Estudios recientes confirman que el cambio climático está afectando y cambiando muchas de las enfermedades que padecen los humanos y, por consiguiente, también alterando negativamente los registros de mortalidad de la población mundial.
En el caso de las enfermedades infecciosas, por ejemplo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) aquellas que son transmitidas por vectores, como el dengue, la malaria y la enfermedad de Lyme, están expandiéndose a nuevas áreas geográficas debido a los cambios en las temperaturas y las precipitaciones.
Esto empeora cuando las poblaciones donde no se solían encontrar este tipo de casos, no saben identificar la enfermedad o paliar el problema, o incluso los sistemas de salud están limitados en la actuación con medicamentos o protocolos de protección.
Asimismo, este año cientos de personas han muerto por el efecto más evidente del cambio climático, que es el aumento de las temperaturas. En varios países se han registrado olas de calor que han causado la muerte de cientos de personas.
Según un estudio publicado en The Lancet, las olas de calor extremo, con registros hasta por encima de los 50 grados centígrados, están asociadas con un incremento en la mortalidad y morbilidad, especialmente entre poblaciones vulnerables como ancianos, niños y personas con enfermedades crónicas.
La publicación seña la que la exposición prolongada a altas temperaturas puede causar golpes de calor, deshidratación y exacerbar condiciones cardíacas y respiratorias que padezcan las personas.
Países como España, por ejemplo, ya han restringido los horarios de actividades para las personas, debiendo trabajar o hacer sus actividades hasta antes de las 11.00 de la mañana y después de las 17.00, para evitar los efectos negativos de las temperaturas.
Los virus también se adaptan a los cambios en las temperaturas, la producción agrícola debe utilizar nuevos químicos para hacer más resistentes a sus cultivos o cambiar de rubros para seguir produciendo, y la falta de agua se hace más evidente en poblaciones de países tropicales, lo que conlleva a una serie de carencias pro falta de higiene, además de la presencia de muchas enfermedades.
El cambio climático tiene implicaciones para la seguridad alimentaria y nutricional. Las alteraciones en los patrones de lluvia y las temperaturas afectan la producción de alimentos, disminuyendo su disponibilidad y aumentando el precio de los que quedan disponibles.
Diversos estudios han documentado estos efectos, subrayando la urgencia de abordar el cambio climático como una prioridad sanitaria global.
Por otro lado, también se registra una constante alteración de la densidad de las lluvias y otros fenómenos meteorológicos extremos, como huracanes, inundaciones y sequías, que tienen consecuencias devastadoras para la salud.
Estos eventos pueden causar lesiones físicas, traumas psicológicos y la propagación de enfermedades debido a la contaminación del agua y la interrupción de los servicios sanitarios.
Un estudio del Journal of Environmental Health encontró que las inundaciones aumentan significativamente el riesgo de infecciones gastrointestinales y respiratorias debido a la exposición a aguas contaminadas.
La calidad del aire también juega un rol importante, especialmente en las grandes ciudades. La contaminación del aire, agravada por las emisiones de gases de efecto invernadero y los incendios forestales, está vinculada a un aumento en las tasas de asma, bronquitis crónica y otras enfermedades respiratorias.
La American Lung Association ha certificado que el cambio climático está empeorando la calidad del aire, lo que a su vez afecta negativamente la salud pulmonar de millones de personas en todo el mundo.
Aunque se realizan varios estudios al respecto, las cifras en el aumento de casos relacionados a estos temas pueden verse reflejados en las estadísticas de cada país, según la OMS.