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Realidades y mitos de una política exterior feminista

Por Mariel R. Lucero[1]

Mucho se ha escrito en el último tiempo sobre política exterior feminista. Por ello, mi intención es desambiguar ciertos aspectos referidos al tema, ya que circula una idea confusa que desvirtúa cada vez más – intencionalmente o no- su sentido. Aquí brevemente repaso algunos elementos que pueden servir como guía para su comprensión.

Realidad 1. La aplicación integral de la política exterior feminista

El único país que se autodefinió y aplicó una política exterior feminista de manera integral ha sido Suecia, promovido por su Estado creó el concepto y lo construyó sobre su experiencia doméstica. Para ello trabajó con una política interna que lo ubica entre los primeros países para la igualdad de género desde hace más de quince años, y en los contenidos de su política exterior de las tres R (por sus siglas en inglés): promoción activa de la defensa de los derechos de mujeres y niñas a nivel internacional, combatiendo toda forma de violencia y discriminación; promoción y aceptación de la representación femenina en ámbitos de diálogo y toma de decisiones en todos los niveles, tanto en la función pública como en la sociedad civil; y promoción de la relocalización de recursos para promover la igualdad de género y la igualdad de oportunidades a nivel mundial[2]. A pesar de ello, la política exterior sueca mantiene inconsistencias con el feminismo. Esto es debido a las críticas existentes referidas al rol de Suecia en torno a la venta de armas, que lo ubican entre los primeros países del mundo, debilitando la coherencia de la propuesta en política exterior frente a un comercio estructural sustentado en la violencia, germen de muchas de las miserias y exclusiones que afectan principalmente a las mujeres.

Realidad 2. La política exterior feminista empieza por casa

Una política nacional feminista facilita con la práctica el planificar una política exterior feminista. Es necesario un estadio de madurez al interior de un Estado, con políticas de transversalización de género, aún con un alcance imperfecto extendido a todas las dimensiones: social, económica, educativa, judicial, etc. Poco confiable puede resultar México, un país que se proyecta feminista, y que tiene la segunda tasa más alta de feminicidio en Latinoamérica[3].

Esto nos aproxima a una definición de una política exterior feminista. Para ello podemos anclar algunas ideas fuerza del feminismo. Una, asociada a la oposición a cualquier tipo de violencia ejercida contra mujeres, niñas, niños e identidades disidentes, discriminación o marginación de cualquier tipo. Otra es la interseccionalidad, donde la etnia, la sexualidad, la religión, la clase, etc., complejizan las formas procedentes para brindar asistencia en los países, y esa ayuda se agrava, ya que la mayoría de los Estados receptores han sufrido una situación de colonialidad ante el Estado donante. Frente a estas primeras ideas referidas a la política exterior feminista es importante identificar algunas falacias comunes cuando hablamos de política exterior feminista.

Mito 1. Feminista no es femenino

La eterna confusión, apañada desde el patriarcado, sólo manifiesta un profundo desconocimiento del tema. El feminismo lleva el germen de un cambio estructural frente a un sistema patriarcal con prácticas opresivas y de marginación, que mantiene estructuras violentas físicas y simbólicas de discriminación y subordinación hacia las mujeres e identidades disidentes. Por ello, en base al tipo de políticas exteriores antes mencionadas lo más adecuado sería hablar de políticas exteriores orientadas a las mujeres.

Mito 2. El asistencialismo es una parcialidad de la política exterior feminista

Muchos de los países considerados con una política exterior feminista se limitan a la asistencia al desarrollo con enfoque de género[4], sin promover la ruptura de estructuras patriarcales, e incluso refuerzan los lazos paternalistas de asistencialismo colonial. Al respecto, uno de los países autodesignados con asistencialismo feminista es Canadá. Desde el gobierno el Primer Ministro Trudeau, también prometió aumentar en un 70% el presupuesto de Defensa en 10 años[5], incluyendo la compra de material bélico de combate, y una política comercial de apoyo a empresas extractivistas. Estas orientaciones en su política exterior con incremento del presupuesto militar y el respaldo a la megaminería, generando situaciones violentas de contaminación y de desplazamientos mientras promueve ayuda humanitaria hacia las mujeres, es sumamente contradictorio.

Mito 3. Feminismo y pacifismo no son sinónimos

La trayectoria feminista en contra de la violencia es un sello propio del movimiento. Sin embargo, el feminismo es más amplio que el pacifismo y promueve la exclusión de cualquier tipo de discriminación racial, étnica, sexual, clasista y/o de marginación. En otras palabras: el convertir el feminismo en sinónimo de pacifismo lo limita y esconde la larga lucha frente a las estructuras patriarcales, donde el feminismo tiene una consolidada experiencia.

En síntesis, la promoción marketinera de una política exterior feminista y la eufórica autodesignación de varios Estados como portadores de esta, terminan vaciando de contenido al feminismo por las evidentes y profundas contradicciones que se ejercen en la práctica. Estas resultan más significativas en el aspecto comercial, donde no se interpela al país con el que se comercia sobre la condición de las mujeres y niñas/os, ni si las formas de producción implican explotación laboral. En otras palabras, no son analizados desde una perspectiva feminista. Por tanto, las buenas intenciones en la definición inicial de una política exterior feminista terminan siendo funcionales al sistema patriarcal, cayendo en uno de los tantos clichés de moda de la agenda internacional.

Twitter @leimarluc


[1] Directora del Centro de Estudios de Relaciones Internacionales y Medio Ambiente (CERIMA/UNCuyo). Profesora en FCPyS-UNCuyo y Universidad Champagnat. Miembro de la Red de Politólogas #NoSinMujeres, de la Red de Politólogas de Mendoza, de RIMLAC y del CoFEI. Argentina.

[2] Rights (Derechos), Representation (Representación), Resources (Recursos). Handbook Sweden´s feminist foreign policy. Ministry for Foreign Affairs. Stockholm. 2018.

[3] Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL (2019).

[4] Al respecto podemos incluir a Francia y Luxemburgo.

[5] Agencia EFE (08-07-2017).

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