Alex A. Chamán Portugal
La Revolución Bolivariana de Venezuela se constituye en un bastión de resistencia frente a las perversas agresiones del imperialismo estadounidense y sus aliados europeos. Estas embestidas, expresadas en sanciones económicas, bloqueos financieros y una guerra mediática, buscan desestabilizar al país y sofocar su modelo de soberanía nacional y justicia social. Ante este contexto, es imperioso que Venezuela profundice una lucha anticapitalista, antiimperialista y antifascista.
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https://circulobolivarianocostarica.blogspot.com/2012/07/rasgos-del-proceso-revolucionario.html
El capitalismo, en su expresión neoliberal, se basa en la mayor concentración de la riqueza y la voraz explotación de los recursos naturales y humanos en beneficio de una élite global explotadora y opresora. Venezuela, con gigantescas riquezas naturales, ha sido blanco de intereses corporativos y políticos que buscan apropiarse de sus recursos estratégicos. Las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos afectan principalmente al pueblo venezolano, exacerbando la escasez de bienes y servicios esenciales. Desarrollar una lucha anticapitalista significa rechazar este modelo de acumulación y explotación, promoviendo en su lugar un sistema económico socialista basado en la justicia social, la distribución equitativa y la soberanía económica a través de mayor producción nacional y ensanchamiento de su mercado interno en beneficio de la sociedad en su conjunto.
El imperialismo estadounidense -enemigo principal de las naciones oprimidas, pueblos del mundo y fuerzas revolucionarias- ha utilizado a Venezuela Bolivariana como campo de experimentación para sus siniestras tácticas de dominación: bloqueos financieros, financiamiento a oposiciones golpistas, el uso de organismos internacionales como instrumentos de presión política, etc. Este hostigamiento no es un ataque aislado, sino parte de una infame estrategia más amplia para mantener su hegemonía en América Latina, a la que considera su patio trasero, perpetuando el inicuo control sobre los recursos y sus políticas injerencistas en la región. Una lucha antiimperialista implica construir alianzas con otros países soberanos como Cuba, Nicaragua, México, Bolivia, etc., así como fortalecer los movimientos internacionales de solidaridad y consolidar una narrativa que denuncie las prácticas imperialistas, fascistas y neocoloniales de Estados Unidos y sus aliados.
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El fascismo no se manifiesta solamente en su forma clásica, sino también en discursos y prácticas que promueven el odio, la exclusión, la estigmatización, la persecución y la represión de los movimientos populares. En Venezuela, la oposición ha recurrido a tácticas violentas, respaldadas por potencias extranjeras, para deslegitimar la voluntad popular expresada en la democracia representativa. El resurgimiento de figuras despreciables como Javier Milei, Donald Trump y Álvaro Uribe con discursos beligerantes refuerzan la necesidad de enfrentar ideologías fascistas que buscan justificar intervenciones militares, así como políticas de opresión y exclusión. Una lucha antifascista debe desenmascarar estas tácticas, promoviendo valores de justicia social, inclusión, democracia participativa y defensa de los derechos humanos.
La lucha anticapitalista, antiimperialista y antifascista de Venezuela es una cuestión de supervivencia y un sustancial modelo para otros pueblos del mundo que enfrentan situaciones similares. Este combate y resistencia necesariamente debe estar acompañada de un fortalecimiento interno: consolidación de estructuras populares, impulso de una economía productiva soberana y fortalecimiento de la prensa alternativa y popular capaz de contrarrestar la atroz guerra mediática.
Venezuela tiene la responsabilidad histórica de demostrar que es posible construir un modelo alternativo al neoliberalismo hegemónico acorde a los pilares de la revolución bolivariana, reivindicando la autodeterminación de los pueblos y la justicia social como principios fundamentales. Ante el acecho imperialista, la cohesión popular y la conciencia de clase serán las armas más poderosas para marchar hacia una efectiva emancipación.