Cuenta el libro de los Jueces (Antiguo Testamento), tras el reinado en Israel de Gedeón, quien tuvo setenta hijos y uno nacido de su relación con una concubina en Siquem. A éste último le puso el nombre de Abimélek. Después de la muerte de Gedeón, Abimélek hizo correr la idea de que sería mejor ser gobernados por un solo hombre y no por setenta. Los señores de Siquem asintieron. Recibió la confianza de todos y fue nombrado candidato serio al trono. Una de las estratagemas que iba a catapultarlo en el poder fue deshacerse de sus hermanos. Para tal fin contrató unos sicarios y mandó asesinar a sus medio hermanos. “Sólo escapó Jotam, el hijo menor de Yerubbaal (Gedeón), porque se escondió” (Jc 9, 5).
Luego se reunieron los señores de Siquem para proclamar a Abimélek como rey de Israel. Jotam aprovechando el mitin de los habitantes de Siquem, desde la cumbre del monte Garizim, se dirigió a todos con una reflexión en forma de fábula: Los árboles y el poder. Alzó la voz y dijo: “Escúchenme señores de Siquem,/ y que Dios les escuche./ Los árboles se pusieron en camino para ungir a uno como su Rey./ Dijeron al olivo: Sé tú nuestro rey./ Les respondió el olivo:/ ¿Voy a renunciar a mi aceite/ con el que gracias a mí son honrados los/ dioses y los hombres,/ para ir a vagar por encima de los árboles?” (Jc 9, 8-9). Lo mismo le propusieron a la higuera y la vid. La repuesta de ambas fue igual que la del olivo: ser político no es otra cosa que la vagancia y la inutilidad en su más alta expresión, porque beber los licores del poder conlleva renunciar a la identidad, la esencia de aquello que hace a las personas ser lo que son, es decir, su autenticidad. Así, el olivo, no quizo renunciar a ser aceite, la higuera a su dulzura y la vid al mosto (jugo) que alegra a dioses y hombres.
Los actuales candidatos presidenciales y vices, son la efigie de la inutilidad más clara: Rodrigo Paz Pereira, hijo del ex seminarista redentorista, Jaime Paz Zamora y sobrino del desquiciado Néstor Paz de quien basta con leer su diario de Teoponte para darse cuenta que no estaba en sus cabales. Paz Pereira lleva la marca del otro hora gallo churrasqueado, porque no sólo es un viejo político, sino que es un político forjado en ese ambiente de árboles vagos, con un suegro corrompido bajo sentencia ejecutoriada, hoy huido del país.. Del vice, excapitán Lara, sin duda por su formación policial, no se puede esperar más otra cosa que una visión muy básica acerca de la realidad. No se puede pedir en su caso peras como al olmo. Jorge Quiroga, llegó a la presidencia 2001-2002 gracias al deceso del dictadorcillo Hugo Banzer Suarez. No tiene ningún otro mérito, fuera de haber sido acompañante del carnicero de los 70. Y para rematar, el chico Yango, Juan Pablo Velasco y sus vínculos con la corrupción del quebrado banco FASSIL. ¿Se puede esperar algo de estos candidatos al poder más allá de su inutilidad y vagancia, es decir, vivir del Estado?
Los árboles invitaron a la zarza a reinar. La zarza respondió: “Si con sinceridad vienen a ungirme a mí/ para reinar sobre ustedes,/ lleguen y cobíjense a mi sombra./ Y si no es así, brote fuego de la zarza y devore los cedros del Líbano” (Jc 9, 15). Así nos pasó a los bolivianos, elegimos al Jefazo (Evo Morales) el 2005 y no sólo echó fuego al país, sino democratizó la corrupción y la inutilidad del político. Paz Pereira-Lara Montaño constituyen un neopopulismo legitimado por el PDC (Partido Demócrata Cristiano), que de cristianos no tiene nada, excepto haberse vendido al mejor postor como lo hicieron con el gobierno de Banzer. De una forma u otra el neopopulismo continuará la política del antecesor Tilín y su lenocinio de la Casa Grande del Pueblo. Quiroga Ramírez-Velasco, no ofrecen otra cosa más que retrotraer el compadrerío y tráfico de influencias al ámbito de la política familiar. Decía Max Weber en El Político y el científico: “Quien hace política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines -idealistas o egoístas- o al poder «por el poder», para gozar del sentimiento de prestigio que él confiere”.
Iván Jesús Castro Aruzamen es Teólogo y filósofo