Al momento de escribir estas líneas me encuentro en una tristeza, impotencia e incomprensión del actuar del ser humano, concretizado en personas que por su actuar generan situaciones que obligan literalmente que otros se desplacen de un lugar a otro dentro de un mismo país o fuera de la nación. Las razones de las personas que deciden emigrar varia, sin embargo, en el caso de los venezolanos es porque dentro de Venezuela NO se consiguen las mínimas condiciones para vivir con dignidad; sumándole que quienes obstante el poder desde hace 25 años amedrentan, persiguen, encarcelan y hasta asesinan a quienes se le oponen al sistema chavista que secuestro a todos los poderes del Estado venezolano.
Lo antes mencionado, es un hecho político-partidista que genera entre los venezolanos consecuencias emocionales inimaginables, ya que el migrante es una persona que tiene emociones y sentimientos que entra en un proceso de duelo por salir de su zona de confort, por cortar físicamente los lasos familiares; además, de las penurias del camino y la incertidumbre de no saber, si a donde se dirige será acogido para conseguir las condiciones necesarias para trabajar y vivir con dignidad, de tener comida, salud y tranquila mental que en su país de origen no lo tenía. Lo descrito puede percibirse de manera abstracto sin rostros concretos, así que le compartiré una de las tantas experiencias, que me afecto por ser una persona que amo.
Partiendo de lo antes mencionado, esa persona después de la muerte de uno de sus hijos por falta de medicamentos y pasar hambre con sus otros hijos, decidieron salir de Venezuela para Perú donde se quedaron sin dinero siendo ayudado por otro familiar, luego se trasladaron a Chile consiguiendo cierta estabilidad, pero decidieron como familia e ilusionado por el famoso sueño (o pesadilla) americana ir a EEUU por medio de la selva el Darién. La experiencia del Darién ya común para muchos venezolanos que la pueden contar; otros mueren en el camino porque no aguantan caminar cinco días o lo asesinan los narcos que controlan esa zona que va desde Colombia y Panamá; mi familiar expreso que desde el mismo día que ingresaron fueron asaltados quitándoles lo poco que tenían, pasaron cinco días sin comer más que panela (un tipo de azúcar), mi sobrina gracias a una persona del grupo le daban un poco de comida.
Así mismo, en Guatemala gracias a unas personas pudieron comer, dormir y estar un poco seguros; al pasar a México en la frontera fueron secuestrados por 9 hombres armados, (todos que cruzan la frontera de esa manera lo asaltan y secuestran), lo poco que le dieron para continuar se lo volvieron a quitar; además, de las constantes amenazas de que los iban a matar (y sabrá Dios y quienes lo vivieron que otras cosas le hicieron). Aún siguen de pueblo en pueblo, durmiendo en plazas, comiendo una vez al día y con los pies con destrozados por tanto caminar, son muchas las variables de todo lo padecidos por los migrantes pobres, pero me pregunto y les pregunto: ¿HABIA NECESIDAD DE PADECER TODO ESTO?.
Ronald Valera es filosofo.