Sergio Cardoza Subieta
Todos fuimos testigos del desmedido marketing gubernamental que se hizo en torno a la demanda marítima, también considero que en ese momento era completamente legítimo que el MAS aproveche los réditos políticos que una acción de estas características conlleva, y quien podría culpar al Gobierno Nacional si esta acción la emprendieron por cuenta propia y más aún cuando nadie se atrevió a hacerla en el pasado. El problema fue que ese aprovechamiento político sobrepaso los límites de la realidad y genero falsas expectativas en la sociedad.
Al final los bolivianos nos dimos cuenta que nos llevaron a una lucha sin sentido, nos dijeron que no teníamos nada que perder, ¡cosa más falsa! porque en los hechos no teníamos nada por ganar y todo por perder. Ya que en el hipotético caso de una sentencia favorable, solo se obligaba a Chile a negociar sin que se garantice ningún tipo de resultado. Hoy después de un año los Bolivianos aún estamos esperando que el Gobierno Nacional y quienes conformaron en equipo nacional de reivindicación marítima rindan cuentas y expliquen el penoso resultado que consiguieron.
Muchas personas que no conocen los pormenores del caso pensaron sinceramente que la CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA podía obligar a Chile a cederle a nuestro país una salida soberana al Océano Pacífico; o que ese tribunal podía reconocer la existencia de un derecho al mar para Bolivia, lo que en realidad no era cierto ni tampoco posible.
De acuerdo con lo que pidió el millonario equipo jurídico Gubernamental, lo máximo que podíamos esperar, era que ese alto tribunal falle y declare que Chile tiene la obligación de negociar de buena fe un acuerdo que le dé a Bolivia un acceso plenamente soberano al Océano Pacífico. Lo cual si bien representaría un avance, inédito en la amarga historia que hemos vivido los bolivianos en este tema, plagada de frustraciones, burlas y promesas incumplidas; es altamente discutible que eso hubiera sido lo más cerca que estuvimos que recuperar nuestro mar cautivo, si consideramos que en 1895, 1920, 1926, 1950, 1961 y 1975 Chile se comprometió o prometió negociar soberanía. Por otra parte, tampoco podíamos esperar que la CIJ nos devuelva nuestro derecho a ser un país marítimo porque sencillamente los “nuestros” no pidieron eso.
El camino que viene es muy difícil porque la CIJ ya dijo que Chile no tiene la obligación jurídica de negociar absolutamente nada con Bolivia respecto al tema marítimo, pero esta amarga experiencia debe enterrar la vieja manera usar el tema marítimo para hacer política y debe encararse con seriedad y responsabilidad no con los actores de siempre sino por las nuevas generaciones tanto bolivianas como chilenas , Debemos tomar en cuenta que en el tratado de paz entre Perú y Chile de 1929 señala de manera expresa que ningún país puede ceder territorio a Bolivia si el otro no está de acuerdo, es decir Perú también debe necesariamente entrar en la negociación. Y los bolivianos debemos entender que la buena fe de un estado no puede evaluarse ni medirse, lo que verdaderamente podría ayudar es la elaboración de una estrategia diplomática para lo que vaya a venir, que incluya las conclusiones de un debate interno que se requiere hacer entre bolivianos (que queremos al respecto?, que estamos dispuestos a ceder?,etc.) , que considere las teorías de la negociación y que priorice a nuestros intereses nacionales por encima de los nacionalismos y las ideologías político partidarias que tanto daño le están haciendo a nuestra patria.
El Autor es Abogado y Asesor en la Asamblea Legislativa Departamental de Cochabamba