Andrés Canedo / Bolivia.
Escúchame…
Nos hemos amado, yo me he entregado a ti con toda la sencillez de la que no sabía que todavía era capaz. Pero soy más que eso, sé usar la seducción, sé enloquecer los sentidos y la conciencia, sé penetrar al inconsciente. Sé que no hay poder mayor en la tierra, que el sexo ofrecido y a la vez negado de una mujer como la que yo soy. Esa es mi belleza, belleza que fascina y asesina, belleza que somete, belleza que esclaviza. Esto que te he dado, ha sido espontáneo, sin ninguna planificación, tal vez como me di, la primera vez que alguien me poseyó. Pero a los pocos días, viendo el hambre desesperada de aquel que me había hecho suya, empecé a entender que era yo quien lo había poseído, que tenía un poder ilimitado en el vértice de mis muslos, en mi boca, en mis senos, en mis pies, en cada milímetro de mi piel que se le ofrecía, pero no se le entregaba totalmente. Le daba sólo muy poco, pero le hacía saber, que podría ser inmensamente más. Nada encadena más a los hombres que la conciencia deletérea de que podrían obtener más placer, y ese más, se produce siempre en vaginas ávidas que se cierran, que se niegan, que ofrecen entregarse, pero sólo lo hacen parcialmente, dejando así, un hambre nunca colmada. El surco oval por donde transita la ilusión hecha carne del hombre, sometido a la insatisfacción perenne. A partir de entonces, empecé a adueñarme de sueños, de pulsiones, de voluntades. Y así he ido andando a través de los espacios y de los años. Es quizá cruel, pero es la forma de mi triunfo.
Por todo eso, para no amarrarte a la pena que no se agota, es que ahora me voy. Sufrirás un tiempo, claro, y el daño que te dejaré no será mayor que el de cualquier amada que se te va. Lo que hago contigo, créeme, es un acto de amor, de renunciamiento, pues te permitiré renacer.
Imagíname… En el multiverso, en algunos universos diferentes, tú y yo estaremos en diferentes tiempos, en distintas circunstancias, renovando esto que hoy se dio, pero en esas ilusiones tuyas, yo seré sólo una mujer normal, no la que realmente soy. ¿Sabes lo que es el entrelazamiento cuántico? Son dos partículas que quedan vinculadas, y lo que le pasa a una le pasa a la otra, aunque estén a millones de kilómetros de distancia. Así te conservaré, pero sin someterte, sin subyugarte. Sólo sentiremos cosas iguales, como en un sueño dulce que poco a poco se irá agotando, pero sin llegar a morir. Seré, finalmente para ti, un recuerdo agradable, inofensivo, mansamente inagotable.
Si me quedara un poco más, empezaría el proceso de desequilibrar tu Yo. Me necesitarías tanto, querrías tomar mi cuerpo con una vehemencia que no tendría límites ni tampoco saciedad total. Nunca, nunca. Sed y explosión de deseos, condenándote a la eterna desazón. Sin poder colmarme ni colmarte, tus pelos emblanquecidos arderían bajo el furor de la luna y de las estrellas. Y todo eso te haría un enorme mal, que no te mereces. No soy un súcubo porque no me mueven la maldad ni las grandes perversiones. Sólo nos parecemos en que dejamos a quienes se acuestan con nosotros, con necesidad de siempre más y que podemos chupar toda su fuerza vital. Eso no pasó ni pasará contigo. Entonces, acepta mi sacrificio, duerme un poco de la noche que resta, consuélate con imágenes de cosas bellas, y no te interpongas, ahora que yo abra la puerta y continúe mi viaje.