ha personalizado y está mejor regulado desde las bases sociales y aunque ahora los representantes provengan de otros estamentos sociales, las regulaciones no van a cambiar. Las formas organizativas y las maneras de hacer política no cambiarán, porque ahora son parte de aquello que se puede llamar una nueva cultura política.

Y esta nueva cultura política será su gran cable a tierra. Tensionará al gobierno y marcará otras agendas políticas desde las calles. Y a pesar de que se generen redes clientelares o prebendales para alivianar el ruido y las movilizaciones, sabemos que en el país, mucha de la acción colectiva escapa a estas prácticas de cooptación de la voluntad.

Entonces, como presidente no la tiene fácil. Porque los problemas persisten y se generan también como reacción a cada acción que provenga de su gabinete. Por lo cual tiene que ver muy bien el tipo de cronograma de trabajo que ejecutará. Y cómo priorizará los temas a ser abordados. Aquí la distinción entre urgente e importante no tiene razón de ser. Tampoco el esquema de insumos y resultados. Estará trabajando con personas y con la voluntad de los ciudadanos que votaron por usted y aquellos que si no cumple su trabajo desearán botarlo.

Y es que visto desde cerca todos los problemas parecen ser igual de importantes, pero por poner un ejemplo, sólo es necesario nombrar uno que resulta transversal en este momento. La educación. En todos sus niveles repercute en el desarrollo social, económico y humano del país. Se puede empezar desglosando el déficit de atención, la escasa comprensión de lectura y los problemas con la memoria y la capacidad de resolver problemas abstractos. Esto sabemos que tiene parte de su origen en las redes sociales, pero otra pare está fundada en que nada ha cambiado menos en el país que el aula escolar. Todo ha cambiado en los últimos treinta años, menos el pupitre, el orden del salón y la pizarra. Por otro lado, la educación secundaria está enfocada en cumplir con contenidos que en cierto modo han sido desplazados y quedaron desactualizados. Porque la pelea no es qué libros van a leer para entender la identidad nacional. La verdadera lucha es entender cómo el conocimiento adquirido en aula se relaciona con el mundo real. Y en ese sentido en qué modo los estudiantes se relacionan con las tecnologías y la Inteligencia Artificial. Lo cual nos hace preguntarnos sobre su regulación y tratamiento desde el Estado, desde la empresa privada y desde la administración de colegios. Finalmente, la educación universitaria y el debate interno que tiene sobre la utilidad de las ciencias sociales y humanas en un mundo altamente comercial, financiero y tecnológico. Pues resulta, señor presidente, que las humanidades permiten pensar en esquemas tanto generales como particulares lo que sucederá con las personas en su interacción con las tecnologías y la frustración de no ingresar a la universidad ni bien se sale del colegio y le ayudará a entender cómo se conforma y compone el mercado de trabajo. El mercado de trabajo es una cuestión muy poco abordada en el país porque incide directamente en la creación técnica de conocimiento.

Toda la inversión en universidades públicas debe conducir el crecimiento y desarrollo del país a través de los profesionales que han sido formados en el sistema de educación superior. Sin embargo, el problema con el que nos encontramos es que hay un número cada vez más elevado que no encuentra trabajo tras egresar y titularse. Y los que sí encuentran, su trabajo no está relacionado con aquello que estudiaron. Y lo que sí tienen la fortuna de encontrar justo un empleo donde desarrollen los conocimientos adquiridos, ganan un salario inferior a sus expectativas y nivel de formación.

Sobre esto, no se puede mirar a otro lado. Se necesita encarar de nuevo la política educativa del país y se necesita perder el prejuicio sobre tecnologías e Inteligencia Artificial, pero para ello, de nuevo, se debe entrar a un debate sobre su uso y regulación, finalidades y aplicación. Y si esto pasa en un terreno como el educativo, lo mismo podemos ver en salud, construcción, transporte, industria y seguridad.

