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“Uno y el universo”

Homero Carvalho Oliva

“Uno se embarca hacia tierras lejanas, o busca el conocimiento de hombres, o indaga la naturaleza, o busca a Dios; después se advierte que el fantasma que se perseguía era Uno mismo”. 
Ernesto Sabato.

En la ciudad de la Santísima Trinidad, a media cuadra de la plaza principal vivía mi padre, allí, durante la década de los ochenta, lo visitaba en vacaciones para estar con él algunas semanas, en ese periodo revisaba su pequeña biblioteca en la que ya había descubierto a los escritores del Boom latinoamericano que, en esa época de mi juventud, fueron mi mayor influencia literaria. Entre esos libros y autores, una bochornosa tarde, encontré un libro de Ernesto Sabato titulado Uno y el universo, muestrario de artículos escritos en el año 1945, premiado por un selecto jurado entre los que estaban Adolfo Bioy Casares y Ricardo Molinari; para el joven Sabato sería el libro que inauguraría su prodigiosa producción literaria.

Sin pedirle permiso a mi padre me llevé el libro a La Paz, ciudad en la que yo vivía; el azar, ese otro nombre de la Divinidad, quiso que lo encontrara hace unas semanas en unos cajones de mi depósito; lo hojeé y lo volví a descubrir, porque en cada relectura siempre se encuentra algo nuevo, se trata de una serie de breves artículos o ensayos filosóficos sobre autores, valores, cosas, libros, naturaleza, amor, en fin, el hilo que los traviesa es una aguda crítica a la supuesta objetividad de la ciencia y a su superioridad moral, Sabato llega a la conclusión de que también las equivocaciones, algo muy humano, hacen avanzar a la humanidad.

Se trata de la percepción de un novel Sabato (Rojas, 24 de junio de 1911-Santos Lugares, 30 de abril de 2011), que había abandonado la física por la escritura, la ciencia por la imaginación, y escribía sobre el universo tanto íntimo como el que lo rodeaba. De ahí que, si bien el título puede parecer pretencioso no lo es porque nos muestra a un joven que, años después, reconocería que se equivocó en muchas de sus opiniones, tal como afirma en el prólogo a esa nueva edición: “Durante muchos años me negué a reeditar este librito, a pesar de las insistencias de editores y amigos. Estoy tan lejos de la mayor parte de las ideas expuestas en él que siento, al reexaminarlas, la misma tierna ironía con que miramos las viejas fotos familiares: sí, claro, ahí está uno, ciertos gestos lo delatan, quizá una misma inclinación de la cabeza o una forma de colocar las manos. Pero ¡cuántas arrugas en torno de los labios y de los ojos nos separan! ¡Qué devastación ha traído el tiempo sobre aquella sonrisa y aquel resto de frescura o de espíritu juguetón! ¡Qué abismos se han abierto entre el muchacho de la fotografía y el hombre de ahora! ¡Cuántas ilusiones se advierten allí que han sido agostadas por el frío y las tormentas, por los desengaños y las muertes de tantas doctrinas y seres que queríamos!”.

La serendipia quiso que lo vuelva a encontrar justo cuando estoy mirando dentro mío, navegando en mi propio universo, cuando me cuestiono muchas certezas de mi juventud y de mi vida; quizá por eso este libro se salvó de las sucesivas donaciones que realizo desde hace décadas, supo ocultarse entre otros para que no regale. Al abrirlo, el acaso también quiso que mis ojos se posaran, como un ave peregrina, en un párrafo cuya atroz coincidencia con la actualidad me dejó atónito: “Y en momentos en que, con todo el poderío de sus tanques, Rusia invade a un pequeño e indefenso país como Checoslovaquia, alguien que grita en defensa del pueblo vietnamita, arrasado por la potencia más grande del mundo, no puede sino poner una triste y melancólica marca al lado de los parágrafos que en este libro se dedican a la ilusión soviética”, fíjense que dice “Rusia” al principio y no URSS, recordemos que esto lo escribió en 1968, salvando ideologías la intención geopolítica es la misma que la actual entre Rusia y Ucrania, es decir la guerra como prolongación de la política por otros medios (Clausewitz).

