Faltan pocos días para que se vaya un año muy movidito para todos los bolivianos. El 2017 fue un año prolífico en acontecimientos políticos, convengamos en que no muy esperanzadores, aunque no nos podemos quejar de habernos aburrido, bueno, lo único que ya aburre es la propaganda del gobierno, cada vez que tiene un problema social o político nos satura hasta la náusea con su propaganda.
El año termina con un gran quilombo que crece día a día y no tiene visos de solución, es más, existen otros sectores que se están uniendo a la protesta. El problema médico es solo la punta del ovillo del podrido sistema de salud en nuestro país. Nunca hubo asistencia de calidad, y mucho menos con calidez en dicho sistema. Los médicos no son los culpables, o por lo menos, no los únicos, como los quiere hacer ver la propaganda gubernamental.
El llamamiento a una nueva “cumbre”, esta vez de salud, es otra de las artimañas a las que nos tiene acostumbrados “el jefazo”, como siempre no solucionará nada y desinflará la protesta. Mientras tanto ya nos metieron el nuevo código penal, del que no solo el artículo 205, sino muchos otros, que ya fueron denunciados o lo están siendo, son un atentado contra la libertad del pueblo boliviano.
Pan y circo, esa es la consigna. El gobierno siempre apuesta al cansancio, al miedo y a la división de los diversos sectores en conflicto. No negocia; impone, amenaza y distrae. Ese es su estilo, una mezcla de soberbia y prepotencia. Desde el presidente hasta el último de sus ineptos funcionarios. Circo nos sobra, lo que está empezando a escasear es el pan, aunque siempre hay platita para chupar.
¡Meta candombe! Que el 2018 promete…Año nuevo, Dakar, carnaval, fiestas de guardar y toda la joda que nos depara despertar con resaca, con una democracia malherida y un gobierno que deriva hacia la autocracia y el totalitarismo. Ya no hay dónde perderse, las cosas están claras. El MAS y Evo Morales, que a estas alturas ya son lo mismo, no se van a ir sin dar una dura pelea, saben lo que les espera cuando sean desalojados del poder.
Hay que ser fuertes, tener fe en la capacidad de lucha del pueblo boliviano, en su vocación democrática y en su inteligencia para detectar impostores, falsos profetas, salvadores de la patria y demás caterva de mamones. Nadie es insustituible cuando se trata de defender la libertad.