No se puede pensar un nuevo Estado destrozando lo heredado. El gran debate estará con mucha seguridad centrado en las posibilidades de una reforma constitucional, y cuando resuelvan aquello, el siguiente paso será la discusión sobre las partes que se necesitan reformular o reformar para viabilizar sus planes. Esa discusión traerá consecuencias. Y el costro político será mayor que las mejoras. Y será así por dos razones muy simples. La primera: que la presente constitución con virtudes y defectos viene de un proceso constituyente del cual la gente se apropió. Y, por otro lado, el proceso constituyente enseñó a la ciudadanía a que el debate sobre el destino del Estado, pasa por una serie de dificultades históricas, culturales e identitarias. No se trató solamente del financiamiento o de la distribución de la tierra ni sobre las formas comunitarias de aprovechamiento de los recursos naturales. La constituyente demostró que la cultura es el detonador de una forma particular de hacer política. Que ella esté adormecida no significa que haya muerto.

Sus operadores políticos tendrán que entender el país muy bien para poder pensarlo a futuro. Y esto tiene que ver con que las evaluaciones sobre el pasado ya tuvieron su tiempo y su espacio. Ahora es necesario mostrar escenarios de futuro, posibilidades de desglosar el presente en muchos destinos posibles. Mostrarlos, ejemplificarlos y hacerlos funcionar en versiones remotas y provisionales es clave para testear dónde están como gobierno y cuáles son los verdaderos ritmos de la política tras veinte años de gobierno del MAS. El tiempo político, aquel que se manifiesta en elaboración y aprobación de leyes y reglamentos ha cambiado.

Hay que renovar conceptos como eficiencia y eficacia y limar conceptualmente lo que se entiende como gobierno electrónico en un país donde el Internet es el más caro de la región y el acceso no llega ni al 50 por ciento de la población. Y eso sin nombrar la desconfianza y el poco uso y relacionamiento que las personas mayores de 50 tienen con las tecnologías.

Por otro lado, se deberá enfrentar con distintas formas de economía, que ya superan la relación marxista de economía combinada o la noción pluralista de economía mixta y plural. Aquí, en Bolivia, la economía que se practica ha salvado a la población del canto de cisne de la crisis. Tienen posiblemente en mente la regulación a lo informal, pero el mercado informal a resuelto la vida de las personas en los últimos dos años. Y la mirada larga nos informa que el crecimiento de ciudadanes como El Alto y Santa Cruz deben mucho de su crecimiento a la emergencia de estos mercados. No se puede entender la dinámica económica sin la alta gama de diferencias y sistemas que componen lo económico y el mercado en el país. Y ahora no responde sólo a una clase social o a un solo color de la piel. Al mercado 16 de julio en la ciudad de El Alto, ahora van todos, y no sólo los que viven en La Paz. Van disfrazados, con ropa menos llamativa, con lentes oscuros, con gorras, con barbijos y chamarras. Algunos para protegerse del frío, otros para no ser reconocidos. Y los demás, porque llegan de Oruro y Cochabamba. Compran lo necesario y lo revenden en sus ciudades. Así que esa forma de economía sostiene muchas más parcelas de la vida de las que en principio se podrían imaginar.

Controlar aquello no es una opción. No al menos desde el punto de vista pragmático. Sí desea el colapso y la agilización del deterioro del mandato, claro que es una salida. Pero no es conveniente, porque si fracasa, también lo que usted representa habrá fracasado. Si funciona la ecuación de extender el imaginario derrotista a toda la izquierda tras el fracaso del MAS, ¿por qué no funcionaria a su campo político e ideológico que representa?

Salidas por el desastre hay a cada paso señor presidente, pero hay maneras y oportunidades para que usted y su equipo puedan realizar un buen trabajo. La primera es entender el país hoy. Y no como fue o cómo le hubiera gustado que sea. La segunda es entender que este país es más que plural, diverso, contradictorio y con alta capacidad de resistencia al dolor. La tercera, que las organizaciones pueden soportar mucho, pero una vez que llegan al límite, tampoco encontrarán límites en su reacción. Cuarto: que la sociedad no es una noción más entre todas aquellas que la sociológica ha puesto en debate. El país está compuesto de muchas sociedades y debe entender a cada una conforme a dónde quiere dirigirlas. Jóvenes, adultos, profesionales; de occidente, del sur, del norte y de oriente. Y luego, con enfoque de clase, los que tienen y los que no. Pero incluso entre esa división esquemática, también hay estratos y jerarquías.

