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2024:  Un año de celebraciones y cambios

Homero Carvalho Oliva

El mes de febrero del Año del Señor de 2024 lo llevaré grabado en la memoria, pues en el marco del trigésimo aniversario de la UTEPSA, tuve el honor de ser reconocido como el mejor docente. El aplauso de mis estudiantes y colegas me llenó de gratitud. Recordé entonces las palabras de Albert Camus: “La verdadera generosidad hacia el futuro consiste en entregarlo todo al presente”.

En octubre, con Carmen Sandoval, mi esposa, visitamos la hermosa e histórica ciudad de Salamanca; ella fue a investigar para su tesis y yo para participar del XXVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos. Allí, entre monumentales edificios de piedra y poemas ofrendados, di la razón a Miguel de Unamuno que afirmaba: “Salamanca no es una ciudad, es una atmósfera”. En ese ambiente éramos parte del arrebato que busca en la poesía entender el mundo; entre los muchos libros que me traje, en mi maleta viajera, está la Antología Para sitiar el asombro, que incluye poemas de los poetas invitados al XXVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos.

Luego de la ciudad de la famosa universidad: «Lo que naturaleza no da, Salamanca no presta» y de conocer, maravillados, la Biblioteca de más de setecientos años de antigüedad, Madrid nos recibió con su apasionante energía; allí presenté la edición española de Santo Vituperio, una novela que había nacido de noches de insomnio y exaltación literaria que ya cumplió más de veinte años de vigencia. Sala colmada; cada rostro reflejaba curiosidad. Beatriz Giovanna Ramírez, la directora de la Editorial BGR que la publicó, estaba radiante y feliz.

En mi afán de conectar mundos, un día, a solicitud del Instituto Cervantes de España, recomendé a la traductora Calixta Choque Churata para que tradujera la obra de Federico García Lorca al aymara. Su talento la llevó a la Feria del Libro de Guadalajara, donde las culturas se entrelazan en un abrazo de diversidad. Lorca, quien amó profundamente la poesía popular, estaría encantado con la voz que le dotaba Calixta, convertida en el puente entre dos culturas. Creo que esa gestión me define en el año 2024.

Invitado por Eliana Soza y Sandra Concepción Velasco, me embarqué en un emocionante proyecto: la publicación de la Antología Latinoamericana de Microficción titulada Mosaico: Historias de la Historia; seleccionamos más de cincuenta textos de catorce países. En cada relato encontramos reflejos de nuestra identidad y de la lucha por la independencia, en un tapiz de voces y perspectivas, celebración de la riqueza literaria de América Latina. Esta antología es una obra colectiva que me llena de orgullo.

Este año, víspera del Bicentenario de nuestro país, gané un premio de ensayo sobre el Centro Cultural San Isidro, que ha hecho de sus actividades caminos hacia la paz, en especial el fútbol callejero. Con este galardón puedo afirmar que he ganado en todos los géneros de la literatura: novela, cuento, poesía, ensayo y microficción. Es decir que sigo reinventándome.

El año, que había comenzado con celebraciones, se cerró con cambios significativos en mi círculo íntimo. Carmen está concluyendo su tesis de doctorado, un esfuerzo que la había consumido gran parte del año. Brisa Estefanía, viajera impenitente, regresó a su hogar en la Riviera Maya, de México; Luis Antonio firmó un contrato de trabajo que le abrirá nuevas puertas en su carrera. Carmen Lucía fue traducida a otros idiomas y presentó un poemario distinguido en el concurso Franz Tamayo y, para clausurar románticamente, se casó con su novio, Benjamín Vallejos y se mudarán a la ciudad de Asunción, Paraguay, donde les esperan desafíos y oportunidades que sabrán superar.

Este año ha sido especial para mi familia, y quiero expresar mi más profundo agradecimiento a todos aquellos que nos han acompañado en este camino. Ya sea brindándonos apoyo, motivándonos, o simplemente siendo parte de nuestras vidas, su presencia ha sido invaluable. Gracias por ser y estar. Así, con el espíritu en paz, me dispongo a agradecer los dones que la Divinidad me depare en el próximo año y, por supuesto, a exorcizar los inevitables demonios de los días.

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