Ronald Alberto Valera López
Al momento de realizar este III trabajo de integración han pasado año y medio desde el comienzo del Diplomado en Ejercicios Espirituales, a medida que he ido avanzando en la formación voy teniendo conciencia de mi crecimiento integral, como le expresaba en mi primer trabajo, Valera, (2023. Pg1): “Por ende, el hilo conductor de mi proceso integral, es el recalibrar mi horizonte en mi opción de vida, para ir eligiendo los medios para hacerlo posible”. Así mismo, ya ubicado en mi intencionalidad sobre la formación en la II síntesis, fui descubriendo la figura de Jesús de Nazaret desde mis afectos y sentires, dentro de los espacios de oración que me permitía; además, del examen de conciencia expresándolo de la siguiente manera Valera, (2023. Pg1): “Con la distinción de tener mayor conciencia de Jesús en mi existencia por medio del Espíritu Santo, moldeando mi ser a semejanza de Dios en la persona de Jesús”.
Partiendo de lo antes mencionado, el presente trabajo es seguir profundizando el conocimiento interno de Jesús de Nazaret desde su propuesta de seguimiento, resaltando que voy teniendo mayor conciencia de mi realidad existencial reflexionando con honestidad si opto o no por su propuesta para mi vida, asumiendo las consecuencias que conlleva; porque a medida que voy profundizando en la propuesta del Nazareno debo tomar en cuenta ciertos elementos que se van desprendiendo, resaltando que la libertad de quien elige es fundamental para sobrellevar los sinsabores de la elección. Por lo tanto, en la medida de los posible describiré la profundización de la experiencia de la formación, donde se desarrollaron diversos temas comenzando con las mociones del espíritu que pueden generar una consolación o desolación.
Así mismo, San Ignacia en la medida que fue vivenciando su crecimiento espiritual se fue dando cuenta que en su interior se iban moviendo sentimientos y emociones que le generaban algunas veces paz, felicidad y en otros momentos tristeza y desesperanza, entre otras emociones; fue reflexionando en su experiencia interna por decirlo de alguna forma, descubriendo que Dios se comunicaba en dichas sensaciones, igual lo hace el maligno, y al mismo tiempo, el ser más íntimo de la persona utilizaba ese mismo modo para expresarse; comprendiendo que cada uno iba generando sentimientos distintos por lo tanto, comienza a escribir las reglas de I y II semana tanto para el ejercitante como para el acompañante para que aprendieran a distinguir la diversidad de los espíritus y las mociones vividas, concebida por Melloni, (2021. Pg3): “… Son mociones porque remueven y ponen en movimiento”.
Para poder aplicar dichas pautas, se ha de tener claridad en la noción sobre consolación y desolación, la primera de ellas la define San Ignacio como: “cuando en el ánima se causa alguna moción interior, con lo cual viene la anima a inflamarse en amor de su Creador y Señor”. y la segunda la define: “… como oscuridad del anima, turbación en ella, moción a las cosas bajas y terrenas, sin esperanza, sin amor… y como separado de su Criador y Señor”. Ambas se dan en el ser humano incitándolo a la acción en el lugar donde se desenvuelve; por ello, ha de reconocerla para poder descubrir de donde provienen y a lo que le están invitado, ya que el mal espíritu se puede valer de una falsa consolación para invitar a realizar acciones que en un primer momento son para gloria de Dios, pero a la larga es una acción para elevar el ego de la persona; por lo tanto, las reglas de discernimiento de I y II semana son de gran ayuda como lo propone Rambla, (2014. Pg. 1): “Las reglas I y II semana nos ayuda a comprender los movimientos, niveles y sutilidad de las mociones que vivimos”.
Así mismo, a medida que el individuo va avanzando en los ejercicios espirituales va teniendo una mayor capacidad de identificar las mociones y descifrar de donde provienen, porque a medida que avanza el mal espíritu de manera sutil va poniéndole obstáculos para impedir su acercamiento con la divinidad. Además, quien da los ejercicios espirituales ha de acompañar con delicadeza y finura espiritual, para que el acompañado pueda desde la contemplación progresar en el conocimiento de la acción de Dios en su vida. Rambla, (2023). Desde mi experiencia de vida sin conocer las reglas de discernimiento realizaba muchas acciones buenas y loables para la sociedad para darme a conocer y agrandar mi ego, creyendo o engañándome a mí mismo que era para gloria de Dios, luego de vivir los ejercicios en la vida diaria fui dándome cuenta que la verdadera intención no era la gloria de Dios, sino llenar vacíos existenciales aumentando mi ego al punto que podría dañar al otro.