No puede pensar que un único esquema responderá a todos los problemas que seguramente identificó previamente. Pero no puede trabajar desde el gobierno como si el país fuese una familia de cinco miembros y usted el dueño de los recursos y la verdad. Este país reclama que se piense desde la complejidad, porque en principio el país es complejo. Y luego, porque también el país ya sabe muy bien cuando se lo trata como a algo que no es.

El país tiene memoria sobre el despojo y la corrupción, pero también sobre la poca eficiencia y la demora en la resolución de los problemas y luego, tiene memoria para movilizarse y hacerse del poder popular para disputarle el poder político a cualquier tipo de presidente.

Así que, el momento es complicado, pero usted sabía que no sería fácil. No hubiera invertido tantos recursos, retórica y cuestionamiento si fuese sencillo. La posibilidad de fracaso es alta porque el momento es muy extraño como para identificar cuál de todos los problemas que presenta el país, es el central. No hay uno sólo que, desactivándolo, los demás se desinflarán. Ahora, como pocas veces en nuestra historia, todos están encadenados.

La fórmula de “el país se nos muere” respondía como diagnóstico a un país que ya no existe. Ese país se transformó en otra cosa, por lo cual la receta eterna del ajuste estructural, si bien de lejos parece certera y adecuada, verá que está repleta de problemas inmediatos. Ahora que si la intención es forzar el reloj de la historia y su deseo es volver al pasado, comprenderá que de tanto alejarse terminará acercándose a los que más confronta.

 Pero la intención no es invocar la presencia de fantasmas a plana luz del día. Tampoco es desear la ignorancia como el mejor pretexto para estar en paz. Vea lo que sucede en el tema de patrimonio y el repertorio material y inmaterial de la cultura boliviana en su amplio sentido. Un museo no se administra del mismo modo en La Paz que en Santa Cruz, un festival de cultura no tiene las mismas características en Sucre que en Cochabamba, y si bien a primera vista se puede pensar que estos bienes culturales no generan dinero, no hay que olvidar que desde la UNESCO hasta instancias privadas y menos notorias como embajadas y fundaciones, existe la argumentación, bien formulada, dicho sea de paso, de que la economía que se genera por turismo o a través de la cultura y la marca país de un Estado, puede ser lo que marque la diferencia entre un país desarrollado e integrado al mundo o un país subdesarrollado e incomunicado consigo mismo. 

La gestión patrimonial, así como la curatoria de una exposición de libros u otras de arte o museos como el de la policía o el de la naval, no son sólo mesas de diálogo para decidir qué actividades se realizarán en la noche de museos o el 6 de agosto. Es una cuestión transversal porque intervienen muchas personas en su organización y consolidación. Desde el portero y administrador del edificio donde funciona el museo, hasta los funcionarios, artistas, y las que venden gaseosas y comida. Todos generan esa riqueza que luego circula y todos construyen cultura porque la visitan, la comentan y la reproducen y la exportan. Es un circuito que alimenta muchas familias en el medio. Esto sirve como ejemplo para pensar la diversidad de actividades que no se deben pensar del mismo modo para cada una de las regiones del país.

Y si eso funciona así, se entiende de mejor modo el grado de integración y perspectivas que deben tomarse para realizar un trabajo en conjunto entre todas las organizaciones y gobiernos subnacionales que cubren el tejido territorial en Bolivia.

No es un cliché que el trabajo en equipo da mejores resultados, pero el equipo debe estar dispuesto a gozar de una planificación con mínimos puntos en común y un destino compartido. Porque de nada sirve el trabajo en equipo si cada quien tiene su propia visión y practicas de cómo llevar adelante su proyecto.

