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Virginia Woolf – Al Faro

De Virginia Woolf es relativamente común encontrarnos con Una habitación propia en las estanterías de nuestros salones, pero quizás no tanto el resto de su obra. Hoy os traigo Al faro, editado por Alianza, un libro tratado como menor con respecto a otras obras mucho más conocidas como OrlandoLas olas o La señora Dolloway, pero muy interesante en la propuesta.

Al faro narra la estancia en una casa de campo de la familia Ramsay y sus invitados ubicada en la Isla de Skye. Estructurada en tres partes con momentos temporales lineales pero distanciados entre sí por diez años, siendo la segunda un puente de unión, la trama gira alrededor de la familia Ramsay y las reflexiones sobre una visita a un faro y las tensiones familiares conectadas. La primera parte se narra desde el personaje de la señora Ramsay que se dirige a su hijo James mientras reflexiona sobre la relación con su marido y el resto de los invitados. La tercera parte se centra fundamentalmente en tres personajes: Lily Briscoe (una joven pintora invitada por la señora Ramsay) y dos de los hijos de los Ramsay, James y Cam y la relación que mantienen ambos con su padre, el señor Ramsay, un hombre ilustrado y altivo. El punto discordante lo ponen los más jóvenes, quienes intentan romper con lo establecido, salirse de la norma, pero en el fondo solo anhelan un reconocimiento de los mayores que cuando llega les vuelve a imbricar en una sociedad estática y aparentemente tranquila.

La novela apenas tiene acción y brilla en el mundo interior de los personajes. Podríamos aventurarnos a calificar Al faro como un proust light. Una novela que se centra en esa inquietud aristocrática donde todo fluye subterráneamente, donde lo que se ve y se hace son el resultado de unas estrictas formas y códigos y un cuidado respeto a las normas del decoro. La novela es el reflejo del cuadro que podría estar pintando Lily, de una escena costumbrista, sencilla, quizás de un cuadro de Monet o de Velázquez, cargado de sentido y de sensibilidad, con corrientes caudalosas de sentimientos y anhelos, pero en aparente sosiego. Lo ilustra muy bien una frase hacia el final de la novela que dice, “ambos aceptaban ciertas ideas sobre la ineficacia de la acción y la supremacía del pensamiento”. Eso es esta novela, un ejemplo de la supremacía del pensamiento, lo importante no sucede en ningún sitio más que en la mente de los personajes.

Recomendable para conocer a una autora fundamental del siglo XX inglés, fundamental por su lucha feminista, pero también por su aporte a la literatura, especialmente en la profundidad de sus exploraciones de los sentimientos, pensamientos y emociones de unos personajes que valen más por lo que callan y que no dejarán indiferente al lector por ser un reflejo de una época y de una forma de ser y estar en el mundo. Coetánea a Proust no llega a la sublimación del francés, pero tampoco es prescindible porque comparte con él (y otros que pronto vendrán a este blog como Joyce) la predominancia de la introspección filosófica sobre la trama y una prosa retorcida y, en ocasiones, difícil de seguir.

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