Sabato ordena alfabéticamente sus reflexiones que ha encontrado en el camino hacia sí mismo, como aclara en la cita que uso de epígrafe de este artículo y en este otro: “El Universo de que se habla aquí es mi Universo particular y, por lo tanto, incompleto, contradictorio y perfeccionable” en el que también incluye algunos microcuentos notables. En el prólogo de la edición de 1968, nos advierte que su pensamiento ha cambiado con respecto a algunos temas, como debe ser: «(…) en otros casos deberá tener en cuenta que los veintitrés años transcurridos han alterado muchas de las hipótesis o ilusiones que todavía allí se manifiestan. No imaginaba, por ejemplo, que también por la izquierda se podían llegar a cometer los crímenes que se cometieron en la tiranía estalinista y en la que todavía ahora la imitan; no tenían aún suficiente (y amarga) experiencia histórica para admitir que nada vale luchar por la justicia social si no es al propio tiempo una lucha por la libertad del ser humano y por la dignidad que le corresponde», Sabato militó en el Partido comunista de la Argentina, muchos de mi generación, que creímos en la utopía armada y/o en la izquierda, podemos afirmar lo mismo. Sobre este reposicionamiento, cito al escritor mexicano Héctor Aguilar Camín: «El árbol de la izquierda es frondoso, echa su sombra sobre buena parte de la historia moderna de Occidente. Difícilmente habrá una corriente de pensamiento de raíces tan nobles, árboles tan torcidos y frutos tan amargos».

La poeta argentina María Negroni afirma que este es el libro de un «habitante sucesivo de la ciencia, la ficción y la ética», porque, a través, de sus pensamientos podemos apreciar sus dudas, sus certezas y, su temprana posición humanista de que debemos trabajar por una cultura donde tengan cabida los otros. Recordemos que Sabato, además de ser un extraordinario escritor, entre otras distinciones fue galardonado con el Premio Miguel de Cervantes (1984), se convirtió en “la voz de la conciencia de Argentina”, una voz que, desde joven criticó, por ejemplo, a Juan Domingo Perón (sin embargo, reconocía que Evita era una autentica revolucionaria), a las dictaduras militares y a la corrupción; presidió la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) que publicó el famoso informe Nunca más,

Veamos algunas de sus opiniones, advirtiendo a nuestros lectores que el autor de la novela El túnel, aclara que reivindica el mérito de abandonar esa clara ciudad de las torres —donde reinan la seguridad y el orden— en busca de un continente lleno de peligros, donde domina la conjetura”, he tratado de incluir citas de temas atemporales que tienen una sobrecogedora vigencia, en negrillas va el título original y en algunos fragmentos de sus reflexiones sobre el tema:

Borges: “Las causas eficientes de la obra borgiana son, desde el comienzo, las mismas. Parece que en los relatos que forman Ficciones la materia ha alcanzado su forma perfecta y lo potencial se ha hecho actual. La influencia que Borges ha ido teniendo sobre Borges parece insuperable. ¿Estará destinado, de ahora en adelante, a plagiarse a sí mismo?” (…)  “A Borges le gusta confundir al lector: uno cree estar leyendo un relato policial y de pronto se encuentra con Dios”.

Ciencia: “Ciencia y moral. Un telémetro de artillería requiere el concurso de matemáticos, físicos e ingenieros; pero puede ser utilizado por los ejércitos de un bandolero o por hombres que luchan por la libertad. Los productos de la ciencia son ajenos al mundo de los valores éticos: el teorema de Pitágoras puede ser verdadero o falso; pero no puede ser perverso, ni respetable, ni decente, ni bondadoso, ni colérico”.

Continuidad de la creación: “Hoy es tan real -o tan ficticio- Cervantes como Don Quijote. Al fin de cuentas, nosotros no hemos conocido a ninguno de los dos y no nos consta su existencia o inexistencia efectiva, de carne y hueso; de ambos tenemos una noticia literaria, llena de creencias y suposiciones. En rigor, Don Quijote es menos ficticio, porque su historia está relatada en un libro, en forma coherente, lo que no sucede con la historia de Cervantes”.

