Irma Verolín
De la mañana a la noche anduve
con mis pantalones manchados por la ciudad,
la lluvia
que había hecho salir el barro de la tierra
se escabulló tenaz por entre las baldosas
y me asaltó
así
como un triste animal manchado
quedé.
La ciudad brillaba siguiendo su costumbre
brillaba para mí
que soy opaca y traigo
palabras escondidas
para casos de necesidad
de penuria
de escasez
de apremio
brillaba
la ciudad
desde sus más oblicuos perfiles para mí
que fui y vine y regresé
de una punta a otra de los horizontes
con mi pantalón manchado.
Después
cerca de la llegada de la noche
cuando nadie se acordaba ya
del agua que cayó y dejó sus brillos
fugaces
resbaladores de luces
nacidos para morir antes de tiempo,
mis pantalones manchados de animal
causaron risa
mucha risa
esa que casi siempre
mata las bocas de la gente triste.
Mañana también lloverá
y tendré que salir.
Mañana también lloverá.