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Basura y contaminación en el río Pallina afectan a 9 comunidades paceñas y siembran desolación

Un ecosistema desaparece

En Viacha la población consume agua de pozos con altos niveles tóxicos por la actividad minera. Además, las aguas del río Seque matan sus cultivos y enferman a sus animales.

El agua es negra en algunos sectores donde se acumula la basura. Foto: Radio San Gabriel

Carlos Quisbert / Janneth Flores – Visión 360

En el río Pallina, en el que antes habitaban ispis y suches, lagartijas y patos silvestres que anidaban en medio de totorales, ahora solo flotan pañales desechables, residuos hospitalarios, botellas y bolsas plásticas arrojadas por los vecinos de El Alto. Sus aguas nutrían los cultivos de arveja, zanahoria y quinua; pero ahora, con mucho esfuerzo solo crecen papas arrugadas y verdes, además de alfa alfa, que luego de un año empiezan a encogerse hasta convertirse en pequeños brotes retorcidos.

Donde antes se podía lavar ropa y frazadas y los niños nadaban, ahora solo corre una fétida y densa corriente que lleva aguas servidas, residuos industriales y químicos letales usados por más de 23 empresas ilegales dedicadas al reciclaje de mineral.

Así lo revelan los habitantes de nueve comunidades e informes oficiales del Gobierno Municipal de Viacha y del Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA), que documentan la desaparición de todo un ecosistema en la microcuenca del río Pallina.

Autoridades de la zona afectada por la contaminación. Foto: Carlos Quisbert

Autoridades originarias aseguran que, a raíz de la contaminación, los pobladores han adquirido artritis, padecen constantes dolores estomacales por los malos olores y creen que incluso algunos casos de cáncer pueden tener origen en este problema de contaminación.

Por su lado, los veterinarios reportan casos de ceguera en ovejas, cojera en el ganado vacuno, muertes provocadas por el consumo del polvo que cubre el forraje, proveniente de la cementera y las ladrilleras, además de agujas de jeringas, barbijos y alambres que flotan en el agua que beben.

Finalmente, un estudio de 2021, canalizado por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, denominado “Plan de Gestión Local del Organismo de Gestión de Cuenca – Microcuenca Pallina”, confirma los altos niveles de contaminación de esas aguas y sus efectos en el medioambiente.

Los testimonios

Hace unos 40 años, cuando era niño, Juan Pablo Yujra despertó junto a sus hermanos a las cinco de la mañana para iniciar su jornada laboral. Vivían a menos de 50 metros del río Seque, una cristalina corriente que descendía desde la laguna Milluni y luego de pasar por la ciudad de El Alto, llegaba hasta la comunidad Mamani, en el municipio de Viacha. Hasta entonces, el río era de un color claro y corría lento, en un arrullo sereno y constante que, según la temporada, nutría los cultivos de quinua, arveja, haba, lechuga, cebolla o zanahoria.

Después de desayunar, su primera labor era cruzar las serenas aguas del río con las vacas y ovejas de su familia, para dejarlas pastando al otro lado de la loma, cerca de los sembradíos de alfa alfa del lugar.

Al llegar a la orilla, Juan Pablo, que apenas tenía siete años, se sorprendió, porque creyó que el río había desaparecido y en su lugar solo quedó una brillante calle empedrada.

El pequeño pastor se acercó más y halló cientos de bultos plateados que flotaban agrupados sobre el agua, eran casi del tamaño de una marraqueta, recuerda. Por un momento le pareció que se podía caminar sobre ellas, pero el olor fétido y las pequeñas aletas le confirmaron que se traba de peces muertos.

Juan Pablo recordaría aquella escena como la fotografía en blanco y negro que marcó el inicio de una pesadilla. Cuatro décadas después, cree que todo ha empeorado y, a veces, incluso no puede dormir, piensa en lo que recordarán sus hijos sobre el lugar en el que crecen.

En las orillas, sobre la basura se acumula el polvo de cemento. Foto: Carlos Quisbert

El biocidio

Un informe “sumario” elaborado por técnicos de la Secretaría de Medio Ambiente de la Alcaldía de Viacha, en 2020 y al que Visión 360 logró acceder para este reportaje, confirma el mal sueño de Juan Pablo y de su comunidad. Se trató de un biocidio.

El documento revela la desaparición de especies de peces nativos, como el ispi y el suche, además de lagartijas, sapos y varios tipos de anfibios que habitaban en la microcuenca Pallina. El sector afectado está a 22,5 kilómetros de la capital del departamento de La Paz.

