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Reseña de «Chicha y limonada» Las clases medias en Bolivia

Un nuevo poder emergente.

De: Vlady Torrez/Inmediaciones

El Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES) y Plural Editores publicaron un conjunto de estudios sugerentes. Chicha y limonada. Las clases medias en Bolivia reúne seis ensayos de investigadores preocupados por este nuevo poder emergente en Bolivia, país donde históricamente el campesinado y al proletariado minero tuvieron una centralidad decisiva en el campo político. Este nuevo protagonista es difuso y parece resistir todos los intentos de categorización dentro lo que se suele conocer como clases sociales. La ampliación del mercado, la movilidad social, el proceso de urbanización, la reducción de la pobreza, el ensanchamiento de la pirámide social y el crecimiento del sistema educativo serian algunos de los factores que nos ayudarían a entender cómo las clases medias en Bolivia se han convertido, no solo en actores importantes en el ámbito económico, sino también en protagonistas gravitantes del campo político, utilizando espacios y medios no tradicionales como las redes sociales y las plataformas ciudadanas.

En “Clases medias en la Bolivia urbana”, Roberto Laserna propone pensarlas como un grupo con ingresos más altos que el resto de la población boliviana, pero que tiene un núcleo conformado por niveles socioeconómicos y de inserción laboral específicos. El anhelo de contar con un negocio propio y acumular mayor capital simbólico a través de la formación profesional, serian otros rasgos destacables junto con la importancia de contar con redes de contactos y accesibilidad al crédito. Laserna advierte que este no es un grupo homogéneo sino dividido en distintos subgrupos.

Con el título de “Aspiraciones, reales o imaginarias: Las clases medias en Bolivia” Daniel Eduardo Moreno analiza a este grupo en tanto tipo de identificación con aspiraciones de ascenso social, es decir, como un sector donde la autopercepción es clave para entender su constitución y desplazamiento. Así, la autoidenficación sería un rasgo particular de las clases medias en Bolivia, donde los datos económicos y los niveles de ingreso contrastan respecto a la manera en que estos grupos construyen su identidad. Esta autopercepción, según Moreno, se diversifica en términos de origen étnico y cultural. Por otra parte, el comportamiento político de las clases medias sería moderado y las ubicaría en el centro del campo ideológico. Esto implicaría que no son proclives a apoyar posiciones radicales.

En “Clases medias emergentes” María Teresa Zegada evita las definiciones convencionales sobre el estudio de estos grupos, tan centrados en cálculos relativos a componentes económicos, para avocarse a criterios basados en la subjetividad. Las clases medias carecerían de una ideología política previamente establecida y que sea el reflejo de su posición económica. Por el contrario, Zegada diferencia entre las clases medias tradicionales y las que salieron de la pobreza a través del comercio (principalmente dirigido a China desde el año 2014), que denomina “emergentes” pero que paradójicamente no cumplirían con los rasgos generalmente aceptados para definir a este grupo social. El Estado no habría tenido una importancia central en su ascenso porque precisamente estos sectores desarrollaron sus negocios al margen de las redes institucionales estatales. Zegada se pregunta si estamos ante un nuevo sujeto al que denomina clases medias indígenas; un grupo heterogéneo, económicamente poderoso, cuantitativamente grande, abigarrado, que expanden sus negocios por el mundo desde su marginalidad respecto al estado evitando a toca costa sus regulaciones, dotado de un gran capital social y que buscan incrementar su capital simbólico combinando elementos ancestrales con elementos de la modernidad (los cholets serían un buen). Las clases medias no tendrían un compromiso político definido, lo que las convertiría en sectores que se moviliza únicamente para tutelar sus intereses económicos. En conclusión, Zegada cree que las clases medias se caracterizan por su imbricación, por tanto quienes las estudian deberían entenderlas como: “…una categoría flexible, articuladora de nuevas equivalencias y construida mediante el vínculo irremediable con lo moderno, con la riqueza económica y con el poder” (Pp. 67).

