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Una noche en vela

Si de algo sirven los vuelos nocturnos es que no te molesta ni Cristo.

Una vez pasadas las azafatas, los nervios del despegue y un par de horas de vuelo, todo se calma y el personal empieza a comportarse como si estuviese en casa. Paulo se descalza, Rob se cambia de pantalón, la señora de delante ha traído su propio antifaz y entre almohadita va, almohadita viene, el cuerpo se relaja y el sueño vence. A mí me cuesta, la verdad, pero me ocurre lo mismo en casa, así que aprovecho para escribir esas cosas que en otro sitio no podría.

Me enalmohado todo lo enalmohadable, levanto las patuchas, cascos en orejas y portátil en ristre, como siempre. Manías. Me sigue volando la cabeza la idea del tiempo, viajar hacia el futuro, aunque sólo sea con una hora de diferencia y regresar al pasado dentro de un mes. Es una sensación idiota, lo sé, pero me encantan las idioteces, cada vez me alimento mejor de ellas ; y así, tontada va, tontada viene, termino por encontrar tontería en absolutamente todo. Estos días pasados no han sido demasiado relajados.

La realidad alternativa partidista se ha introducido en nuestras vidas de la manera más vil y estúpida, a través del miedo. El ser humano siempre encontrará a su terrible phlebotomus en alguna esquina del armario, en casa de algún vecino, en la cara de algún desgraciado que haya osado mirarte fijamente más de lo debido, pero cuando llega a través del poder, el desastre está garantizado. Picamos todos, incluso yo, lo reconozco, que voté cabizbaja y cariacontecida, pero lo hice. Me hago mayor.

La idea de votar, en sí, me parece una de las mayores mentiras de esa realidad: elegir un gobierno, como si se pudiera, como si lo hubiera. Una cosa tengo clara, el poder o es absolutista o no es. Dios, el Rey, el Mandamás, tienen que ejercer su poder de manera despótica y soberana, conforme a sus propios intereses, a su escalafón en la pirámide. No hay poder sin súbditos, sin inferiores y el inferior jamás tendrá el mismo valor que el superior, querer igualarlo es un disparate.

Ante la realidad política, la existencia de un inferior es imposible por su propia presencia, tendrá que ser corroborada, fichada, grapada y guardada en una carpeta azul con gomillas. Se necesita a un superior, alguien que de fe, que crea que sí, que eres, que has nacido, que respiras y serás súbdito y futuro votante, contribuyente, consumidor y contaminante, serás ese que no se pertenece a sí mismo, sino al sistema y mantendrá el status quo.

No es sencilla la tarea, o sí, porque la noria está estupendamente engrasada: el miedo, el temor a perder el coche, a no poder tirar la cabra desde el campanario, a ser negro, a ser diferente. Vota, vota, vota, que vienen los malos y os lo quitarán todo. Vota, teme, que vendrán los de fuera y también. Vota, tiembla, que no tendrás un seguro de decesos y tus huesos terminarán en una cuneta. Ojalá. Y mientras, en mis orejas retumban The Church con su maravillosa Another Century: I gotta light a candle for you so you can see yourself in the dark. I gotta get a handle on you so you can see yourself -Tengo que encender una vela para tí para que puedas verte en la oscuridad. Tengo que controlarte para que puedas verte a tí mismo-.

Por tu bien, por nuestro bien, por el bien de la comunidad nacía el hijo del rey, el que le sucedería para que todo siguiese igual, de bien, de mal ¡qué más da! Pero algo sí ha cambiado: las manos del poder. Sigue la canción: And the hand will leave a mark. I gotta get directions off you, can you see yourself. The mirror flare could be anywhere. The night is a liar. Oventhrow the tyrant, oventhrow the tyran -Y la mano dejará una marca. Tengo que obtener tus direcciones, puedes verte. El reflejo del espejo podría estar en cualquier lugar. La noche es una mentirosa. Derrocar al tirano, derrocar al tirano-

Tropecientas veces la he escuchado y tropecientas mil me seguirá encantando. Recuerdo cuando, en el cole, nos preguntaron si queríamos participar en aquello de ¿qué es un rey para ti? Unos dijeron que sí, otros que no, otros nos callamos porque no teníamos la menor idea de para qué servía. Sabíamos para qué servían los bolígrafos y estar allí, sabíamos lo que nos decían nuestros padres, que si no rezas vas al infierno, que si eres malo, también y si no te duchas, no comes, no duermes a tu hora, juegas de más, sueñas demasiado… todo terminaba en el mismo sitio. La cosa es que no se participó en concurso alguno, por lo menos yo no lo hice, pero aquella maldita pregunta ha estado sin respuesta hasta hace unos años ¿para qué sirve un rey? Para adornar las paredes vacías de los organismos, para hacer cuadros, monedas y bodas. Para que vivan los modistos y revistas del corazón. Un rey es una imagen, una valla publicitaria, como el dios de la Plaza de España, el que pide que rece todos los días a las 3 y siempre olvido.

