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Tertulia literaria e intercambio de libros

Cerrando el año un grupo de poetas leerá sus textos en Desiderata, un café de barrio, ubicado en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. La cita será el martes 27, a horas 19:30 y está organizado por la poeta Mireya Ottaviano Díaz. La idea es la de compartir lecturas en la que participarán poetas de varias generaciones tanto jóvenes como consagrados; además quienes asistan podrán intercambiar libros de cualquier género: poesía, cuento y/o novela.

Entre los asistentes estarán, Gigia Talarico, Silvia Rósza, Pablo Carbone, María Claudia Ardaya, Lucía Carvalho, Sandra Velasco, Hilda Cuéllar, Ramiro Jordán y la escritora y bloguera española Diana Plaza Ortiz, todos ellos convocados bajo el lema del escritor Ives Bonnefoy quien afirma que “La sociedad sucumbirá, si la poesía se extingue”.

Inmediaciones presenta un adelanto de los poemas que los poetas leerán la noche del martes.

 

Gigia Talarico

 Suicida

Abriendo una ventana

a la locura

hoy un ángel abandonó su reino

y ha venido a buscarme
 

Toma mi cuerpo

desnudo

de vida y de algas

me besa furioso

y me envuelve en

sus alas de plata
Es la noche

y la luna navega

imperturbable

en este mar salado

que ayer era distancia.
 

 Silvia Rósza

Estoy habitada por seres…

Estoy habitada por seres de maíz y de arcilla

por hombres de lanzas y pies nómadas,

por mujeres de Violeta y hombres de puño y grito;

habitada por espuma salada y esquimales inviernos

por palmeras reacias al viento

por truncados sabores de infancia

por rostros sin nombre

por dolor en las huellas

por               en el alma

habitada

por ausencias

siempre.
 

Lucía Carvalho
Territorio

Este no es un cuerpo

es   un nido

hecho con ramitas

hojas

gusanos,

saliva
Y esta no es vida

es un papel

juego de rol

si tiro los dados
¿A dónde voy?
¿Decido yo?
 

Este no es un cuerpo

es un refrigerador

que   guarda   partes

tripas

entrañas

envasadas al vacío

y solo se leen fechas de

expiración

información nutricional

engañosa

Instrucciones que nadie lee nunca

pero que todos las conocen

y en ese todos no estamos todas

porque sin importar las olas que vinieron

y las olas que vendrán

Falta una pieza

mi derecho

en

este

cuerpo
 

María Claudia Ardaya

Soy

Soy la de los días nublados, la de tormentas oscuras. La que habita en el silencio y se une con el viento, soy la niña locuaz y la mujer ermitaña, la que tiene miles de mañas y secretos. Soy el ciego sin voz, la bruja sin magia, la calma sin paz, lo etéreo sin el tic tac del tiempo. Soy mis rizos mojados y sueltos, la sonrisa que no muestra dientes, el cielo sin estrellas, la noche sin tu cántico.

Soy la ambigüedad de la tristeza y el llanto; y las infinitas ganas de vivir deseando morir. Soy el arcoíris con tonos grises que al final de la lluvia siempre encontrará la forma de salir.

 

Pablo Carbone

Ateísmo solemne

 

A falta de un dios,

menos despistado,

menos agua trémula;

busqué resonancias suntuosas,

cuerdas perversas y letras

que incendiaban los rostros morbosos;

y en la línea delgada,

en la solemne misiva;

hubo apariciones divinas,

cofres floridos;

que hechizaron la herida de la lumbre,

el altar de las arañas;

y fue un encuentro incandescente,

un rumor de astillas secas,

una ausencia de tormentas.
 

Diana Plaza Ortiz

Colibrís

Tres colibrís se pelean, violentos, en torno al cacillo donde un gotero de plástico deja, a cada instante, una gota dulce, preparada para atraer sus atenciones.

El lugar se llama la casa de los colibrís. Los turistas, complacidos, sonríen. Pueden hacerse fotos con un colibrí de cerca, apenas a unos centímetros de sus caras, quizás sea la única vez en su vida que puedan hacerlo. Lo más cerca que hayan estado de un ser vivo tan hermoso.

Hacen cola delante del cacillo, para tomar la foto. Antes de disparar, repiten muecas que creen distintas a otras, seleccionan el encuadre que elimine cualquier borde redondeado del gotero —como si no existiese—, y permanecen insistentes hasta que el colibrí les brinda la posición que desean guardar para el recuerdo.

