Márcia Batista Ramos
“Yo tengo el sueño de las costureras, repletas de encomiendas, fatigadas en vísperas de fiestas.” Manuel Bandeira
La vida pasa como las nubes en el cielo y mientras pasa, va cambiando de forma, siempre irrepetible. Abrí la ventana sin fascinación y el día estaba allí, con el cielo azul y una pequeña nube en forma de caracola que se partía al medio. El azul interminable del cielo difuminaba los minutos, mientras yo observaba a simple vista, su simplicidad de una belleza rara. Automáticamente sentí, el dolor o los dolores de la existencia, sumado al sentido de incompletud de la vida, esparcidos en la inmensidad del azul del cielo, quejándose del mundo y de todo lo que existe en él, que maltrata. Siempre sucede lo mismo, aparece un sentimiento súbito de abandono en medio del azul que clarea el día.
La retahíla repetitiva, aburrida y hueca, de una astuta y casual inocencia, otra vez llegó a mis oídos traída por el viento. Eran recuerdos apilados, presumidos, inventados en el último momento; reflejando una psicosis propia de los enfermos mentales que se sienten perseguidos.
Por más vivos que parezcan los recuerdos humanos, siempre se forjan en el momento presente dijo la psiquiatra Veronica O’Keane, que ha dedicado muchos años a observar el modo en que memoria y experiencia se entretejen. La psiquiatra afirma que: “De cierta forma, toda nuestra memoria es falsa”. Asimismo, afirma que es de la experiencia subjetiva, de donde debe partir cualquier explicación que se le trate de dar a la psicosis. Toda sensación, ya sea una voz, un olor, una percepción táctil, una imagen visual, ya sea “psicótica” o “real”, ya se haya visto estimulada por algo del mundo exterior o porque el cerebro se dispara sin razón aparente y sin el intermedio de una sensación externa, se experimenta como algo real. Los psicóticos perciben subjetivamente sus experiencias como experiencias reales, por lo tanto, son inconfundiblemente ciertas. Referidas como experiencias como algo real, aun que implícitamente son psicóticas. Es una “analepsis” o sea un recuerdo vívidamente experimentado.
En su libro El Bazar de la Memoria: cómo construimos los recuerdos y cómo los recuerdos nos construyen, Veronica O’Keane, profesora de Psiquiatría del Trinity College de Dublín, describe cómo el cuerpo es el receptor de sensaciones, las sensaciones crean la memoria, y la memoria define a las personas. La psiquiatra Veronica O’Keane nos explica, a través de su experiencia terapéutica, las redes neurológicas y los procesos que intervienen en la memoria; brinda además ricas perspectivas filosóficas y literarias. Ella utiliza en su libro las grandes obras de la literatura para explicar el funcionamiento del cerebro humano.
Samuel Beckett, un brillante observador de los estados de angustia, escribió: “Yo no soy un intelectual. Todo lo que soy es sensación”. La psiquiatra Veronica O’Keane comenta: “-Samuel Beckett, capaz de crear un mundo en el que no hay anclas, en el que no hay tiempo, espacio y a veces ni siquiera hay persona. Esas son precisamente las anclas a través de las que se construye la memoria, en un nivel celular del cerebro. Beckett se deshizo de ellos. Fue capaz de eliminar esos elementos para demostrar la materia cruda de la que estamos formados, debajo de todas esas estructuras que utilizamos para dar sentido al mundo.”
Cuanto a la función cerebral, muchos de los grandes escritores no eran normales, la psiquiatra Veronica O’Keane dice sobre las novelas de Dostoievski, por ejemplo, que revelan a un autor con trastorno maniático, porque tenía periodos de perceptibilidad extrema en los que se descubre un estado de emoción pura.
William James, psicólogo de finales del siglo XIX, y hermano del célebre novelista Henry James, dijo: “Estudiar lo anormal es la mejor forma de comprender lo normal”. Así que, para la psiquiatra, el punto de partida se localiza en pacientes que demuestran la complejidad y las ramificaciones de la memoria tal y como se experimenta en la vida real.
Veronica O’Keane tomó el caso de Virginia Woolf, quien sufría de un desorden psicótico. A veces, durante sus estados de enfermedad, lo que percibía a su alrededor y cómo lo integraba en su cerebro era un proceso no normal. La psiquiatra describe en una entrevista para Rafa De Miguel, en El País (2021): “-Aprendimos lo que supone una percepción normal, porque, en el caso de Virginia Woolf, era algo que estaba roto. Tenía un talento extraordinario para describir su propia introspección. Esa ruptura acaba resultando muy iluminadora sobre lo que ocurre en circunstancias normales.”
Somos humanos, y tenemos la necesidad de sentirnos bien, tal vez, por eso, muchos mienten a sí mismos y crean falsos recuerdos. Muchas veces el viento se encarga de traerlos a mi oído como una retahíla repetitiva, fastidiosa y vana, de una sagaz y casual ingenuidad. Como recuerdos recogidos, presumidos, inventados en el último momento; reflejando una psicosis propia de los enfermos mentales que se sienten perseguidos. Mientras el azul interminable del cielo difumina los minutos, pienso en el insomnio que me extenúa y que el arte de sobrevivir requiere fuerza.