Aquello es parte del rasgo de la vieja forma de hacer gestión y política en el país. Regresar al pasado es una tentación. Pero habrá que conjurarla desde el lado del dato, el diagnostico, el estudio, la planificación y la perspectiva, para que un país nuevo sea posible. La imaginación social está en las calles, y la imaginación política debe traducirse en profesionales de distintas áreas con diversos grados de experticia que puedan reunirse y consolidar un plan general de trabajo planificado de forma coordinado y complejo en sus niveles de aplicación y decisión y que pueda resolver a distintos ritmos temporales y con variaciones en los recursos asignados, los problemas identificados. Hacer rendir el poco dinero que tienen las familias para gestionar educación, servicios y alimentación es parte de la creatividad que sostiene este país ante la crisis, un enfoque similar debe ser convertido en política pública. Optimización de recursos y trabajo en simultaneo y no de forma etapista.

Finalmente, recuerde señor presidente que gobernar es también comunicar. Y comunicar es una cuestión que va de lo técnico a lo estratégico y de ahí a lo humano. No se puede explicar con el mismo lenguaje lo que desea realizar a distintos tipos de audiencias. Eso no tiene resultado. Las audiencias hoy están segmentadas de muchas maneras y si usted debe crear políticas públicas, también tiene su equipo que ser capaz de elaborar distintos tipos de contenido informativo sobre sus acciones para que estén dirigidos a diversas audiencias que consumen información de modos distintos. Lo mismo pasa con la comunicación hacia el interior del gobierno y la información que debe comunicar a nivel internacional. Pero para poder comunicar algo, debe tener algo que decir.

No se trata de salir a decir lo que ya se sabe o para esgrimir un ataque a un opositor. De eso la población ya está cansada. La experiencia le debe demostrar que existen otras formas de hacer comunicación política. Y que el mensaje no es el mismo, aunque la acción sí.

Así que, mientras más se identifican los puntos álgidos del gobierno por venir, podrá notar cuanto más complejo y diferente se hace gobernar en relación al pasado. Aunque será inevitable revisar el pasado para saber qué se hizo y por qué salió mal. Pero esa será una tarea de evaluación, no de ensañamiento moral o político.

Por lo cual, mientras esta carta se escribe a medio del día viernes 17 de octubre de 2025, todavía se dan golpes en el campo político que intentan limpiar una gestión y regresar a una imagen previa al deterioro institucional. Esa forma de política ya resulta conocida para la ciudadanía y para ella, por lo tanto, es fácil descubrir lo que encubre.

Si la política le tuvo que enseñar algo es que el país no necesita de factores como esos en la ecuación que dará inicio a su gobierno. La política es compleja porque el país es altamente complejo y efervescente. Pero un gobierno efervescente es lo último que necesita el pueblo.

Por lo cual, el tiempo está abierto. Las expectativas ciudadanas muy altas y el momento disponible para afrontar transformaciones que redefinan el rumbo de la economía y de la cultura y del sistema de educación da muestras de necesitar con urgencia un cambio. Pero esas son partes desprendidas del todo: el punto central es la identidad que tendrá el gobierno y su planificación estratégica y su plan de desarrollo y el modo en que va encarar su relación con los demás actores de la política en el país. Hacerlo de una manera o la otra, lanzará el primer mensaje a la población y demarcará el horizonte político.

Y por eso, sus primeras semanas se parecerán mucho al ajedrez donde cada movimiento abre o cierra el futuro y se parecerá al fútbol donde cada minuto cuenta. Construir Estado es altamente creativo y riesgoso. Pero la complejidad y el aprendizaje del pasado son las herramientas con las cuales debe esgrimir toda política pública de ahora en adelante y si hay que crear nuevas palabras para referirse a nuevas realidades, hay que hacerlo. Y si hay que nombrar nuevos organismos de legislación y administración, también hay que hacerlo. Es tiempo de amoldar las instituciones a imagen y semejanza del país y no hacer que el país entre a como dé lugar en esquemas globales y en formas institucionales que, en Europa, Estados Unidos y Asia han quedado rebasadas y obsoletas.    

jimenezkdorian@gmail.com

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