La definición de anticipar la propuesta de primarias, obligatorias y vinculantes para elegir a los binomios presidenciales para 2019, ha sido el tiro de gracia para liquidar el esfuerzo institucional del Tribunal Supremo Electoral (TSE) para concertar esta ley, trabajada desde hace más de un año. El Órgano Legislativo le ha faltado el respeto al TSE al no invitarlo a acompañar la apresurada discusión del proyecto de ley. Es la instancia a la que consagraron como el cuarto órgano de Estado, de similar jerarquía, y cuyas competencias superan la simple administración de procesos electorales, y consultivos.
Aunque interesante y válido para otros contextos con organizaciones políticas menos devaluadas y con más musculatura, la propuesta tiene una falla de origen. Hacerla cerrada a la militancia registrada, con carácter vinculante, obligatorio, simultáneo y apresuradas plantea riesgos. Al encapsularse a la militancia activa, que representa menos del 20% de la población en edad de votar, se cierra el paso a considerar la preferencia de los ciudadanos no militantes pero políticamente activos en torno a plataformas ciudadanas que robustecen el compromiso democrático, y cuyo criterio debiera considerarse de manera abierta, y ponderarse, a la par que las tendencias de opinión de encuestas confiables.
Riesgos multiplicados en el marco de un sistema de partido predominante de base corporativa y pulsiones hegemónicas, frente a un bloque de organizaciones políticas partidarias que sobreviven en condiciones precarias y adversas, gracias a la polarización y el sentimiento antipartidista atizado desde los púlpitos del poder político e instalado en el imaginario popular.
La propuesta acelera los tiempos de unas primarias a la medida del MAS, hace rato empeñado en actualizar su registro de militantes, a las buenas o a las malas, exacerbando el uso de recursos mesiánicos, clientelares, coercitivos y demagógicos. Más que confirmar a su binomio inconstitucional, es una ardid para arrinconar ante las cuerdas a las oposiciones dispersas, imponiendo ritmos que coagulen el grito de “Bolivia dice No”.
Las primarias terminan siendo tóxicas frente a una realidad en la que la militancia es cada vez más esquiva y volátil. Prescindir de la importancia de la definición de ciudadanos, además de sumar el costo de estos procesos, es contribuir a profundizar el aislamiento y narcisismo de liderazgos electorales inviables.
Estimado lector, ¿le parece justo y deseable que el Conalcam, y principalmente las seis federaciones de cocaleros impongan al binomio imposible, al ponerse encima de la Constitución y de la voluntad popular que el mismo Presidente prometió respetar?
Personalmente, interpelo y dudo de una democracia interna deseable y asociada genuinamente al mágico resultado de las primarias, entre tanto estos procesos premien las practicas clientelares y caudillistas. En los que los estatutos son apenas una formalidad para la obtención del registro legal para sobrevivir o convertirse en sigla de alquiler, vaciada de vida orgánica y de militancia activa que le dé sustento.
En el caso del MAS, el clientelismo, arraigado y difícil de erradicar, se instaló a favor de organizaciones sindicales fundacionales, burocratizadas, y de otras alineadas al gobierno, que presumen, sin rubor, hacer uso discrecional y propagandístico de programas sociales y de los medios de comunicación del Estado. Esta realidad coloca murallas a una auténtica democracia interna, que se reproduce y extrapola a las canchas inclinadas de lides electorales nacionales y subnacionales.
Aterroriza que una ley tan importante para generar condiciones para el sinceramiento, reinvención e institucionalización mínima de las organizaciones políticas, responsables de canalizar la titularidad del poder y la representación de miles de bolivianos, se embarre por la tramposa maniobra de una mayoría aritmética en el Legislativo. Como dirían en jerga paceña: el Proyecto de ley de Organizaciones Políticas se ha “estido”. Quisiera equivocarme. Que vuelva a foja cero con participación activa del TSE, sería un primer paso.