La situación política en el país, vista en un horizonte menor a un año, aparece sobredeterminada por cuatro componentes centrales:
1. La lucha persistente de los movimientos ciudadanos por el respeto a los resultados del referendo del 21 de febrero de 2016; es decir, por la preservación de las reglas electorales de la Constitución y, en consecuencia, la imposibilidad de que Evo Morales sea habilitado como candidato a la Presidencia por cuarta vez.
2. Electoralización prematura del escenario nacional, sobre todo por designio del minúsculo grupo de personas que integran la cúpula del MAS, quienes, obcecadamente, buscan viabilizar la resistida postulación de Morales.
3. El juicio de responsabilidades contra el expresidente Carlos Mesa por el bullado caso Quiborax-NMM que pretende abrir el Gobierno. Los antecedentes jurídicos de este caso se muestran poco claros y polémicos ante la opinión pública; por lo que pareciera haber pasado a primer plano una suerte de convicción mayoritaria de que, en realidad, se trataría de una acción política del cenáculo masista para frenar la relevancia política que el vocero de la causa marítima venía adquiriendo. Si esa fue la motivación del juicio, contra lo buscado por sus impulsores, el resultado concreto de la acción parece estar cristalizando en su inversa:
4. La proyección de Carlos Mesa como referente mayor de la oposición democrática al desgastado gobierno y a sus planes electorales, al punto de que las últimas encuestas anuncian un probable triunfo electoral de Mesa sobre el candidato del MAS, quien quiera que él fuese.
Es tal la trascendencia de estos cuatro componentes de la situación política, que cualquier análisis prospectivo de ella no puede sino prestarles atención. Veamos algunas líneas futuras:
Prospectiva
1. Para la oposición democrática, la tarea más importante, sin lugar a duda alguna, continuará siendo la de mantener viva la demanda y las banderas del 21F. Estas consignas, empero, tenderán a conflictuarse conforme se aproxime la inscripción de candidatos al torneo electoral del próximo año; es decir, hacia marzo de 2019, cuando todos los actores deban adoptar decisiones políticas cruciales.
2. En esos mismos días (marzo de 2019) estará claro también el futuro de Carlos Mesa: se habrá consolidado como candidato ganador y el MAS tendrá imagen de derrota, sin importar quién sea su candidato; o, por el contrario, abierto el juicio de responsabilidades, Mesa podría ser declarado culpable e inhabilitado electoralmente. Los dos tercios del MAS en el Órgano Legislativo y su férreo control del Tribunal Supremo de Justicia avalan este probable desenlace.
3. En ese momento pasará a primer plano la urgencia de evitar los dos errores estratégicos cometidos por las fuerzas opositoras venezolanas: a) el error de quienes decidieron no participar en las elecciones, facilitando así que Hugo Chávez, primero, y Maduro, ahora, se alcen con el triunfo, y con dos tercios de votos en la Asamblea Legislativa; y b) la falla de quienes optaron por participar improvisadamente, legitimando así las elecciones amañadas.
No cabe duda: ¡La oposición boliviana se encontrará en el trance de repetir o evitar ambos errores estratégicos!
Conclusiones
Así, todo parece indicar que hasta marzo de 2019 irán desarrollando las siguientes líneas:
1. Mantener las banderas del 21F y la denuncia permanente del carácter inconstitucional e ilegal de la cuarta postulación de Evo Morales, dentro y fuera del país, continuarán siendo las tareas más importantes de las plataformas ciudadanas, comités cívicos, organizaciones políticas opositoras, etcétera.
2. Al mismo tiempo, los actores de la oposición se irán enfrentando a la necesidad de agregar fuerzas para igualar, primero, y sobrepasar, después, orgánicamente al MAS. De hecho, el proceso de agregación parece haber comenzado en las últimas semanas y podría acelerarse dada la aparición del liderazgo de referencia, y
3. Tanto el MAS y sus aliados, como las fuerzas de oposición, no podrán eludir la adopción de cruciales decisiones en el primer trimestre de 2019: los oficialistas, si mantienen a Evo Morales como candidato, enfrentado a la posibilidad de una eventual derrota; y los opositores tendrán que definir si participan en las próximas elecciones nacionales y cómo lo hacen, evitando, al mismo tiempo, los errores de sus pares venezolanos.