El dato, desarrollado en pocas líneas, en una redacción administrativa breve y directa, no describe el proceso de deterioro de la vida de los habitantes de las nueve comunidades ni de la desaparición gradual del ecosistema en torno a los ríos Seco, Seque y Pallina, que alimentan el caudal que desemboca, 74 kilómetros más allá, en la bahía de Cohana, en el lago Titicaca.

Él no lo sabía, pero la experiencia de Juan Pablo fue una de las primeras olas de muerte de animales causadas por la contaminación del agua. “Eso fue un biocidio; estoy seguro, pero nadie se hizo responsable”, dice.

Imágenes de río y la contaminación que afecta a sus alrededores. Fotos: Carlos Quisbert

Ahora, según los comunarios, las aguas se han vuelto oscuras, desprenden olores fétidos y les provocan constantes hinchazones de estómago, además de artritis o ardor en los pies.  Por todo ello, Juan Pablo tomó conciencia del “daño irreversible” causado a su comunidad por la basura industrial, los residuos hospitalarios, las aguas servidas y los millones de kilos de desechos que la ciudad de El Alto vierte a esos ríos a diario.

“El daño es irreversible —repite varias veces—, no hay solución, pero por más que acudimos a las autoridades del Gobierno, la Alcaldía y la Gobernación, nadie quiere hacer nada”, afirma indignado, mientras muestra una botella de plástico en la que lleva un líquido gris y remarca: “Nadie quiere hacer algo”.

El líquido viscoso, con tintes amarillentos, no es otra cosa que agua del río Pallina. “Incluso una autoridad del Ministerio de Medio Ambiente nos ha dicho que estas aguas se pueden tomar. Lo he desafiado a que viva aquí un mes, no me han vuelto a responder, ya no responden a ninguna de nuestras cartas”, dice molesto.

Dirigentes muestran el constante hallazgo de basura. Foto: Carlos Quisbert

Muerte de la fauna

Visión 360 logró acceder a un segundo informe, elaborado por el MMAyA, que dice de forma concreta: “En la década de los 70 y 80, aún se podía observar la presencia de peces como el ispi, suche y anfibios en el río de la Microcuenca Pallina, pero debido a la contaminación, estos se han extinguido completamente”.

El documento es parte de un proyecto de manejo integral de cuencas denominado “Plan de Gestión Local del Organismo de Gestión de Cuenca – Microcuenca Pallina”. El texto menciona que el ganado de las comunidades también se ve afectado por la contaminación creciente en “los campos nativos de pastoreo” y bofedales, generando su erosión y degradación, además de la sobreexplotación de la tierra que no está contaminada.

El estudio, que precisa que la contaminación se genera en la ciudad de El Alto y se agrava por la actividad minera ilegal en Viacha, fue elaborado por la Empresa Consultora Integral Especializada S&S, como parte de un diagnóstico y sumario de supuestos proyectos ejecutados para mitigar el daño ambiental. Dichos trabajos estarían a cargo del Viceministerio de Recursos Hídricos y Riego.

El «achicamiento» de la alfa alfa es un síntoma de la contaminación. Foto: Carlos Quisbert

Las más afectadas, de acuerdo con el estudio, son las “áreas aledañas a los ríos, las cuales se encuentran en su mayor parte contaminadas por aguas servidas domiciliarias (provenientes de), cloacas y residuos industriales, además de residuos sólidos, grasas, partículas de plástico, restos orgánicos y malos olores, disminuyendo la calidad, palatabilidad y consumo de los mismos por el ganado”, cita el informe.

Pero más adelante el diagnóstico se agrava, pues menciona: “Otro problema que afecta al ganado es la falta de agua para beber, ya que las existentes en ríos, pozos y vertientes están contaminadas con aguas servidas, con una alta carga de microorganismos y parásitos que afectan la salud y rendimiento del ganado”.

Nueve comunidades

“Este estudio es de 2021, debieron tardar un año en hacerlo y nosotros no conocemos ninguno de los proyectos que supuestamente ejecutaron para evitar la contaminación. Han pasado tres años y el agua es cada vez más negra”, cuestiona Juan Pablo. Ahora, con 47 años, el antiguo pastor se desempeña como chofer de transporte público en Viacha; sin embargo, por tradiciones aymaras y porque así se lo propuso, desde hace un año es presidente del “Organismo de Gestión de Cuenca (OGC) de la Microcuenca Pallina”.

