Sandra Concepción Velasco
La niña de piel roja, acaricia sus cabellos de bejucos,
en un parpado unas serranía, en el otro Tucabana corriendo a galope para abrazar a Otuquis,
guarda celosa las leguas que la adoraban, recuerda en presente,
su boca besa y no maldice.
Legión la observa, la desea, la sueña, la acecha,
el engendro toca su velo en silencio, se posa a sus pies,
ella duerme, esta desnuda, su pieles verde aromatiza los cielos.
los vientos de sus sueños son torbellinos.
¿Qué soñará la niña?
Coito con sangre, grito del monte, llama encendida,
la niña de piel roja fue violada,
ya no hay marcha atrás.
Las leyes de los hijos del cemento la condenan
¡ella tiene la culpa por ser hermosa y fértil!
¡ella provoca tomarla para destruirla!
La boca de la niña no maldice, sale de su pecho Manasi, Peñoqui, Piñoco y Tao.
¡Violación! gritan desde la ciudad.
¡Violación! gritan las denuncias.
¡Violación! gritan las hijas de la luna.
¡Violación! Gritan los hijos del sol
El silencio del monte:
Grita muerte.