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Héctor Flores el poeta con un nudo en la garganta

Márcia Batista Ramos

El escritor y poeta Héctor Efrén Flores nació en Honduras, en 1976; su seudónimo es “Chaco de la Pitoreta”. Es abogado de profesión, fotógrafo, periodista independiente y gestor cultural. Director de la Fundación Educativa Cultural ApoyArte, miembro fundador y actual coordinador del Colectivo Cultural Atrapados en Azul, gerente propietario de la Librería Isla Poesía y del sello editorial AteA.

Publicó varios libros de poesía entre los que se destaca “Versos para leer desde las Trincheras”, 2012; “universo”, 2014; “1976”, 2016; “Sin tiempo ni Distancia”, 2017; “Pitoretas por siempre”, 2020.

También publicó los libros Fe y Alegría: “Entre Las y Los Tolupanes”, 2013; “De la Opción a la Acción”, 2012; “Educación y Desarrollo: los grandes desafíos de las metas 2030”, 2018; “Aquel Tolupan: vida, lucha y martirio de Vicente Matute”, 2020.

Héctor Flores representa un modelo de escritor novedoso, es una mezcla entre poeta e influencer, que lo hace inclasificable porque consigue llegar a distintos públicos.
Su activismo por la cultura como un derecho humano, libre, gratuita y de calidad, se refleja en la organización de eventos que permiten el acceso a todas las personas a las diversas expresiones del arte, en la promoción de nuevos talentos y en una permanente campaña social, que permite utilizar el arte como un instrumento para la recuperación de los espacios públicos captados por la violencia y construir una nueva forma de convivencia ciudadana.

Es coautor de la investigación “Maras y Pandillas en Centro América” 2005; “Derecho Penal y Sistema Penitenciario en Honduras”, 2003; “Honduras: Educación pública de calidad y como derecho”, 2016; “Reescrituras de la Educación pública desde Centroamérica”, 2016; “Educar en Contextos de violencia”, 2018.

Sus poemas fueron publicados en diversas antologías de Europa, África y América.
Es columnista en la revista internacional Latino Rebels, bloguero en Radio Progreso y Equipo de Reflexión, Investigación y comunicación de la Compañía de Jesús, productor de programas culturales virtuales como “Desdé el Acantilado”.

Representó a Honduras como escritor y poeta en más de 70 países en los cinco continentes.

En su poesía, Héctor Flores, utiliza adecuadas dosis de ironía y sensibilidad; su poesía es contestataria y reivindicativa, es muy cercana y representativa del día a día, de la realidad de las mayorías de su país y de todos los países latinoamericanos, que viven bajo las consignas de la violencia y de la pobreza.

Gilles Deleuze decía que crear no es comunicar, crear es resistir y el poeta Héctor Flores, resiste logrando atrapar el ritmo de este tiempo lleno de amenazas, en un país lleno de intimidaciones.

Héctor Flores es rebelde y lo demuestra en su poesía, ya que no sigue patrones, apenas pone en relieve la fuerza del mensaje, sin simulación alguna, frente a todo lo demás, retratando a la perfección panoramas y sentimientos. Escribe poemas que la gente se reconoce en ellos, los entiende porque los vive.

Su penetración expresiva sobre la sociedad hondureña, a través de la poesía, es de una profundidad que sorprende y conmueve, su poesía se está haciendo emblemática de toda una generación, en Honduras.
Héctor, apoya su voz en el dolor que lleva a flor de piel por vivir en un país tomado por las desigualdades extremas, que desbordan en violencia, y como fotógrafo de la realidad hondureña escribe:

