El desganado
Gabriel Ramos – México
No tenía interés en nada, ni siquiera en suicidarse.
Desierto
Fabiola Morales Gasca – México
Del encuentro de escritores en el desierto, nadie sabe con exactitud qué pasó con ellos. Todos anhelaban ser imborrables con sus historias, pero desaparecieron. Años después, los granos de arena susurraban a los esporádicos caminantes, maravillosas historias al compás de la danza del viento.
¿Con qué se mira?
Chris Morales – México
Se peinaba dentro de su choza y cuando pasaba aquella mujer, llegada de lejanas tierras, le hipnotizaba su belleza, piel blanca, ojos claros y vestimenta ostentosa. Deseaba ser como ella. El espejo de obsidiana no opinaba lo mismo.
El Aleph adelgazado I
Daniel Frini – Argentina
Jorge Luis descubrió el Aleph a sus setenta y dos. No en la casa de Garay, sino debajo de una mesa, en un bar a pocos metros de Florida y Viamonte. Ya estaba ciego. Además de leves retazos amarillos en un espacio que imaginó pequeño y razonó de una esfericidad perfecta, no distinguió otra cosa. Con atención dirigida, escuchó un rumor que era todos los sonidos del universo. Una bocina rompió el encanto. Sintió infinita lástima.
Sin piedad
Juan Martínez Reyes – Perú
Ella le pedía perdón de rodillas por su traición. Al verla llorar desconsoladamente, sintió que la misericordia invadía su corazón. Él soltó el revólver. Ella se incorporó. Se miraron con profunda tristeza y se abrazaron. Perdóname, le dijo al oído, y en ese momento, ella le clavó el puñal.