Mirna Luisa Quezada Siles
La exposición “200 años de periodismo impreso en Bolivia”, organizada por la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP), es mucho más que un recorrido visual por páginas antiguas, es un ejercicio de memoria activa y de reconocimiento al papel central que tuvo la prensa escrita en la construcción de la historia, la identidad y la democracia en el país.
En un contexto donde lo digital impone su velocidad y -gran parte de las veces- su liviandad, detenerse frente a estas publicaciones impresas representa un acto de firmeza frente al olvido y una confirmación de la importancia del periodismo como herramienta crítica, reflexiva y comprometida con la verdad.
La muestra que se encuentra en la APLP es una oportunidad única para acercarse al legado tangible de dos siglos de periodismo boliviano. En sus salas, el visitante puede apreciar ejemplares de periódicos que abarcan desde los inicios republicanos hasta el siglo pasado y que pertenecen a la vasta colección de la Fundación Flavio Machicado Viscarra, que resguarda más de 60.000 ejemplares y que prestó alrededor de 150 para esta primera exposición.

La diversidad de textos incluidos contiene: periodiquitos, semanarios, publicaciones quincenales o mensuales, diarios de distinto formato con contenido político, cultural, humorístico, deportivo, fotográfico o editorial y revela la riqueza de enfoques, estilos y públicos a los que el periodismo boliviano supo dirigirse a lo largo del tiempo.
La exposición se divide en tres salas temáticas, cada una con un enfoque específico que permite comprender la evolución material de los medios así como el contexto en el que estos se produjeron. El recorrido comienza con la primera sala, denominada Museo de la Prensa y Comunicación la cual contiene equipos periodísticos históricos utilizados en radio, televisión y prensa escrita. En este espacio, las máquinas de escribir, cámaras fotográficas, grabadoras de cinta y otros dispositivos técnicos se muestran como testigos silenciosos de los métodos de trabajo de generaciones anteriores de periodistas. En esta misma sala se exhibe una reliquia institucional: la condecoración del “Cóndor de los Andes”, máxima distinción del Estado boliviano, otorgada a la APLP en 1944, como reconocimiento a su labor en la defensa de la libertad de prensa.
La segunda sala está dedicada a la bibliografía boliviana sobre periodismo. Allí se pueden consultar textos fundamentales para el estudio del oficio en Bolivia como investigaciones históricas; textos sobre ética periodística; análisis de medios; recopilaciones de artículos, entre otros. Este ambiente, complementado por el auditorio “Luis Ramiro Beltrán”, rinde homenaje a los periodistas que marcaron un hito en el país. Las paredes del auditorio están cubiertas con las fotografías de los galardonados con el Premio Nacional de Periodismo, una distinción que reconoce el compromiso profesional, la trayectoria y el aporte al pensamiento crítico y al debate democrático.
La tercera sala es la más extensa y quizás la más impactante porque contiene la muestra de periódicos impresos de Bolivia desde 1825 hasta la actualidad. Los ejemplares están organizados por décadas y clasificados según frecuencia de publicación, tipo de contenido y formato. Se pueden ver periódicos impresos en formatos carta, tabloide, estándar y medio estándar, tanto matutinos como vespertinos o meridianos. Las publicaciones expuestas incluyen noticias políticas, económicas, secciones de humor, tiras cómicas, deportes, suplementos culturales y ediciones especiales. Esta sala permite recorrer casi 200 años de vida nacional a través de titulares, editoriales, crónicas y fotografías que plasman las satisfacciones, los conflictos y las transformaciones del país.