“Oda mínima para un Aguan total mente libre
Aguanta pueblo \sé que han de lloverte un día no muy lejano \flores en vez de balas \y sueños en vez de insomnios.\Que vas a levantar el vuelo \como la Guacamaya en la Mosquitia \llena de color y canto, \empecinada y desafiante \sin vientos del norte \y con los aromas del sur.\ Yo vi tus calles ayer \cuando no las asfixiaba el asfalto moderno\las vi llenarse de polvo \y polvear de esperanza, \en los otoños furtivos, a los habitantes \que las pisaban. \ Yo vi tus calles ayer \ cuando no las inundaban ni los inviernos, \ ni la coca, ni los \ políticos, ni los militares, ni la muerte. \ cuando todos nos hacíamos en la utopía de la fe \ y no sufríamos la avaricia del tirano Facussé.\ Aguanta pueblo \ sé que van a venir a vos naves llenas de esperanza \ y en las palmas que hoy te asesinan \florecerá la vida como en jardines. (…)” (Del poemario “Versos para leer desde las trincheras”)
El poeta Héctor Flores, está consciente de que habitamos un planeta hostil, que nuestra sociedad es triste y que las amenazas son constantes; también sabe que la vida tiene precio y para los que ponen el precio, la vida de algunos no vale nada.

Contrario a la cultura de la violencia y la muerte, Héctor Flores, lucha por la paz, los derechos humanos y la vida. Sus poemas, llenos de sensibilidad, contemplan tanto la expresividad poética como el pensar filosófico acerca del hombre aun cuando el tono es más intimista y nostálgico.

Empero, mismo cuando, él no quiere hablar de la muerte y quiere olvidar la herida, su pluma lo delata y deja antever la suma de dolores viejos que punzan su alma de poeta que no encuentra paz en sí mismo y busca la paz en el verso. “1976
De aquella mañana no queda nada \apenas los lamentos de la madre \y el alcohol del padre.\Queda la huella en el tiempo \la nostalgia \y las ganas de volver ahí.\no queda mucho \unos cientos de horas \los ojos de la mujer \y el eco del llanto \rompiendo al mundo. \No queda mucho \solo los mapas del tiempo \y una vieja brújula en la memoria \para volver los pasos \en el momento posible.” (Del poemario “1976”)

Su poesía es inteligente y verdadera, ayuda a recuperar la esperanza, abordar las cuestiones más trascendentes del corazón del hombre individual y del conjunto social en cuanto masa sujeta a explotación e injusticia. Héctor Flores conserva intacto su prestigio y, desde luego, el reconocimiento internacional al mantenerse a la carga contra los tópicos utilizados por los poderes políticos y económicos.

Su vida y combate, su dedicación, su realismo trágico, sus versos, acompañarán a muchas generaciones de hondureños que tienen la vida cambiada por el arte, gracias a Héctor Flores el “Chaco de la Pitoreta.
Héctor es poeta de palabras sencillas, pero de mucha riqueza narrativa y sabe que mucha gente ya perdió (al nacer), pero él quiere cambiar la historia, quiere cambiar el mundo, entonces, promueve el arte para salvar a la gente y mermar su propia impotencia ante el monstruo que se llama injusticia social, mientras lucha crece, con un nudo en la garganta por todo lo que ve, un lápiz en la mano y un bello poema en el bolsillo…sigue.

Al fin que el fin siempre es fin
(Preámbulos)

Para cuando se apague la luz
yo voy a estar ahí
sin complejos
sin miedo
sin reclamos.

Y no harán falta las palabras
ni los intentos
ni las miradas
habremos aprendido lo suficiente
como para romper nuestros silencios sagrados.

No me pidas que te busque ahora
no hay fuerza en mis bosques de salvamento
y se pasan sin control las tormentas.

Para cuando no alumbre ese candíl
vos estarás en calma
y las tormentas anunciadas en meteorología
no van a ser más que susurros
que deslizándose por las mejillas
nos recordarán que esto es vida.

Y no harán falta despedidas
ni regresos
al fin que el fin siempre es fin
habremos aprendido que un instante
si se usa como pensamos
puede ser eterno. (Del poemario “Pitoretas por siempre”)

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