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Soldaditos de juguete

No recuerdo el contexto porque no es importante. García Linera hablando que él era hombre de guerra; supongo que su hermanito también. Que no se sentía a gusto en la paz, y así. No había tal. El pollo escapó. Mirando hacia atrás, nadie los perseguía. Bien podían quedarse en el Chapare y combatir. Pero, claro, niños ricos, para qué ensuciarse en algo que no era de ellos. Huevos allí, no hay.

¿El pollo mayor? ¿El curaca? Ese no esperó para salir corriendo. Contaba con aeropuerto, territorio amplio y quizá autosuficiente. Con miles de narcos, llamados cocaleros, dispuestos por unos pesos, alcohol, pasta base, a asesinar, violar, robar. Esa es la gente que torturó y mató a los esposos Andrade, la turba inmunda, criminal. ¿Qué otra cosa necesitaba el niño travieso, y avieso, Evo Morales para quedarse y combatir? No posee la crin de potro para hacerlo; este supuesto indígena tiene los pruritos de un caniche hembra. Perra que no presidente; rata que no estadista. Desde lejos rebuzna, como lo hacen los cobardes que me insultan por lo que escribo, los que me amenazan con romperme “las caderas” cuando vaya con “mis libritos”. Veríamos qué dirían con un caño en la boca sucia. Al dispararse no balbucearían mucho ni perderíamos nada. Hay gente vegetal, maleza que se arranca y punto. ¿No era momento para una lucha armada, para una épica guerrillera? Pero no, había que huir con carga de cocaína y montón de pañales, huir con dos amantes el comandante ambidextro. Para eso sirven, personajes de letrina.

¿Y el otro? ¿El Quintana? Temí verlo aparecer vestido de negro, con el característico sombrero redondo del vietcong. Que apareciera en bicicleta con bolsita de arroz, ametralladora, y desatara la ofensiva del Tet. ¿Y qué pasó? El ratón carecía de traje negro y había dudas sobre su virilidad. Una cosa es andar en puestos de frontera con putas y guardaespaldas, otra es combatir. La guerra, guerrilla, resistencia es una; el poder es otro. Macho bragado y comprobado, no; putañero sí, y asesino de espalda ¿pero vietcong? Ni siquiera nuera del vietcong. Culebra de arrozal que tampoco se enfrentó a los hechos. Se escondió debajo de las faldas de la embajadora mexicana, tal vez para que lo disfrazara de Adelita, como lo hicieran los federales en la toma de Zacatecas (o Torreón) cuando se vistieron de viejas para escapar de la ira del Centauro del Norte, Pancho Villa.

Si estamos entre puro guerreros. Parecen sacados de Game of Thrones, de espada y hacha. Tal vez la Montaño, hembra del caudillo, tenga más vigor y fortaleza que los otros cuatro: las dos Linera, la Morales y la Quintana, el renombrado cuarteto Las Jilguerillas para un público mexicano que adora el corrido. Y estos corren bárbaro, más rápido que cualquier corrido popular. Conste que esto es insultar injustamente a las mujeres. Lástima que en español no existe el “it” para nombrarlos: el coso, el nabo…

Liebres, galgos, jerbos, a ver cuál más rápido.

Río (es bueno reír) porque un amigo me envía una nota de El Universal donde cuenta que la recaudación pro-Evo de los representantes mexicanos en el congreso da un monto bien redondo de 0 pesos. Otro amigo desde Santa Cruz me dice que habrá que organizar una kermesse en su beneficio. Poner unos muñequitos cabezones con las cerdas del Imprescindible y bajarlos a pedradas por un premio y un pago destinado a que Gabrielita y él no perezcan de hambre en la urbe del fin del mundo. Porque entre jale y jale, un choricito no viene mal…

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