Creación del hombre:El doctor Lightfoot, vicerrector de la Universidad de Cambridge, mediante un cuidadoso estudio del Génesis, encontró que el hombre fue creado el 23 de octubre de 4004 a. C., a las nueve de la mañana. «El oficio -en el arte- consiste en que no se lo advierta».

Dios: “En realidad, un censo de opiniones mostraría que buena parte de los sabios creen en un Principio Ordenador. Por mi parte, me parece que la ciencia estricta nada puede probar en este problema. En la medida en que sus hombres pronuncian estas ansiosas afirmaciones no pertenecen a la ciencia: pertenecen a la Teología o a la Metafísica, que tanto odian”.

Fama: A veces la fama se debe a una frase histórica. De todas las cosas apócrifas, las más enérgicamente apócrifas son, quizá, las frases históricas. Dada la naturaleza de la historia humana, casi siempre han sido pronunciadas durante una batalla, o en la cámara de torturas, o al morir en la guillotina. En tales momentos, nadie que no sea un incurable literato pronuncia frases que puedan hacerse célebres por su estilo literario; y las frases históricas son, precisamente, frases pulidas y trabajadas. No hay duda de que las inventa laboriosamente la posteridad —como muchas cosas históricas”.

Fascismo: “La humanidad necesitará mucho tiempo para restaurar estos sentimientos y no sé si podrá hacerlo en tanto las naciones que pueden abrir nuevas y grandes rutas para la historia persistan en el insensato mantenimiento en formas caducas”.

Hombre y mujer: “Habrá siempre un hombre tal que, aunque su casa se derrumbe, estará preocupado por el Universo. Habrá siempre una mujer tal que, aunque el Universo se derrumbe, estará preocupada por su casa”.

Lenguaje: “El lenguaje comienza siendo un simple gruñido para designar todas las cosas; luego se va diversificando y especializando; este proceso se llama enriquecimiento y es alentado por los padres y profesores de lenguas. Pero cuando se llega a tener cien o doscientas mil palabras, se encuentra que el ideal consiste en expresarse con diez o veinte”.

Poderío del lenguaje: «Como en el ajedrez, una palabra no vale por sí sola sino por su posición relativa, por la estructura total de que forma parte. Sólo un escritor mediocre puede desdeñar ciertas palabras, como un mal jugador de ajedrez desdeña un peón: no sabe que a veces sostiene una posición».

Sentido común: “El sentido común ha sido el gran enemigo de la ciencia y de la filosofía, y lo es constantemente. Argumentar la inverosimilitud en contra de ciertas ideas es muestra de una enternecedora candidez. Le pasa a esta gente lo que a aquellos campesinos de Mark Twain que asistían a una función de circo: cuando vieron las jirafas se levantaron y exigieron la devolución del dinero, pues se creyeron víctimas de una estafa”.

Simplicidad de la matemática: “Existe una opinión muy generalizada según la cual la matemática es la ciencia más difícil cuando en realidad es la más simple de todas. La causa de esta paradoja reside en el hecho de que, precisamente por su simplicidad, los razonamientos matemáticos equivocados quedan a la vista. En una compleja cuestión de política o arte, hay tantos factores en juego y tantos desconocidos o inaparentes, que es muy difícil distinguir lo verdadero de lo falso. El resultado es que cualquier tonto se cree en condiciones de discutir sobre política y arte —y en verdad lo hace— mientras que mira la matemática desde una respetuosa distancia”.

Táctica militar: “Como los oficiales egipcios en Caesar and Cleopatra, el general von Kleist declaró, en 1942, que el ejército ruso no había sido aún aniquilado porque los mariscales soviéticos ignoraban las reglas del arte militar”.

Décadas más tarde, quizá inspirado en este libro de manera subconsciente, escribí este verso: Esta noche, mientras miras las estrellas en el alto cielo, deja de pensar y el Universo te pensará. Otro de sus libros, El escritor y sus fantasmas, sería uno de mis libros guías, tanto en la construcción de la novela como indagación de la condición humana como en la escritura de mis ensayos, reseñas y artículos periodísticos, “no hay novela que no sea autobiográfica, si en la vida de un hombre incluimos sus sueños y pesadillas”, afirma el maestro.

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