Asimismo, dentro de esta misma sala se encuentra una galería fotográfica con todos los directorios de la APLP desde 1960 hasta la fecha, lo cual permite observar los rostros de quienes condujeron institucionalmente a la asociación durante más de medio siglo. Se complementa con una colección de anuarios desde la década de 1970, disponibles para su lectura bajo estrictas medidas de protección porque los visitantes deben utilizar guantes para manipularlos, como corresponde a materiales de conservación delicada.
En los espacios se pueden tomar fotos lo que significa que la muestra busca ser más que un acto de contemplación histórica e implica tener una experiencia viva, cercana y pedagógica, pensada especialmente para estudiantes de secundaria, universitarios, docentes, investigadores y jóvenes periodistas que deseen entender de dónde viene el periodismo boliviano y hacia dónde podría ir.
La exposición cobra aún mayor relevancia si se la considera en el marco del Bicentenario de Bolivia. En ese contexto, no puede pasarse por alto que los periódicos fueron mucho más que simples medios de comunicación, representaron actores políticos, plataformas de ideas, instrumentos de denuncia, foros de deliberación y -en muchos casos- defensores de la democracia en tiempos de oscuridad.
La historia del periodismo en Bolivia, como bien señala el expresidente y periodista Carlos Mesa en su texto “Algunas reflexiones sobre el periodismo en 200 años de independencia”, está entrelazada con la historia política del país. Desde los inicios republicanos, la prensa sirvió para cimentar valores como el liberalismo, la ciudadanía y la república y más adelante acompañó los procesos de modernización, polarización ideológica, apertura democrática y resistencias autoritarias.
Ejemplos como el periódico El Cóndor de Bolivia, fundado en las primeras décadas de la independencia, muestran cómo el periodismo reflejaba la realidad y contribuía activamente a transformarla. En distintas épocas, la prensa jugó un papel decisivo: algunas veces como instrumento de proyectos políticos específicos, otras como contrapeso necesario frente al poder. La exposición en la APLP permite ver esta diversidad de funciones a través de documentos concretos, lo que vuelve más comprensible la complejidad del oficio periodístico en Bolivia.

No menos importante es el componente humano de la muestra. Los testimonios de quienes han hecho posible esta exposición revelan que no se trata únicamente de una labor institucional, sino de una apuesta colectiva por preservar la memoria. Erick Torrico Villanueva, vicepresidente de la Asociación, lideró la concepción, planificación y ejecución del proyecto con el apoyo de estudiantes de la Universidad Mayor de San Andrés.
Sin duda alguna la institución que desempeñó un rol central y estratégico fue la Fundación Flavio Machicado Viscarra, cuya visión y compromiso permitieron hacer accesible al público una parte invaluable del patrimonio hemerográfico nacional. Su Director Ejecutivo, Eduardo Machicado adelantó que ese impulso decisivo garantiza -además- la continuidad del proyecto con una segunda exposición prevista para octubre, que abordará el periodo 2000-2025, cerrando así un ciclo completo de dos siglos de historia impresa.
La exposición “200 años de periodismo impreso en Bolivia” se realiza del 31 de julio al mediodía del 12 de agosto en las instalaciones de la APLP, ubicadas en la Avenida 6 de Agosto No. 2577, edificio Las Dos Torres, piso T. Más allá de su carácter conmemorativo, este proyecto representa un acto de reafirmación de la vigencia del periodismo como práctica indispensable para la vida democrática.
Recorrer estas salas representa realizar un viaje al pasado y un gesto de conciencia crítica frente al presente. El periodismo impreso puede cambiar de forma, puede adaptarse a nuevos lenguajes y soportes; pero no debe perder su esencia: buscar la verdad, informar con rigor, fomentar el pluralismo y contribuir a una ciudadanía activa.
En tiempos en que la crisis económica y política, provocada por el actual gobierno, amenaza tanto la libertad como la sostenibilidad de los medios, resulta imprescindible defender los espacios que aún quedan. Los medios impresos son parte vital del tejido democrático y su existencia debe ser resguardada por su valor informativo y su función histórica y cultural. Ojalá que los días por venir traigan mejores condiciones para los periódicos y que su legado siga siendo protegido en las hemerotecas del país.
¡Larga vida al periodismo impreso en Bolivia!