Partiendo de lo anterior, la persona que está vivenciando las mociones se va adentrando en una dimensión espiritual donde se interpela su actuar en el mundo, es allí donde San Ignacio se da cuenta de las dos opciones a lo se enfrenta la persona (que parte de la propia experiencia de Ignacio), también denominada las dos banderas; donde describe dos bandos encabezados por dos caudillos, un bando es el maligno mientras que el otro bando es encabezado por Jesús el hijo de Dios. Evidentemente al describir ambos bandos, se le permite a quien lo reflexiona conocer ampliamente cada lado para poder luego elegir en su libertad, ya que ni Dios ni el maligno toman la decisión sino la persona, es por ello, necesario el discernimiento y conocimiento de las dos banderas, como lo expresa Rambla, (2014.Pg. 3): “Ahora se plantea (en las dos banderas) al ejercitante la necesidad de optar por una manera concreta de dirigir su vida en el camino del evangelio. Es decir, se pasa del horizonte general del bien al bien concreto en el seguimiento de Jesús”.
Sin embargo, aunque sea una decisión libre el seguimiento de Jesús la persona, debe tomar en cuenta que es una gracia de Dios porque es un llamado, para comprenderlo se debe reconocer qué tipo de persona hace la elección (por decirlo de alguna manera), o lo que San Ignacio denomina los tres binarios, concebida en la actualidad como tres tipos de personas que reciben el mismo don, pero cada una responde de manera distinta como lo expresa Rambla, (2014.Pg. 8):
“el primero da largas y no afronta el problema…, el segundo es el que busca escapatoria porque quiere, pero trata de llevar a Dios donde él quiere; el tercero también tiene afecto al bien o cosa adquirida, pero quiere solamente querer o no quererla, según que Dios nuestro Señor le pondrá en voluntad, y a la persona le parecerá mejor para servicio y alabanza de su Divina Majestad”.
Lo antes expresado, demuestra que cada persona en su particularidad responde a la llamada de Dios en su vida, el discernimiento es relevante para responder partiendo de las mociones que despiertan la diversidad de espíritus; así mismo, para poder llegar a reconocer el llamado, San Ignacio propone las tres maneras de humildad que permite a la persona ser consciente de sus afecciones para ordenarlas para cumplir la voluntad de Dios en su vida y cumplirla desde sus posibilidades. Es una forma que Ignacio descubrió en ir avanzando para darse cuenta de su fragilidad sustentada y acompañada por la Divinidad.
Por lo tanto, el seguimiento a Jesús de Nazaret es todo un camino que inicia con el llamado a seguirlo, por medio de las mociones que mueven al individuo a realizar acciones concretas, con la salvedad que cuando se reflexiona sobre las mociones y las emociones que traen poco a poco se va descubriendo la diversidad de espíritu momento clave para aplicar las indicaciones de Ignacio con las reglas de discernimiento de I y II, porque a la final la intención es que el individuo tenga la mayor libertad en sus condición de vida. Así mismo, la libertad antes mencionada le permitirá a cada persona sopesar si vale la pena comenzar un camino que puede tener muchas dificultades que será asistido por Dios por su Gracia, pero no evitara los obstáculos, con la seguridad que las consolaciones recibidas serán una señal clara que todo vale la pena para hacer vida la propuesta de Jesús de Nazaret.
De igual forma, para poder hacer accionar en nuestras vidas la propuesta de Jesús, debemos de tener conciencia de nuestra fragilidad, además, saber desde donde estamos respondiendo, para no caer en un autoengaño pensando que todo depende de la persona que elije, porque a la final todo depende de la llamada de Dios, lo antes mencionado es una gracia que concede la Divinidad generando una consolación sin causa aparente ya que simplemente así lo dispone Dios.
BIBLIOGRAFIA
- Loyola, Ignacio, Ejercicios Espirituales. Editorial Sal Tearrae. 2014. Texto cuidado y revisado por Santiago Arzubialde, SJ.
- Rambla, José María, SJ, Reglas de segunda semana [EE 328-336], Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Una relectura del texto (3). Cuadernos EIDES N° 72, Fundación Luis Espinal, Barcelona, febrero 2014, pp 38-44.
- Rambla, José María, SJ, Banderas, Binarios, Maneras de Humildad, Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Una relectura del texto (4). Cuadernos EIDES N° 74, Fundación Luis Espinal, Barcelona, octubre 2014, pp 3-16.
- Melloni, Javier, SJ, La sutileza del discernimiento de espíritus: reglas de segunda semana [328-336], en Mistagogía de los Ejercicios, Ed. Mensajero – Sal Terrae, Bilbao-Santader, 2001, pp. 219-225.
- Valera, Ronald, Reenfocando mi horizonte, En revista digital: Inmediaciones, enero, 2024. (https://inmediaciones.org/reenfocando-mi-horizonte).
- Valera, Ronald, El Reflejo de Jesús de Nazaret, En revista digital: Inmediaciones, febrero, 2024. (https://inmediaciones.org/el-reflejo-de-jesus-de-nazaret/).