Maurizio Bagatin
“La única verdadera anarquía es la anarquía del poder” -Pier Paolo Pasolini-
“Nada es tan anárquico como el orden burgués” -Walter Benjamin-
Es la violencia poética de Jesús en Pasolini. Es el soldado que obedece, en su mirada fascista, de un tiempo y de todos los tiempos. La violenta poesía está en los rostros marcados por una condición ineludible, en el Anticristo nietzscheano.
Es Dostoyevski, su Cristo e Isaac, el sacrificio de un hijo en Dios y por Dios, su derrota frente al hombre y a nuestra ignorancia. Parábolas que se hacen hipérboles, el teatro liturgia, la mascara la farsa diaria y las bellezas y las delicias obstruidas por el tiempo, en un espacio degradado por la eternidad y la muerte. Todo lo que no comprendemos y admiramos, todo lo que comprendemos y despreciamos.
“Ma oramai a quel Dio / é rimasto poco spessore, poco riflesso / dal non poterti immaginare” -Maurizio Bagatin-
Es el niño que en el vientre deja de vivir, la naturaleza que responde a nuestros avatares. Es el sicomoro que jamás fructificará. ¿Por qué resucitar? Si el domingo es el primer día de la semana y el cansancio, el sudor y los callos aun perpetúan las fatigas, reconocen el castigo y el horror que al ser humano fueron donados, como caducidad. La Pascua de resurrección son las grandes representaciones de Giotto, del Bramante y Masaccio, de Caravaggio y el Raffaello, en ellas encontramos la mirada que seguiremos persiguiendo, la belleza en el horror.
Es la autoridad, la guerra, aquel jardín prometido. La acción que se estropea con el pensamiento…vini, vidi, vici, divide et impera… la ausencia de la palabra escrita, aquel logos que fue mythos…el silencio, su tremendo espesor. Y las grandes contradicciones bíblicas, su violencia innata, ontológica, el placer en dirigir y ordenar…un valle de lagrimas femeninas y de espadas masculinas…el lugar de la Biblia en una biblioteca gnóstica…el dolor en la fábula…Salomé, María Betania, Magdalena…el pulpito y el altar, el misterio del actio litúrgica, en ellos la verdad y la salvación. Sin pecado, el hombre, sin dogma, sin culto e idolatría, la libertad es anarquía cuando el escandalo es sublime, cuando perdonaremos en una aporía trascendental.