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La presión del ser humano pone en riesgo la supervivencia de los carnívoros

El 64 % del área de distribución de los carnívoros terrestres se encuentra en regiones sometidas a alta presión humana, así lo concluye un estudio internacional publicado ayer en la revista Science Advances, en la que colabora el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), y la Universidad Politécnica de Puebla (México). Pese a que el 36 % de estas especies aún habita zonas de baja intervención, muchas ya están expuestas a riesgos como la deforestación o el cambio de los usos del suelo lo que las enfrenta a un futuro incierto si no se actúa con urgencia. El trabajo identifica las zonas más críticas del planeta para la supervivencia de los carnívoros terrestres, advierten sobre la urgencia de actuar y resalta la importancia decisiva de los territorios indígenas en su conservación. 

El 26% de los carnívoros se distribuyen en territorios indígenas y el trabajo subraya su importancia decisiva para conservar la biodiversidad

Los investigadores cartografiaron a nivel global el solapamiento de las — áreas protegidas,  que incluyen tierras indígenas, áreas con diferentes grados de protección y zonas silvestres, y el impacto humano acumulado. “Hemos comprobado que el 26 % de la distribución de los carnívoros está cubierta por territorios indígenas, el 10 % por áreas protegidas y el 16 % por regiones silvestres con escasa alteración. Estas tres áreas de conservación comparten territorio y al  sobreponerlas, conjuntamente cubren el 35% de la distribución mundial de carnívoros, explica el investigador de la Universidad Polítécnica de Puebla y del Instituto Tecnológico Superior de Zacapoaxtla (México), Erik Joaquín Torres Romero. “La conservación de los carnívoros no puede limitarse solo a las tierras de conservación. Es necesario ampliar y conectar los espacios protegidos, y gestionar activamente los territorios donde la presencia humana ya es una realidad”, afirma Penteriani.

Es necesario ampliar y conectar los espacios protegidos. Gestionar los territorios donde la presencia humana ya es una realidad

“Hemos analizado el grado de amenaza que representa la actividad humana para 257 especies de carnívoros terrestres, como lobos, felinos, mustélidos o hienas”, explica el investigador del MNCN Vincenzo Penteriani. “Si bien las tierras de conservación desempeñan un papel fundamental, la pérdida persistente de especies sugiere que estas tierras por sí solas podrían ser insuficientes para salvaguardar a los carnívoros ante la creciente presión humana”, puntualiza. 

El estudio se apoya en el índice de la Huella Humana, que combina indicadores como densidad de población, agricultura, infraestructuras y uso del suelo. Aplicado a la distribución global de los carnívoros, este índice ha permitido a los autores identificar con precisión las zonas donde la presión humana es extrema y representa un riesgo crítico. “Las especies que están clasificadas como amenazadas o casi amenazadas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), especialmente las de las familias Canidae, Eupleridae, Felidae, Herpestidae, Mustelidae y Viverridae, presentan una alta vulnerabilidad al impacto humano”, alerta Torres-Romero.

En este contexto, la investigación destaca la importancia de dar reconocimiento legal y el apoyo a las tierras indígenas ya que son fundamentales para frenar la pérdida de biodiversidad. “Estas comunidades se consolidan como aliados clave para conservar a los carnívoros terrestres y los ecosistemas que habitan ya que su forma de convivir con la naturaleza fomenta la conservación y el bienestar de estas especies”, subraya Penteriani.

El estudio propone una estrategia ambiciosa y coordinada que combine la expansión de las áreas de conservación con acciones específicas adaptadas a cada especie y región. Por ejemplo, el gato tigre de la sabana, Leopardus tigrinus, en Brasil, el jaguar, Panthera onca, o el oso negro americano, Ursus americanus, en México. En este contexto, la cooperación con comunidades locales e indígenas es esencial para lograr resultados duraderos.

“Si no actuamos pronto, podríamos perder a varias especies de carnívoros icónicas que, además desempeñan funciones ecológicas clave, como mantener el equilibrio de los ecosistemas y facilitar la conectividad ecológica, actúan como especies emblemáticas para la conservación de muchas otras”, concluye el investigador Torres-Romero 

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