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Prada y Paz: ¿pensamiento crítico y memoria histórica?

En una nota publicada por ANF el 21 de este mes, se atribuye a Raúl Prada y Eduardo Paz opiniones unánimes sobre el peligro que representaría la derecha boliviana, a la que ellos califican como racista, autoritaria y sin proyecto nacional. La posición de ambos está impregnada de varias consideraciones que harían impensable que una derecha basada en el racismo pueda construir legitimidad.

Esas aseveraciones son opiniones de quienes, en el marco de la libertad de expresión, repiten un discurso que viene difundiéndose en sectores izquierdistas desde la Revolución bolchevique y que hizo de un pueblo, el soviético, una cárcel al aire libre, toda vez que sometió a sus habitantes a una brutal hambruna que en 1932 produjo la muerte de más de siete millones de personas. Y es que el retrógrado zarismo de la antigua Rusia solo fue sustituido por un régimen cuyos métodos, pudiendo más bien inventariarse entre los de la barbarie, produjeron decenas de millones de muertos, superando al régimen del carnicero antisemita, oprobio de la humanidad y vergüenza de la especie Adolf Hitler.

No me adscribo a la derecha boliviana ni a su doctrina ideológica, pero si de proximidad más íntima al fascismo tenemos que hablar, el comunismo, no obstante sus diferencias programáticas e ideológicas, es una doctrina que más proximidad tiene con aquella. ¿O las prácticas estalinistas, la xenofobia castrista o el nacionalismo de regímenes como el venezolano, el chino o norcoreano, no ponen al descubierto las restricciones a la libertad individual que el liberalismo tiene como principio central?

Son ciertos, sin embargo, los graves excesos de la derecha boliviana, principalmente de la segunda mitad del siglo pasado, ocasionando innegables consecuencias para la economía nacional y el empobrecimiento de la política. ¿Pero alguien con un mínimo de equilibrio puede decir cuáles fueron los beneficios del pérfido socialismo que vivimos durante veinte años? Corrupción en grado superlativo, despilfarro de millonarios recursos que se fueron al agua, autoritarismo sin precedentes en el ejercicio del poder como en el caso Chaparina, racismo al desnudo (recuérdese las expresiones del impostor Linera: “Hay que sacar a los q’aras a patadas”), saqueo del erario nacional con el subsecuente nacimiento de millonarios afiliados al MAS, violación de la  CPE, ajusticiamientos como el del caso del hotel Las Américas o el de los esposos Andrade, manipulación de los medios de comunicación, censura de la información, culto a la personalidad, irreversibles daños al medioambiente o abusos sexuales… Si todo eso no es un artero golpe a la legitimidad, al humanismo y a la democracia, y por tanto un peligro que nunca más debería repetirse, ¿entonces qué es?

Cuando hablamos de un proyecto nacional, debemos referirnos al conjunto de estrategias y políticas cuyo objetivo central es el crecimiento integral del país y que está orientado a satisfacer las necesidades y aspiraciones de la nación. ¿Es que Prada y Paz realmente han leído los programas de gobierno de los candidatos “de derecha” para estas elecciones? Pues una cosa es que no estén de acuerdo con ellos o que para su formación ideológica estén mal planteados o equivocadamente enfocados. Si es así, eso no pasaría de ser una opinión. Pero sostener con tanta soltura que la derecha será autoritaria y racista y que carece de proyecto nacional, es hablar de memoria. Puede, incluso, que ante la banalización del carajazo que desde una y otra derecha se hizo slogan, y la posibilidad de que alguna de sus vertientes acceda al poder, realmente no se “acabe la fiesta”. Sí, puede suceder, porque fachos, derechistas, socialdemócratas y comunistas arrastran manías desde tiempos inmemoriales. Si no se tratara de la opinión de dos reconocidos ideólogos como Prada y Paz, diría que hay una deficiencia dialéctica en ellos  y que en realidad están hablando del socialismo que históricamente trajo pobreza y luto allá donde impera, porque la doctrina que abrazan, nos prometió transformarnos en una Suiza, pero la verdad es que nos está dejando en algo parecido a Malawi.

A Paz le preocupa cómo se han debilitado el pensamiento crítico y la memoria histórica. A mí también. Y es que es inconcebible cómo un pueblo que durante 14 años padeció una especie de destierro en su propia tierra, con una justicia sometida al caudillo y sentencias ideologizadas muy parecidas a las del Sanedrín que condenó al Mesías, volviera a votar por un continuismo que no solo mantuvo los desmanes de su antecesor, en un país que Evo Morales dejó no solo yesca, sino además al borde del colapso en todo sentido. En eso Paz tiene razón: no hay pensamiento crítico ni memoria histórica.

Augusto Vera Riveros es jurista y escritor

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