A las 5:04 p. m.
Álvaro Pérez Sastre – Colombia
A tiempo nos percatamos de que el canario estaba muerto.
Papá sacó, no sé de dónde, las máscaras antigás. El mayordomo sirvió las tazas de té, dejó la tetera en el centro de la mesa y cayó de bruces. Mamá cortó la mantequilla.
La duda
Manuela Vicente Fernández – España
El último hombre que quedaba sobre la faz de la tierra las vio venir de lejos y, conforme se iba acercando, se santiguó al ver sus expresiones idénticas: «¡Por el amor de Dios! ¿Serían todas muñecas o habría entre ellas alguna hembra?»
Tercer acto
Fernanda Enríquez Villarreal – Colombia
En el proscenio de la vida un vestuario se queda sin persona. Unas manos fantasmas hacen ruiditos incesantes mientras nadie habla. Se inicia; la lucecilla a la izquierda improvisa en azul, las telas corren a alcanzar la gloria.
El vestido sale, se descose los botones y se lanza al vacío
El libro detestado
Campo Ricardo Burgos López – Colombia
Pedro detestaba cierto libro y por esa razón, todos los días compraba un ejemplar y lo quemaba. Cuando murió tenía más de 70 años, así que se imaginarán cuántos ejemplares del libro quemó si empezó a los 25. Al momento de morir, Pedro pidió a su hijo que continuara la tradición de quemar diariamente el libro detestado y su hijo, sin tomarse la molestia de leerlo, hoy todavía compra y quema diariamente un ejemplar del libro detestado por el padre.
Canción de cuna
Armando Alanís – México
El bebé no se durmió hasta que las goteras improvisaron una canción de cuna en el peltre de las cacerolas.