Carmen Concha-Nolte
Conjeturas
Desde corta edad hasta hoy, categorizo a los hombres en niños y adultos con la salvedad que mi padre a los cincuenta años fue un anciano impartiendo lecciones a sus hijos. Envuelta en mis suposiciones, me es imposible distinguir la edad de mi padre hoy. Sólo descubro que su corazón, sólo su corazón grita: quiero jugar. Imagino que él desciende hasta la juventud en sus fueros más íntimos, no más debajo de esa edad para que sea yo quien juegue.
Al frio
Los ojos de ambos escenificaron el deseo más auténtico. En pleno cruce de miradas, una araña astuta, ante la ausencia de pestañeos, cayó y devoró la mácula de ella cuando él se estaba aproximando para besarla, hasta construir un fogón torcido como los relojes de Dalí. Había poco que contar.
Ella tenía el talle ajustado siempre, lo que le imprimía aires de vampiresa. Vampiresa para todos, menos para el primer hombre que le atrajo en el transcurso de sus veintes. Su historia se mantuvo oculta ante los ojos burlones de los artistas plásticos, ambiente al que ambos pertenecían.
Él quiso pintar sus ojos luminosos desde que la vio llegar a clase brincando y suelta de falanges, a pesar del tonel de pinturas, colores, pinceles y bastidores pegados a su espalda. Muchos se sentían deslumbrados por ella. El foco fueron sus ojos, que refulgían entre el manchón de alumnas del curso de retratos al frío. Él se sonrojaba al verla, trataba de esquivar su abierta mirada.
Quién iba a pensar que el insigne profesor de retratos, algo entrado en años, terminaría husmeando catálogos de oculistas y devorando enciclopedias sobre máculas o córneas. Él aún soñaba con retratarla y algo más… pero la cirugía no podía esperar. Con el pensamiento,alargaba unos benevolentes toquecitos en el rostro perfecto, hoy dolido, de ella.
Los alumnos se cansaron de preguntar por ella y su mirada infectada por esa inesperada araña que lubricó el ojo de la prometedora artista.
Toda la clase concluyó el curso de retratos al frío con flores congeladas.
Reprimida
Me echa en cara lo aletargada que luzco. Al llegar a casa, arranca los entredoses de mi falda y trenzas. Quedo triturada con el jalón, vueltas, relamidas e insultos por falta de práctica. Mis gritos entremezclan dolor y llanto reprimidos. Ahora, estoy tentada de imitar a la vecina que traga dulces para volverse apagada, gruesa y fea. Sin elección, luzco vestidos de melaza triste.

Carmen Concha-Nolte (Perú). Lingüista. Poeta. Crítica. Aparece en doce antologías, destacando: No solo palabras; Rumbo a los sueños; Antología de Poesía; El verdadero nombre las cosas (alumnos 2021-22), Escuela de E., Madrid; Tigres para Juan, Brevilla. Sus reseñas y obra se publican en Alma Mater, Kametsa, Las Críticas, Crear en Salamanca, Inmediaciones.ogr, El Signo Invisible, entre otras.