Refrán alarmista
Laura Nicastro – Argentina
Advierten que, si el cántaro va a la fuente muchas veces, termina por romperse. No es tan grave porque podríamos reemplazarlo por otro. Sería mucho peor que la fuente se secara.
¿Quién era?
Estéfani Huiza – Bolivia
Nadie sabe su nombre, ni el viento, que fue su mejor aliado; ni la soledad, su cobijo absoluto. Una vez escuché el murmullo de las gaviotas que parecían saber algo, pero sólo recitaban un poema. Y una de esas tardes, en la que el sol se posaba en su ventana, una gota de rocío suplicaba para que la vieran. Entonces todos se preguntaban ¿quién era? La quietud de ese día fue la respuesta más certera a una duda que jamás tendrá respuesta.
La mosca
Carmen Nani – Argentina
La mosca, atrapada en el vaso, volaba siempre hacia arriba buscando salir. Insistió varias veces. Luego se quedó quieta y cuando por fin alguien retiró el vaso, huyó. Si yo hubiera sabido que solo era cuestión de esperar quizás ahora sería libre como ella.
Poesía y ciencia
Nana Rodríguez Romero – Colombia
Mientras el emperador Adriano mira con dolor cómo su favorito Antínoo, fulgura como estrella en el firmamento, en otro lugar, un astrónomo observa la misma estrella como el pasado remoto de una supernova.
Extremismos
Karla I. Herrera – Honduras
Todo transcurría entre el tedio y la negatividad. No se casó, nunca tuvo hijos, no amó ni fue amado. Por si fuera poco, no tenía documentos oficiales de identificación, no sabía conducir, tampoco podía leer ni escribir. No tenía trabajo estable, casa propia ni dinero alguno y nunca viajó más allá de la cuadratura de su vida. En cierta ocasión, el sujeto de los noes y níes infinitos, pensó que había dado un “salto cualitativo” al lindar una inequívoca asertividad. Después de practicarse distintas pruebas de laboratorio, de negar y descreer los resultados, dio positivo respecto del cáncer gastrointestinal.