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Virginia Woolf – Cuentos completos

Virginia Woolf es una de las autoras icónicas del siglo XX, quien suele ser más conocida por su ensayo de Una habitación propia o sus novelas como Al faro o Las olas. Woolf es una autora con una prosa bastante particular lo que vuelve difícil su traducción, esta edición de Seix Barral es la primera traducción hecha en Colombia que estuvo a cargo del Colectivo Barbárika. Estos 18 relatos fueron traducidos por el colectivo de forma conjunta, con retroalimentación constante y como un experimento para intentar transmitir de mejor manera las particularidades de la autora.

Virginia Woolf es una autora cuya gracia está en el cómo narró la cotidianidad de su época a través de monólogos y corrientes de la consciencia con una prosa preciosa. De alguna forma, Woolf le dio voz a los pensamientos femeninos tan mirados en menos, sobre todo en esos años, así le dio voz a las preocupaciones de las mujeres. Desde nuestra ignorancia dividiríamos estos relatos en dos tipos principales. En el primero, la autora se centró en la corriente de la consciencia y pensamientos de su protagonista o protagonistas mientras hacían algo muy sencillo. Aquí entrarían los relatos como La marca en la paredKew Gardens Una recopilación, por ejemplo.

En la segunda categoría, la prosa de la autora siguió siendo muy propia, pero mucho más clara y fácil de seguir, pues el foco del relato era el giro que tenía o lo que sucedía en él. Este estilo fue nuestro favorito, aquí entrarían relatos como El legado, La duquesa y el joyero La partida de caza. La autora fue capaz de mantener por completo su estilo muy personal, pero dosificarlo lo suficiente como para permitir que no nos perdamos los detalles de lo que sucedía, las pistas que nos dio y el giro que nos entregó cuando acabó el relato.

Si han leído a Cortázar es probable que el estilo se les haga parecido, pues Woolf logró construir una prosa que mezcló diálogo, narración, pensamientos y cambios de narrador. Sus relatos son cortos, pero te obligan a estar concentrado para poder seguir bien el hilo de lo que está narrando. Al mismo tiempo, incluso así al terminar es posible quedar con la sensación de que no acabamos de entender del todo lo que la autora quiso decir y varios relatos, si no todos, requieren una o varias releídas para ser apreciados por completo.

Hubo relatos en los que no pasó nada importante como en El vestido nuevo, pero la forma en que estaban construidos, los pensamientos, las subidas y bajadas de humor, el caos de las ideas y las emociones resultaron maravillosos de leer. Woolf no tuvo problemas en representar esos ir y venir de la mente, las dudas, la ansiedad, los pensamientos intrusivos, los miedos, puede ser caótico y, a veces, complicado de seguir, pero es una forma bastante cercana a cómo realmente funciona nuestra mente.

Es cierto que, como dijimos al inicio, dio voces a mujeres y representó su cotidianidad de una forma muy bella, llena de complejidad y humanidad. No obstante, en sus relatos también fue capaz de ponerse en los zapatos de personajes masculinos con un resultado tan favorable como en los otros. Por ejemplo, en El hombre que amaba su prójimo retrató a un hombre que moralmente se creía superior y miraba en menos la superficialidad del evento al que se vio obligado a asistir. O lo que hizo con La duquesa y el joyero narrando todo este plan por parte del joyero, su mente y su relación complicada con la mujer.

Algo interesante fue que, sin importar el largo del relato, la autora no solo era capaz de entrar en la mente de un personaje, sino que de varios. Si bien en algunos se centró solo en la mente de su protagonista como Lappin y Lappínova, la verdad es que también hubo relatos que se centraban en un lugar o un objeto e iban cambiando de punto de vista según la persona o las personas que pasaran por ahí, como Kew Gardens. O lo que hizo cuando lo que hacía era narrar la misma situación desde el punto de vista de ambos implicados, como fue el caso de Juntos y distantes en el que leímos a esta pareja que fue presentada y cómo su relación se fue desarrollando desde ambas partes.

Cuentos completos de Virginia Woolf son relatos que deben leer con tiempo, dedicándose a disfrutar cada uno, permitirse la concentración para devorar palabra por palabra y entender que es posible que tengan que volver a ellos de vez en cuando para terminar de entender su complejidad. Sin embargo, desbordan no solo la creatividad de la autora, sino que también un estilo muy propio de su pluma y sus temas recurrentes.

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