A continuación, Alejandra Ramírez Soruco propone en “Clases medias: Discutiendo la categoría desde la ciudadanía” estudiarlas a partir de sus actos ciudadanos, pero partiendo de la premisa de que es un grupo heterogéneo que alberga diferentes imaginarios y prácticas ciudadanas. Sea que se decante por una visión liberal de la ciudadanía, favoreciendo la defensa de derechos constitucionales o se opte por la acción directa de protesta, las clases medias poseerían distintos estrategias para proteger sus intereses. Ramírez nos advierte que el concepto de clase social puede ser útil para el arranque de cualquier análisis social, pero no permitiría dar cuenta de las transformaciones de los imaginarios y de las acciones de estos nuevos sujetos. Las clases medias se autoidentificarían instaurando un complejo cruce de intereses políticos, sociales, culturales y emocionales que no tendrían una correlación con la clasificación tradicional de clases sociales.

En “Los discursos oficialistas sobre la clase media” Alberto Rivera analiza cómo el gobierno del MAS interpreta a las clases medias. Estos grupos serían vistos como rivales políticos reaccionarios y conservadores, pero la concepción del gobierno sería poco clara e incluso contradictoria tomando en cuenta que el Vicepresidente Álvaro García Linera incluyó en el debate la contraposición entre clases medias emergentes y clases medias tradicionales, distinción no aclarada en el discurso oficialista.

Finalmente, en “Las clases medias como sujeto político” George Komadina Rimasa hace notar la importancia de este nuevo actor social, indudablemente mayoritario, de un peso electoral clave y que cuenta con un poder de movilización capaz de moldear la opinión pública y transformar coyunturas que le son desfavorables a través de nuevos espacios de poder como las redes sociales. Komadina se pregunta si las clases medias son sujetos políticos, haciendo notar que su crecimiento es un fenómeno mundial, propio de inicios del siglo XXI. Bolivia no se ha mantenido al margen de ese proceso de transformación propiciado gracias a políticas sociales mantenidas a largo plazo, pero también debido al incremento de los precios internacionales de materias primas como el gas y los hidrocarburos. Las clases medias serían diversas y durante los últimos años han destacado por su capacidad para movilizarse al margen del sistema tradicional de partidos a partir de acciones de autoorganización y de participación política masiva en redes sociales para criticar al gobierno y que tuvieron, durante las movilizaciones en defensa de los resultados del referéndum del 21 de febrero de 2016 (21F), la capacidad de articular sus intereses con la defensa de la institucionalidad democrática y así acumular una fuerza social lo suficientemente potente para hacer retroceder al gobierno en medidas como la aprobación del nuevo código del sistema penal. Los resultados de las elecciones judiciales de 2017 y el 21F, serían una demostración de la importancia de estos grupos en la construcción del poder político. Al final de su análisis, Komadina cree que las clases medias no actúan como un sujeto político unificado por intereses comunes. A veces pueden actuar como sujetos políticos para tutelar sus demandas pues desarrollarían una conciencia corporativa y participarían en el campo político como sujetos organizados, suscribiendo alianzas e interpelando a los poderes constituidos, especialmente al gobierno central como ocurrió en los últimos 3 años. Komadina es enfático: “Su participación es clave para la construcción de mayorías políticas. No hay hegemonía sin clases medias” (Pp. 135). En este sentido, sería poco probable que las estrategias para seducirlas con el discurso del Proceso de Cambio funcionen: “…el proceso de movilidad ascendente de la última década está orientado por el mercado (sobre todo por el consumo) y tiene una marcada impronta individualista que ha apartado a los sectores emergentes de las clases medias de las lógicas sindicales y corporativas.” (Pp. 135).

Chicha y limonada. Las clases medias en Bolivia plantea algunas respuestas pero sobre todo varias preguntas interesantes para entender a este nuevo sujeto político. La capacidad de las plataformas ciudadanas para convocar la ciudadanía contra el gobierno del MAS nos muestran un nuevo mapa de poder. Las redes sociales han dejado de ser un espacio de mero esparcimiento para convertirse en lugares donde fluye la comunicación, la desinformación pero que tienen una importancia decisiva en la formación de la opinión pública. El estudio de las clases medias, superando la intención de acartonarlas en marcos categóricos preestablecidos, es el camino para comprender su importancia y el papel que jugarán en la conformación del nuevo horizonte político en Bolivia.   

Foto: Hernán Andia.
Los autores de la obra “Chicha y limonada. Las clases medias en Bolivia”. Parados: Daniel Moreno y Roberto Laserna. Sentados: María Teresa Zegada, George Komadina, Alberto Rivera y Alejandra Ramírez.

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