Esta organización está conformada por dirigentes de nueve comunidades originarias: Contorno Pallcoso, Contorno Bajo, Ch’alla Jahuira, Granja Convento, Mamani, Pallina Grande, Pallina Centro, Pallina Chico y Seque Jahuira, las cuales forman parte de la Marka Batalla de Ingavi y Marka Contorno, de la Jacha Marka Ingavi, con una población aproximada de 4.200 personas; son parte de los distritos 3 y 6 del municipio de Viacha.

Polvo de cemento

En la directiva de OGC Pallina también está el vicepresidente y agricultor Alex Callisaya; la agricultora y secretaria de hacienda, Miriam Condori; y los veterinarios Maribel Canaviri, secretaria de actas, y Sabino Gutiérrez, quien tiene 30 años de experiencia en el tratamiento de animales.

“El problema no solo es por la basura que viene de El Alto, también está la contaminación aérea, por el polvo que genera la empresa de cemento (Viacha) y las de minería ilegal. Cuando llueve ese polvo cae al forraje de los animales; en el caso de las vacas, al comer alfa o pasto con ese sedimento, se les forma una bola negra, bien dura, que no se puede deshacer al interior del primer estómago, esto impide que el alimento pase a los otros estómagos y muchas veces el animal muere luego de varias enfermedades provocadas por la falta de nutrientes”, asegura la veterinaria Maribel.

Su testimonio, como pobladora y profesional del área, no figura en los resúmenes ejecutivos de los informes municipales y del MMAyA. Con una serie de ejemplos tomados de su dura experiencia, Maribel sintetiza los factores que provocan las enfermedades en los animales que ella atiende en el lugar.

Asegura que, en época de lluvias, la fuerza del agua empuja con fuerza los promontorios de basura en El Alto, los que son arrastrados por los ríos Seque y Seco, hasta el río Pallina, que tiende a desbordarse.

Al concluir esos fenómenos, las orillas de ese río están cubiertas de “pañales desechables, barbijos, botellas de plástico, plastoformo, alambres… Es terrible, porque el agua negra moja los sembradíos. La papa ya no florece, al sacar (el tubérculo) solo es una cosa verde que no come ni el ganado”, relata.

Imagen captada de los intestinos de una vaca de la región. Foto: Marivel Canaviri

La veterinaria, originaria de la comunidad Mamani, también recurre a sus recuerdos; asegura que hace unos 25 años, por esas riberas también crecía totora, una planta acuática con la que los antiguos aymaras construían una serie de utensilios, incluso embarcaciones.

Agujas

“Era un río del que podías beber; había patos, ahora el agua es color ladrillo”, asegura Maribel. Si bien es lógico pensar en que los comunarios pueden decidir alejarse de esos focos de enfermedades y distinguir entre la basura y la hierba, dice que los animales ya han perdido la capacidad de identificar el peligro.

Sabino, también veterinario y poblador de Challajahuira, corrobora ese relato, así como la versión de Juan Pablo.

Detalla que, por la experiencia que tienen, en diferentes casos decidieron hacer tragar un imán a vacas que presentaban dolores estomacales o sangrado en las heces fecales.

Fue por medio de ese tratamiento que lograron aislar, al interior del estómago de los animales, agujas de jeringas hospitalarias, alambres e incluso el metal en polvo que traga el ganado al beber el agua contaminada. Además, vieron que, en torno a esos objetos, en los órganos internos se aglomeran barbijos, bolsas de plástico y otro tipo de basura que se enreda en medio del forraje que come el ganado en las riberas.

Ignorados

Desde 2019 han buscado ayuda del Gobierno central, cuyo partido político es predominante en toda la región desde 2006. Por ello creyeron que, cuando al fin al llegar hasta la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara de Diputados, en 2022, los legisladores del Movimiento Al Socialismo (MAS) atenderían sus pedidos de auxilio, algo que nunca ocurrió.

En la imagen se ve cómo se cruzan los dos ríos contaminados y, de fondo, la planta de cemento. Foto: Carlos Quisbert

Luego de detallar todos los factores de contaminación, al final de la nota dirigida el 16 de noviembre de 2022 al entonces presidente de esa Cámara de Diputados, Jerges Mercado (legislador del ala masista que respalda al presidente Luis Arce), señalan: “Solicitamos a su autoridad, de forma urgente, conforme a sus facultades y competencias, tome las acciones que sean necesarias para evitar este desastre que afecta de gran manera a nuestras familias, y a la vez le solicitamos ayuda a nuestras comunidades para reparar el daño causado por todos los antecedentes”.

