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Una Mirada a la Novela Boliviana

Sisinia Anze Terán

La novela como producto de una compleja práctica ficcional, a través de la cual exploramos una infinidad de mundos desde múltiples perspectivas, para luego traducir esas experiencias y transmitirlas a través de una historia coherente y posible, tiene un amplio desarrollo en este país.

Tradicionalmente, la novela boliviana se ha proyectado de manera lineal y ascendente en cuanto a cantidad de autores y temáticas destacadas. Sin embargo, según varios investigadores, a finales del siglo XX, la literatura boliviana empezó a alejarse del compromiso social y de la tendencia realista para explorar otros paradigmas. Sin duda alguna, a partir de entonces, la literatura boliviana fue adquiriendo nuevas características, con diversos estilos, y múltiples tonos, más acordes con los tiempos modernos.

Mi atención se enfocó en la novela nacional, gracias a las tertulias en las que participo con otros escritores y que han ido despertando en mí la necesidad de familiarizarme mucho más con obras de autores bolivianos sin dejar de lado las de corte internacional.

Desde una perspectiva personal y por la manera que llegaron determinados libros a mis manos, los he clasificado de la siguiente manera:

Al igual que en toda Latinoamérica, la novela histórica siempre ha sido un género muy difundido. En 1885 se publica Juan de la Rosa, de Nataniel Aguirre. Obra acerca de la Guerra de la independencia, la cual muchos consideran la novela boliviana fundamental. Son tres los eventos que han inspirado la mayor parte de las novelas históricas bolivianas: La Guerra de la Independencia, La Guerra del Pacífico, como se llama la Guerra con Chile, y la Guerra del Chaco con el Paraguay.  De la Guerra del Pacífico valoro, entre otras, a Guano Maldito, de Joaquín Aguirre y La División Errante,de Adolfo Cáceres Romero; de la Guerra del Chaco: Aluvión de Fuego de Óscar Cerruto, Chaco de Luis Toro y El Charanguista de Boquerón de Adolfo Cáceres Romero. En estos últimos años, generalmente de la mano de una oleada de revisionistas históricos que vienen refrescando los sucesos más importantes de la historia nacional, he podido leer las siguientes novelas: Qué Solos se Quedan los Muertos, de Ramón Rocha Monroy, que es una biografía novelada de Antonio José de Sucre y El Tesoro de las Guerras, de Homero Carvalho. Por mi parte, queriendo hacer un aporte a la literatura histórica de corte reivindicatorio escribí Juana Azurduy – La furia de la Pachamama, en 2017.

La literatura boliviana de mitad del siglo XX pasó a centrarse en situaciones que acontecían en las ciudades capitales como espacios promotores capaces de recrear situaciones de ficción muy ricas y novedosas, así como enjuiciar a las ideas establecidas en una sociedad pre -moderna. De Temática social y política, entre otras, se destacan Gaby Vallejo con su imperdible obra llevada luego al cine, Hijo de Opa, Homero Carvalho con La Maquinaria de los Secretos, Adolfo Cáceres con Octubre Negro, Ramón Rocha Monroy con La Casilla Vacía, Amalia Decker con Mamá Cuéntame Otra vez, Luisa Fernanda Siles con El Agorero de Sal.  Otros autores, con muy buena aceptación que me agradaría destacar son Marcelo Quiroga Santa Cruz con Los Deshabitados, Jaime Sáenz con Felipe Delgado, Homero Carvalho con Santo Vituperio, Juan Pablo Piñeiro con Cuando Sara Chura Despierte y Magela Baudoin con El Sonido de la H.

La novela boliviana contemporánea no quitó de vista a lo que ocurre en otros ámbitos, tocando problemáticas como la migración latina a Estados Unidos, las encrucijadas de la ficción en temas históricos, la problemática de las minorías y su inclusión en la literatura. Es, en definitiva, un momento de riqueza, de variedad y talento. Entre las obras de reciente producción que más han llamado mi atención puedo mencionar a Edmundo Paz Soldán con su novela Iris, a Giovanna Rivero con Helena 2022: La Vera Crónica de un Naufragio en el Tiempo, a Miguel Ángel Gálvez con La Caja Mecánica, a Alisson Spedding con De Cuando en Cuando Saturnina y a Maximiliano Barrientos con su obra En el Cuerpo una Voz.  

La novela boliviana vive un ciclo de definiciones constantes. Espero pronto un nuevo movimiento cargado de frescura e innovación por lo que estoy siempre pendiente a encontrar nuevos tesoros que nutran nuestra literatura.

Por lo pronto, la novela boliviana se encuentra saludable, continúa con su porfiada búsqueda de identidad y renovándose constantemente, en procura de mantener el paso que el mundo de hoy, el desarrollo tecnológico y la era del conocimiento imponen.

Finalmente, aunque todavía no he leído todas, me parece relevante para quienes quieran incursionar en las letras bolivianas recomendar la lectura de Las 15 novelas fundamentales de Bolivia elegidas por el Ministerio de Cultura con apoyo de la Embajada de España en Bolivia y un destacado Comité Editorial. Éstas son: Juan de la Rosa de Nataniel Aguirre, Felipe Delgado de Jaime Sáenz, Jonás y la Ballena Rosada de Wolfango Montes, Los Deshabitados de Marcelo Quiroga Santa Cruz, Tirinea de Jesús Urzagasti, La Chaskañawi de Carlos Medinaceli, El Otro Gallo de Jorge Suárez, Aluvión de Fuego de Oscar Cerruto, Matías, el Apóstol Suplente de Julio de la Vega, Raza de Bronce de Alcides Arguedas, Íntimas de Adela Zamudio, Relatos de la Villa Imperial de Potosí de Bartolomé Arzans de Orsúa y Vela), El Loco de Arturo Borda, La Virgen de las Siete Calles de Alfredo Flores y El Run Run de la Calavera de Ramón Rocha Monroy.

Sisinia Anze Terán es novelista boliviana

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