Enseñarán las fotos que hacen hoy, al regreso en sus jaulas cómodas y caldeadas, en ciudades estresadas, lejos del trópico. Envueltos en la abundancia de objetos inertes que los rodean, recordarán estos días con la nostalgia de una libertad perdida, donde eran seres vivos lejos de sus costumbres, en contacto con otros seres vivos de naturaleza salvaje. Soñarán entre sus sábanas calientes made in China, con nuevos viajes donde vuelvan a sentir que pueden ser parte de algo vivo y hermoso, como lo fueron, por el instante que duró una foto, junto a estos tres pájaros embriagados.

Sin embargo, sólo hay que mirar un par de metros alrededor del gotero para verlo. Con nuestras cámaras en mano, somos pobres colibrís amaestrados, que renunciaron a su naturaleza salvaje por un poco de agua con azúcar. Nos peleamos, furiosos, agitando veloces nuestras alas, en torno a la droga que nos excita, mientras nos fotografían otros, como si fuesen turistas extranjeros equipados de pies a cabeza con prendas protectoras, impermeables, estancas, que repelen las salpicaduras de nuestros movimientos. Exhibimos nuestro plumaje único frente a ellos sin pudor, discutiendo, peleando, piando fuerte para reclamar una única gota de agua con panela que nos embriague y sacie nuestro deseo programado. Hasta que su efecto azucarado abandone nuestra sangre y volvamos, sin habernos ido, a nuestra trampa. Como un hogar cómodo y caldeado —que llamamos nuestra casa—, rodeado de objetos que pensamos elegidos, y sábanas limpias que envuelvan nuestros sueños de viajes exóticos, donde otros pájaros bailen para nosotros. Creyendo que somos lo que ya no somos, porque lo vendimos por el instante que nos brinda una gota de agua envenenada.

Mireya Ottaviano Díaz

Dibujar fuera de la línea  

Recibí siempre y sin faltar, malas calificaciones por pintar fuera de la línea marcada.

Las letras cobraban vida y danzaban en un papel lleno de líneas horizontales que mi mente no aprendía eran para escribir sobre ellas.

Borrones y el lápiz rojo marcando mis errores… una constante en mi vida.

Creo que no me esmeré en cumplir lo establecido. Más bien me preguntaba los porqués y los motivos.

No todos tenían respuestas, pero cuando una encontraba, me placía en argumentar que había nuevas formas de pintar, escribir o dibujar.

Recibo hoy, sin faltar, desacuerdos por pintar por fuera de la línea.

Seguiré buscando los porqués y los motivos.

Si no tienen coherencia y son simples estipulados, buscaré en otro lado, mientras pinto por afuera.

Sandra Velasco

Un día

Y un día solté de mis manos las rosas con espinas.

Salí a caminar y me encontré con un mundo conocido pero diferente.

Renací, después de haber muerto sin justificaciones y sin compasión.

Descubrí que tenía familia de alma, mis iguales también estaban perdidos y buscaban encontrarse.

Ellos tenían una marca en el corazón, también eran hijos del viento y se movían con las melodías danzando con sonrisa al sol.

Tenían estrellas en sus ojos

Y sus miradas estaban más allá del horizonte.

 

Hilda Cuéllar

Saudade de voce

Te escribiré en la elipsis de la noche cuando no haya testigos,

y el silencio calle y los astros griten tu nombre y mi corazón también,

y con la estrella fugaz que se cruza por el firmamento te daré las buenas noches,

mientras tú duermes, el viento que circula por fuera de tu casa

se infiltra por las hendijas y te acaricia suavemente el dorso por petición mía.

 

Es inocente la luna esplendente que ronda la callejuela

y sorprendida se detiene al ver que hay un lucero que fulgura

y está vigilando tu ventana,

urdiendo está la melancolía de cómo entorpecer tu tranquilidad.

Vedada está la desparramada soledad para no estropear tus días.

 

Y cuando te despiertes:

Si vas por el arcoíris; detrás iría mi amor.

Si pasaras por el riachuelo; escucharías mi voz.

Si apartas la soledad y la melancolía; sabrás que

esperando por vos estoy yo.

 

Ramiro Jordán

Una hoja

Encontré una hoja de papel vieja y ajada

me pidió rejuvenecerla

empecé a juntar sobre ella letras oraciones y frases

poco a poco se amontonaron sin orden ni concierto

formándose un montón desordenado y caótico

Después de reposar una noche me dijo: Déjame que ordene este desorden, sin prisa mas sin calma fue extendiendo el desorden.

Poco a poco formó frases sobre niños jugando en el parque, salidas y puestas de sol llenas de recuerdos, reunión de amigos inolvidables, el adiós a seres amados, zapatos gastados de tanto caminar, caminos empedrados de recuerdos, hijos que crecieron, nietos que llegaron.

Antes de la última línea se detuvo y me dijo: Te toca

Luego de leer una y otra vez lo único que me quedó decir fue AMÉN

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