La tele nos dice que un rey es el Jefe del Estado, un tipo que va y viene, que tiene hijas, dos, y una mujer republicana. Mola muchísimo que la reina tenga el parecer tan casquivano como sus súbitos. Es un rey demócrata, un rey que firma lo que le ponen en la mesa y poco más, como un notario. Ha dejado el absolutismo en otro lado, a otros, a traspasado sus poderes, entonces ¿para qué sirve un rey? para entretenernos, para que lo pelemos a él y a toda su santa parentela, para que veamos cómo se pelean por salir en la foto con las niñas, las rubitas, pobrecitas mías porque las convertirán en lo mismo, en bufones. Y algunos piden la abolición de la ley Sálica.

Desgraciados. Sirven para casarse de blanco y boato, para ir a la cárcel, para ponerse hasta las trancas de sustancias prohibidas, para tener amantes… en definitiva, para lo mismo que cualquiera de nosotros, entonces ¿para qué necesitamos un rey? Para nada, nothing, nichts res, intet, rien, ekkert, nihil, niks… el cambio de idioma no altera el producto. ¿República, entonces? Repu¿quépaqué? Si hasta ahora el rey no ha servido para nada, podemos carecer de él, dejar de pagarle el sueldo y cambiarlo por cromos.

Te cambio un Messi por un Leticia, un CR7 por un JCI, un bufón por otro bufón. Estuuudia, me decía la mama, y yo estudiaba. Ay, equivocamos el oficio. “Another night I’d settle for you, you can see yourself. Every morning and everywhere. Today is a liar. Undergo the silence, undergo the silence. And in the fading light I saw. When you asked yourself. Why has this happened to me once or twice” Ya lo creo que me conformaría, una y mil veces, me conformaría. ¿Y el gobierno? existe o sirve o qué es el gobierno? En una sociedad capitalista y globalizada, el poder económico lo ha engullido todo.

Es insaciable el dinero, nació por y para ser acumulado, no esparcido, no democrático, no igualitario, es el poder supremo, la máxima autoridad del humano, una vez muerto dios y convertido al rey en igual. El gobierno se ha convertido en lo mismo que el rey, en un escaparate, en algo anecdótico que nos pregunta cada cuatro años si lo queremos o lo queremos y, aunque no lo queramos, lo queremos y lo votamos y, si no lo votamos, lo tendremos. Esa es la razón por la que los llamados Estadistas, se han convertido en los padres de una niña asesinada, en una que da risa al abrir la boca, en el hijo de, el coletas o un tio guapo.

Alguna razón tenía Bono, el ya no calvo, en aquello de bronquear por no llevar corbata o no guardar las formas debidas, pero a nosotros no nos importan las formas, nos importan los resultados, y aquello se fué deteriorando, porque ni resultados, ni formas, ni vergüenza. Y no quiero decir que la corbata otorgue algún poder sobrenatural a quien carece de todo, de la misma forma que una gorra no te hace maleducado, digo que si lo único que hay son formas, al perderse, ya no queda nada y vamos por libre. Si alguien me preguntase si me importa, la respuesta sería clara: no. Tengo claro, desde hace bastantes años, que somos más de los necesarios, más que la posibilidad de producción.

Sobramos muchos, casi todos, y que lo que hay es para quien puede tener o tiene poder, que nos hemos dado cuenta todos a la vez de esto tan obvio y que cada cual busca su salvación por donde puede. Vamos en tropel, a ver quien sube primero y guarda la silla al familiar, al colega, al rubito, a la tia buena, al que come igual, al que tiene alma… “ In the fading night I heard When they shoot themselves How did this happen to me Once or twice ,once or twice. Something nice might have come of it, something nice might have come of it. I gotta light a candle for you so you can see yourself…” Algo bueno podría haber salido de aquí, sí y yo sigo diciendo que sí ha salido porque abajo, donde la gente no puede moverse, donde no hay más que muerte, algunos salen a flote con ayuda de otros.

Es entonces cuando aparecen ojos, bocas, orejas y dientes. Donde eso que llaman felicidad, aparece porque, al fín y al cabo, todos buscamos lo mismo: ser reconocido por el otro y eso, queridos míos, es lo único que importa. Existes si alguien te ve, si te reconocen con tu simple presencia y no porque un papel, archivado entre moho, lo dicte. Hace sol en Adana y la mezquita parece preparada para volar, seis misiles la circundan. Yo no viviría ahí dentro, pero bueno, el hombre sabrá lo que hace con su vida o lo que le dejan hacer o yo qué sé. Van a ser las nueve de la mañana y la civilización ha llegado. Bonita ciudad, sin duda.

P.D. Y estos son los efectos de una noche en vela, volando hacia Turquía porque a un tarado se le ha ocurrido hacer una ruta turística de una tragedia humana. Tócate el tambor, Manolo, a ver qué sale de aquí, pero me temo que no lo que pidieron. Y que le den a las comas.

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