Claudio Ferrufino-Coqueugniot
El 2003, la editorial Nuevo Milenio, de Marcelo Paz Soldán, sacó una fina edición de esta novela que había ganado mención del Casa de las Américas el año anterior. Veinte años después, como los amigos espadachines del libro de Dumas, nos reunimos para una segunda etapa, que tiene a Editorial 3600, bajo la dirección de Willy Camacho, como la encargada de su publicación, parte (Volumen 7) del proyecto de Obra Completa, en marzo 2022.
Mucha agua ha corrido desde entonces, y alguna sangre. Cambios, radicales o no según se los mire, hicieron de Bolivia sin duda otro país.
Estilísticamente es un libro interesante, pleno de yuxtaposiciones, cosa común en mi obra, varios narradores o ninguno, apariciones y desapariciones. Pero, el valor que han hallado en él sus lectores radica en los flashes, instantáneas de la vida nacional reflejados en una suerte de saga familiar. Se puede hacer mucho análisis en él acerca de lo que fuimos y somos, cómo nos vemos (eso permanece apenas tocado), y la necesidad de aceptarnos como tales si queremos respuestas parciales a infinitas preguntas. Obra literaria que en su fluir desenterró tanto otro: social, racial, cultural, étnico, que fue difícil obviarlo. Novela de ficción basada en la realidad y latente manifiesto de bolivianidad.
Escribe el prólogo Maurizio Bagatin, que parece renegó de su materna Italia para mimetizarse entre la greda. Y Daniel Averanga Montiel, cogotero de los cogoteros de El Alto, con fuerte y decidida visión acerca de estas letras en la contratapa. A ellos, agradecido.
Libro hijo pródigo, si queremos hacerlo parábola, que tendrá sus yerros, pero cuya presencia se hace cada vez más vital. Los libros son hijos desagradecidos y egoístas. Este, por ahora, retorna, y lo acojo con brazos abiertos y un directo al mentón, contento y crítico.
Se escribió en su totalidad en un apartamento de Aurora, Colorado, soñando la tierra allá lejos, los ya inexistentes álamos reales entre Punata y Arani que plantó mi abuelo y más. Mucha música en él, cueca y litoraleña, Padillita y Noches del Paraguay. La siempre presencia lectora de Ligia Ferragutti a quien doy gracias porque siguió sus páginas, una a una, a medida que se producían. Fiesta, fanfarria, sexo, esclavos y abuso. Paisaje. Adobe. Valle. A los tambores y platillos de la diablada se contrapone el triste canto del assum preto, la letanía del guajojó.
18/01/2022
Imagen: Rómulo Ferrufino Camacho