En estos dos últimos años, similares notas fueron enviadas por los dirigentes a la alcaldesa de El Alto, Eva Copa; al gobernador paceño, Santos Quispe; a la Asamblea Legislativa de La Paz; a la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Agua Potable y Saneamiento Básico (AAPS) y el MMAyA.

Para la elaboración de este reportaje, Visión 360 envió cartas a todas esas entidades, incluida la Alcaldía de Viacha, para solicitar información sobre todo lo denunciado por las comunidades. Ninguna emitió respuesta alguna hasta el cierre de edición de esta publicación, hace dos días.

“Una vez (en 2022) nos avisaron (verbalmente) que una comisión de la Cámara de Diputados podría ir hasta Viacha para hacer una inspección, pero hasta la fecha nadie se presentó. Creo que no tienen conciencia de que el daño será irreversible. No solo para Viacha, sino para el lago Titicaca”, afirma Juan Pablo.

Ceguera en ovejas

Miriam Condori, vecina de la comunidad Challajahuira, relata que antes ella podía ir al río a lavar la ropa y sus frazadas; que su ganado era gordo; que la producción de leche de una vaca, por día, era de al menos 15 litros; que cada ganado podría llegar a venderse en 5.000 bolivianos. “Ahora, lo mucho que pagan es 1.500 por vaca; son flacas, cojean, en vano les damos alimento, ahora apenas producen ocho litros, el forraje contaminado solo causa enfermedad”, lamenta la comunaria.

Según los registros clínicos del veterinario Sabino, en cada comunidad atiende un caso de “cojera y fiebre de leche, al mes”. Ambos males se producen por la descalcificación en el organismo del animal, producida por diferentes factores: el consumo de agua contaminada y el forraje cubierto de polvo.

Llamas y ovejas buscan alimento entre la paja brava. Foto: Carlos Quisbert

“Aquí está de testigo mi veterinario, la vaca se queda sentada en el piso y no se levanta; cada vez gastamos plata, hacemos que se recupere uno, pero luego otro ya se enferma de cojera. No es solo mi ganado, hay casos en toda la comunidad. Ahora mis ovejitas se han quedado ciegas, por eso se cayeron al pozo de agua. Viendo a mis ovejitas me he puesto a llorar”, cuenta Miriam.

Relató que no pudo sacrificar a la oveja más afectada, porque recién había parido dos crías, que “por suerte” no estaban enfermas.

Minería ilegal

A los factores de contaminación generados por la basura de El Alto se suma otro elemento más riesgoso, que justifica la frase que constantemente repite Juan Pablo, sobre el “daño irreversible” en sus comunidades.

Se trata de la contaminación aérea generada por la Empresa de Cemento Viacha, 60 empresas de ladrillos y cerámica, y la actividad de la minería ilegal que se practica desde hace al menos 10 años.

Un informe presentado en junio de este año ante las autoridades originarias de la Marka Pallina, por parte del alcalde de Viacha, Napoleón Yahuasi, y el secretario de Medio Ambiente de ese municipio, Armando Manzaneda, confirmó que al momento operan en la zona 23 recicladoras de mineral.

Contradictoriamente, se informó que, pese a que todas funcionan sin licencia ambiental, ni el municipio, ni la Gobernación, ni el Ministerio de Minería hacen algo por suspender sus operaciones. Estas empresas ilegales han generado, a vista de toda la población de Viacha, colas de mina (desechos) que no cumplen con los estándares de seguridad ambiental; incluso, en una de esas instalaciones se verificó el derrame de cianuro.

Visión 360 solicitó la contraparte de este reporte, pero no hubo respuesta del alcalde Yahuasi. Si bien la información se expuso ante los dirigentes indígenas, cuando este medio de comunicación solicitó detalles sobre las empresas mineras ilegales, el secretario de Medio Ambiente se negó a dar una entrevista.

Sin embargo, durante la exposición ante los comunarios, Manzaneda declaró: “Aquí hay un indicio grave de contaminación, tiene conocimiento el alcalde (Yahuasi), porque tenemos que hacer el sellado de un pozo (de las colas mineras), porque esta empresa maneja cianuro, y hay un escape y derrame de cianuro en ese sector”.

