Con la posesión de nuevas autoridades subnacionales se cierra un ciclo electoral arrastrado desde las fallidas elecciones generales de octubre de 2019. Nuestras esperanzas más ingenuas estaban enfocadas en la generación de condiciones para iniciar un proceso de reconciliación nacional, volver a la idea básica del pacto social para reconstituir el tejido social tan castigado por conflictos que casi nos arrastran a un enfrentamiento civil. Lamentablemente, con la detención de Jeanine Añez y el inicio de procesos penales contra varias autoridades electas de oposición, el gobierno de Luís Arce demuestra que continuará el legado confrontacionista del evismo. De hecho, las acusaciones de traición, los anuncios de purgas al interior del MAS y el probable retorno de “los mejores generales” del masismo, en palabras de Juan Ramón Quintana, auguran futuras persecuciones y la intensificación de la polarización del campo político. Sin embargo, Damián Condori, gobernador electo de Chuquisaca, respondió por su cuenta de Facebook a los ataques del oficialismo de manera sugerente: “La Bolivia que nace, la vamos a construir todos, lejos de la radicalidad, reconciliando al pueblo, al campo y a la ciudad y trabajando a la cabeza de los movimientos sociales que entendieron en todo el país, que no son propiedad de nadie, sino que responden únicamente a sus sueños de desarrollo. Una Bolivia sin discriminación y para todos es posible”. Condori evoca ideas como el bien común y la pluralidad, reflexionar sobre ambas puede ayudarnos a superar la polarización y derrotar posiciones radicales que se fortalecen con el antagonismo.
El discurso confrontacionista del MAS da señales de agotamiento. Su principal objetivo parece ser reposicionar a las elites desplazadas tras la huida de Evo Morales difundiendo una versión simplificada de los hechos ocurridos en octubre y noviembre del 2019. Para eso es necesario exonerar de cualquier responsabilidad a exjerarcas, eliminar cualquier rastro de la violencia que provocaron y hasta dónde estaban dispuestos a llegar para evitar ser expulsados del gobierno. El ala conciliadora del MAS pierden terreno y opta por un silencio temeroso ante los arrebatos beligerantes de exministros y el propio expresidente, pero desmontar discursos de odio y mostrar caminos alternativos a las luchas fratricidas es posible.
Quiero pensar las declaraciones de Damián Condori a la luz del pensamiento del filósofo Isaiah Berlin en El fuste torcido de la humanidad: Capítulos de historia de las ideas, uno de sus libros más conocidos. Berlin, en contra de concepciones confrontacionistas de la política, cree que la idea de pluralismo puede permitirnos descentrar perspectivas cerradas sobre sí mismas y permitirnos contemplar un mundo complejo, diverso y en constante movimiento: “[…] hay muchos fines, muchos valores últimos, objetivos, algunos incompatibles con otros, que persiguen diferentes sociedades en diferentes épocas, o grupos diferentes en la misma sociedad, clases enteras o iglesias o razas o individuos particulares dentro de ellas, cada uno de los cuales puede hallarse sujeto a exigencias contrapuestas de fines incompatibles, pero igualmente objetivos y últimos. Estos fines pueden ser incompatibles, pero su variedad no puede ser ilimitada, pues la naturaleza de los hombres, aunque diversa y sujeta al cambio, debe poseer cierto carácter genérico para que pueda llamársele humana” (Berlin, 1992: 94); es decir, la diferencia, incluso la más radical, no elimina potenciales coincidencias. La rivalidad es circunstancial y superable, puede manifestarse y es bueno que así sea, pero no necesariamente degenera en un enfrentamiento sin fin. Eliminar al oponente no es algo inevitable o deseable, existe una dimensión en la cual, a pesar de nuestras diferencias, podemos entablar un diálogo, vernos como iguales, encontrar intereses comunes que nos permitan construir un futuro incluyente en el cual la pluralidad sea la condición de la edificación de un país más inclusivo y diverso. Es esa visión de país la que debemos proteger ante los llamados a la venganza y el revanchismo más irracional. No se puede mirar al bicentenario de Bolivia olvidando que lo plurinacional no puede existir sin lo plural.