Pablo Mendieta Paz
Pienso, en opinión muy personal, que Ernesto Sábato no congeniaba con este mundo. Creo, a veces, que era de los escritores que íntimamente pensaba que el ser humano se hallaba condicionado a la acción de ciclos y frecuencias que podían transformar la vida en horas, minutos en incluso segundos. Me da la impresión de que este magnífico escritor estaba seguro de que por los vaivenes de este mundo plano, e igual para todos, había días mediocres, y otros en que gozaba de una portentosa plenitud de pensamiento. Era entonces que los aprovechaba de tal manera que era capaz de postergar todo alimento y hasta el reposo nocturno para alumbrar obras maestras, como «El túnel», por ejemplo. Pero sostengo, aferrado a los comentarios que sobre él se tejieron, que nunca se sintió a gusto en este planeta de incomprensibles vicisitudes. Partió de este mundo el 30 de abril de 2011, con esa desagradable desazón que toca el espíritu, el alma, el estómago.