Botellas de plástico y otros desechos que llegan por el río, desde El Alto y Viacha, afectan el lugar. Foto: Carlos Quisbert

El funcionario municipal sostuvo ante los dirigentes de las comunidades que “los efectos de la minería son irreversibles, siempre vamos a tener secuelas (…) Aquí está la empresa procesadora Jacha Kollo. Este es el lugar más feo (mostrando un mapa), muchos de ustedes me acompañaron a ver, y que quede bien claro, incluso ha venido un miembro de la Cámara de Minería, y se ha dado cuenta de lo terrible de la situación en ese lugar”.

Agua contaminada

Durante años, los esfuerzos de los comunarios se centraron en visibilizar el daño causado al río Pallina por la basura de El Alto; pero para su sorpresa, un informe elaborado en julio de 2023 por la Empresa Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Viacha (Emapav), reveló que la contaminación más peligrosa es de las empresas mineras, no solo al caudal del río, sino a las fuentes de agua subterráneas, de la cual se proveen para su consumo y para el de los animales.

El estudio no fue una actividad de control de calidad que debería cumplir la Emapav, ya que fue elaborado por presión de dirigentes del OGC de la Microcuenca Pallina, ante las constantes enfermedades que contraen pobladores y animales.

En los puntos principales del documento remarcan, por ejemplo, que los pobladores no deben consumir el agua de ninguno de los nueve pozos, sin antes someter el líquido vital a un “tratamiento fisico-químico completo y desinfección bacteriológica”, debido a que presentan “una elevada turbiedad por elevado contenido de sólidos en suspensión”.

En el caso del agua del pozo de Pallina Grande, el resultado del análisis revela la presencia de “manganeso y cloruro que influyen en la aceptabilidad por el sabor, el cobre no influye en olor y sabor, pero causa riesgo a la salud”. En el caso de los sulfatos, la elevación de los resultados “nos muestra que tiene efecto sobre la salud del ser humano”, concluye.

El silencioso río Pallina arrastra la contaminación hasta el Titicaca. Foto: Carlos Quisbert

¿Vida sin agua?

Durante la cobertura para este reportaje, se verificó que los dirigentes de la OGC de la Microcuenca Pallina no tienen recursos económicos para hacer el seguimiento a sus denuncias que, además, entre las autoridades originarias y funcionarios municipales se denunciaron casos de corrupción, sobre dinero recibido de las empresas mineras, para no hacer más denuncias sobre el cumplimiento de normas medioambientales.

Asimismo, se vio que los dirigentes tienen dificultades para documentar sus propios testimonios, con fotos, grabaciones y documentos que demuestren los efectos de la contaminación sobre su salud, la de los animales y todo el ecosistema de esa zona. Se verificó que en su mayoría no asisten a centros de salud porque, aseguran, el Sistema de Seguro Universal (SUS) brinda un “mal servicio” o el costo de los medicamentos es alto.

Sabino y Maribel indicaron que cuando van a las comunidades a tratar animales lo hacen sin ayudantes y que los propietarios, por lo general personas mayores, les ayudan sosteniendo al paciente. “Por eso no podemos sacar fotos”, afirma Maribel.

Hace dos años, una de las últimas vacas de la madre de Juan Pablo murió después de tragar la aguja de una jeringa. Por supuesto, eso lo descubrieron cuando se vieron obligados a sacrificarla.

Los matarifes lo llamaron por celular y le contaron lo que habían hallado en las entrañas de la vaca. Además de esa aguja, la “bola negra”, restos de barbijos y bolsas plásticas. “Al llegar al matadero, me dijeron que ya habían limpiado todo y no pude sacar fotos. Una semana después murió también el ternero, no aguantó sin la leche de la madre”, relató Juan Pablo.

El vicepresidente de la OGC Pallina, Alex Callisaya, asegura que la lucha que han emprendido, denunciando el daño causado por la contaminación, no es solo por cumplir con sus comunidades, sino con la esperanza de no perder todo lo que tienen o lo que les queda. Son conscientes de que en Viacha la vida no podrá seguir si no tienen agua.

“Tenemos que dejar algo para nuestros hijos. De qué sirve tener una casa en un lugar donde no hay agua y ya no crece nada. Queremos que ellos puedan heredar vida, no la muerte que hemos provocado por este descuido”, concluye Callisaya.

*La investigación realizada por Carlos Quisbert y Jannet flores se dio en el marco del Fondo Concursable Spotlight X, de Apoyo a la Investigación Periodística en los medios de comunicación, impulsada por la Fundación Para el Periodismo, Fundación Alternativas Welthungerhilfe y el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo – BMZ.

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