Márcia Batista Ramos
El sacrificio de parir es un momento.
El sacrificio de criar parece no tener fin.
Pensaba la mujer, con el corazón estrujado, mientras en los noticieros los cuerpos se apilaban en la plaza de la favela. Mirando la televisión, casi podía oler la sangre, sentir el aire espeso de la tragedia. Se persignó, repitió el Credo y un Ave María. La ciudad a los pies del Cristo, hace mucho, que perdió su glamour de ciudad maravillosa.
—¡Tanto muerto, Dios mío! — murmuró.
Tan jóvenes… En una ciudad tan grande, con tantas oportunidades de trabajo… alguno pudo haber sido cantor, artista, o jugador de fútbol. Alguno pudo hacer algo diferente, para terminar de manera distinta. No era necesario, morir así: con tanta adrenalina y tanto miedo.
Recordó que Charles Chaplin trabajó como recadero, soplador de vidrio, vendedor callejero, hasta que fue contratado por la compañía de Charles Frohman para representar papeles menores. Luego fue grande, y enseñó que andando despacio también se llega lejos.
Sin embargo, los noticieros mostraban jóvenes sanos, muertos. Muertos a bala. Tirados al piso como cualquier cosa que no sirve. Como una lección estática de que el tiempo no vuelve.
Entre tantos cuerpos, seguro había algún talento. Alguna posibilidad de futuro truncado.
—¡No es posible, Dios! — repitió la mujer, apretándose la cabeza con ambas manos.
Pensó en Johnny Depp, que tuvo una infancia inestable antes de triunfar en Hollywood. Ser pobre no es motivo para fracasar, se decía. Si Tom Hanks trabajó en empleos temporales, como conserje o mozo de hotel, y aun así logró llegar tan alto… ¿por qué estos jóvenes tenían que morir con un arma en la mano? ¿Por qué enfrentarse a la policía, si también podían haber sido policías, músicos, obreros, poetas?
Su cabeza giraba en pensamientos ininteligibles.
El olor a muerte parecía colarse desde la pantalla hasta su sala.
Ella, con el corazón estrujado, sintió que criar un hijo, era un sacrificio sin redención. Precisamente, en ese momento recibió una llamada de la policía que, le invitaba a ir a reconocer un cuerpo.
