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Un coctel de realismo mágico en el cuento «La Biblioteca de Babelia»,

Carmen Concha-Nolte (*)

Homero Carvalho (Beni, Bolivia, 1957) es un renombrado escritor, poeta y gestor cultural. El primer reconocimiento internacional lo obtuvo al recibir el Premio latinoamericano de Cuento, México, 1981 y el Latin American Writer’s de New York, USA, 1998. Desde entonces, premios, festivales, condecoraciones, poemarios, coloquios, talleres, traducciones y una treintena de antologías donde figuran sus cuentos alrededor del mundo han ido in crescendo para ganancia de sus lectores. Entre sus galardones y méritos, quiero detenerme en su cuento más reciente, «La Biblioteca de Babelia», el cual ha aparecido en el último tiraje online de la Revista Cronopio, edición 95, junio, 2022.

Apuntando el hilo argumental de «La Biblioteca de Babelia», éste toma lugar en la Gran Amazonía, que subsiste gracias a la «goma elástica». En este trayecto, la economía sufre un revés, aparece el primer «biopirata». Para superar la crisis, se proyecta un plan turístico: construir una biblioteca sin precedentes. La mayoría apoya la idea, incluyendo al «imán». La alcaldesa, escritor, arquitecto, viuda y todos se unen al proyecto. La página virtual de Babelia colapsa, y a pesar de esto, los visitantes llegan en plena construcción del edificio. Entre tanto, la mano de obra de Babelia tiene que reforzarse en el sector hotelero… «la euforia se apoderó» de citadinos y del mundo. Pero, todo dio un vuelco, incluso las «bóvedas sagradas» se ven invadidas. A la postre, algo sin precedentes ocurrió.

Observando su contenido, bien podría entenderse como una defensa del libro, una oda o como un cuento bajo el tenor del realismo mágico. Sobre este último esbozaré mi comentario. Ramón Alcaraz, Instagram (febrero 27, 2022), presentó 9 cócteles literarios bien ilustrados. En el correspondiente al movimiento literario del realismo mágico apunta: Licor de realidad + sirope de extrañeza + Pequeñas dosis de maravilla, y adjunta Agitar con la ilusión. Intentaré aclarar cada ingrediente de este realismo mágico del grandioso cuento «La Biblioteca de Babelia».

Bajo el ingrediente Licor de realidad, diremos que Babelia es una población con 80.000 habitantes. Sus personajes son variopintos: una alcaldesa comprometida con su ciudad, los políticos la apoyan para ganarse al electorado, las coimas no se dejan extrañar, un lustrabotas juicioso dice «más alto el edificio, mayor la comisión», el escritor y el poeta propinan ideales. La reina de belleza lanza sus comentarios al igual que la abadesa ante la prensa, y mucho más.

En cuanto al sirope de extrañeza, hay acontecimientos, manifiestos, posturas, frases, denominaciones asombrosas. Entre todo se destaca: «colosal biblioteca» nunca imaginada en el universo. El cura alude a la «Biblioteca de Alejandro»; la clarividente, a «alfabetos desaparecidos». Una abadesa ex anarquista recurre al centurión bíblico. La filóloga Irene Vallejo anuncia un saqueo de libros para vendérselos a Babelia. Se descarga, sí, libros «en la playa». Antes de la inauguración, los libros se almacenan en sitios extraños: terrazas, buhardillas, estantes de ropa, servicios higiénicos, callejones. El oleaje libresco es comparado a la «Gran ola de Kanagawa». Las feministas protestan contra el «edificio falocéntrico». Y, el presidente convierte Babelia en centros de refugio. Muchos turistas hacían sus «necesidades» físicas en cualquier lugar. El ermitaño filósofo habló después de tanto desbarajuste escuchado y profanado.

En lo concerniente a la dosis de maravilla, hay una relación con la referencia del párrafo anterior. Aunque, de antemano, sabemos que extrañeza no alude a una maravilla necesariamente. Bien. Es maravilloso comparar el camino del filósofo con el «hilo de Ariadna». Cien pisos del edificio es nombrado inicialmente «torbellino de libros», «colosal biblioteca», «biblioteca absoluta y perfecta», «titánico edificio», «biblioteca universal». Todos los citadinos entronizan el proyecto como si fuera una de las siete maravillas del mundo antiguo. Eso es portentoso, admirable.

Alcaraz, por último, nos recuerda que, en el coctel, hay que agitar la ilusión, y vaya que el edificio permitió que todos alucinaran y fantasearan: se vería, en Babelia, «selfies como […] la torre Eiffel». Organizaban festivales en «homenaje a cualquier cosa», los turistas comieron y durmieron sobre las enciclopedias para no perderse la inauguración del edificio.  En resumen, el «torbellino de libros» avivó las ansias del pueblo en dimensiones extremas, sin pensar que esta tropelía iba a desaparecer todo presupuesto. Allí se dio la sacudida final, la cual me reservo para encender los fueros de la lectura de «La Biblioteca de Babelia», del genial Homero Carvalho Oliva. Los dejo con su obligada lectura:

(*) Carmen Concha-Nolte (Perú). Lingüista, UNMSM, Lima. Maestría en Literatura Peruana. Publicaciones: Alma Mater,15. 1998; M. Escritura, Mental Red (España), otros. En poesía Antología 2021 (Mujer T. 2021), Rev. Literaria Trinando, N. 38; antología El verdadero nombre de las cosas, Escuela de Escritores, alumnos 2021-22. Madrid. y Tigres para Juan, Brevilla. Chile, 2022. Análisis y reseñas en Rev. Las Críticas, «Proceso de escritura en “Este maldito sol de agosto”» de L. Elphick, junio, 2022. Aporte en Revista Kametsa (julio, 2022). Vive 21 años en el estado de Washington, USA.

Dibujo: Arturo Suman

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