Homero Carvalho Oliva
Iván Jesús Castro Aruzamen es filósofo y como tal sabe que la filosofía le sirve para hacerse las preguntas necesarias para vivir y comprender la vida. Castro también es poeta y como poeta sabe que las palabras son para celebrar la vida, para responder las preguntas que la filosofía le hace y para exaltar los sentimientos. Ahora se nos presenta como narrador y después de leer su libro Cada vida un recuerdo, puedo afirmar que el escritor que es Castro sabe que la vida se ha hecho para contarla. Diez cuentos integran este volumen, todos ellos escritos con la maestría de un narrador que sabe que en el cuento se debe economizar las palabras, condensando la historia y ganando en intensidad para que el lector quede atrapado en la historia.
Son historias que dan ganas de contarlas después de haberlas leído, de hecho cuando las leí le conté algunas de ellas a un amigo porque quería compartir el descubrimiento que había hecho y entonces sucede que después de contarlas da ganas de volverlas a leer. Si bien todos los cuentos son buenos los lectores siempre tenemos nuestros preferidos y eso sucede siempre que leemos un buen libro; sin embargo, voy a mantener el secreto y provocarlos para que tomen este libro y avancen a través de sus páginas como si hubieran penetrado a otra dimensión: la de las buenas lecturas.
En estos cuentos Castro indaga, es decir mete la daga, en la condición humana y deja que salgan las imágenes que son la materia de las que están hechos los sueños y las pesadillas; en ellos podemos percibir la presencia de la violencia, la soledad, el amor y el desamor, las frustraciones, el sexo, así como la inocencia, no diré nada más porque la intensidad de los cuentos está en los detalles, es decir en las palabras que los narran. El cuento es el género más exigente de la narrativa y por eso autores como Gabriel García Márquez señalan: “a mitad del tercer cuento, que era por cierto el de mis funerales, sentí que estaba cansándome más que si fuera una novela. […] Ahora sé por qué: el esfuerzo de escribir un cuento corto es tan intenso como empezar una novela” y Truman Capote: “Creo que el cuento, cuando es explorado seriamente, es el más difícil y el más riguroso de los géneros en prosa existentes. Todo el control y la técnica que yo pueda tener se lo debo enteramente a mi adiestramiento en ese género”, con este libro, Castro se revela como un eximio cuentista del que, seguramente, tendremos sorpresas en un futuro próximo. Fue un privilegio para mí leerlos antes de su publicación y desearle éxito.
