Carmen Concha-Nolte
Nuestro amor no está en nuestros respectivos/ y castos genitales, nuestro amor tampoco en nuestra boca, ni en las manos:/todo nuestro amor guárdese con pálpito bajo la sangre pura de los ojos. / Mi amor, tu amor esperan que la muerte/ se robe los huesos, el diente y uña, esperan que en el valle solamente/ tus ojos y mis ojos queden juntos, mirándose ya fuera de sus órbitas, /más bien como dos astros, como uno.
El maestro Carlos Germán Belli, poeta, traductor, periodista, ha recibido incontables medallas al mérito, becas y nominaciones tales como profesor visitante en universidades y más. Belli, el vate más importante de nuestros días pertenece a la Generación del 50. Su obra trascendió los linderos peruanos para consolidarse a escala mundial. Van en aumento las decenas de traducciones poéticas: antologías, obras reunidas, citas, tesis, artículos y un largo etcétera.
Cuando esta servidora era una adolescente y fungía de lazarillo de la poetisa Elvira Castro de Q., conocí al poeta Belli. Recuerdo que me impactaron sus ojos, el manejo diestro del idioma. Su dicción corría -hasta hoy- con acústica serena. Sobre su obra, no voy a compilar la galería de estudios, disertaciones o críticas que se iniciaron en la segunda mitad del siglo pasado, y van en aumento hasta la actualidad. Muchas de ellas partieron desde los comentarios halagadores de Alberto Escobar, Marco Martos (APL) o Mario Vargas Llosa, por citar algunos.
Quiero presentarles la posición del amor en el texto titulado «Poema», el más emblemático del maestro Belli. Me despojaré del metalenguaje lingüístico, no por incapacidad, sino para que la belleza del poema llegue como reflector a todos los que la perciban (R. Barthes) sin distingo de edad o condición.
El poema del que me ocuparé se titula «Poema» (de 1958), aparecido en la edición bilingüe Poemas escogidos, 1958-2006, Carlos Germán Belli. Este compendio es una edición de lujo publicada por la Universidad Ricardo Palma, 2008, Lima, Perú.
El texto poético destrona la posición equivocada del amor mediante la negación «nuestro amor no está en», es decir, saca al amor del lugar errado utilizando el verbo «estar», verbo del aposento o sillón -definición mía-, para sentenciar que no habita en los «respectivos y castos genitales». A partir de aquí, vemos que “respectivos” y castos” [RAE, … se considera como lícito.] + «genitales» [RAE, órgano sexual …] sirven para excluir, con halo dulce, lo que hemos banalizado con mensajes subliminales o como una marmota vendible: los genitales encubiertos o a ojos vista. Continuando, nos recuerda que el “amor” no se le ubica «en nuestra boca… manos». Recurre a la herramienta verbal = boca y a la no verbal= manos para ir rechazando los lugares equivocados del amor. El texto (posteriormente) enuncia «Todo nuestro amor guárdese con pálpito / bajo la sangre pura de los ojos», “guardarse” es preservarse. “Pálpito” significa estar en sospecha, en palpitación; “bajo” se concibe como protegerse o estar al amparo. Además, se emplea “ojos” como lo elegido después de destronar genitales, boca, manos como habitación del amor para los incautos. Advertimos que el posesivo “nuestro(s)” marca unión. Y, el verbo de mayor rango es (no) “estar” secundado por el verbo “guardar” el amor en los “ojos” momentáneamente.
En la segunda parte del texto, hay ausencia del “nosotros”, se opta por los posesivos en singular: mi y tu, mediante «Mi amor, tu amor esperan». Estos nos conducen al desdoblamiento del nosotros, pues se alude a la muerte, la que llegará por separado. Además, se subraya tres sustantivos perdurables: huesos, diente y uña. Aclaramos que, en esta parte, se acoge un verbo mayor, “esperar” en «esperan que la muerte» y «esperan que en el valle». Con el término “muerte” nos situamos en el más allá, pues se espera en el “valle” (terreno bajo) + “solamente” como único modo posible: «tus ojos y mis ojos queden juntos/ mirándose ya fuera de sus órbitas». Recordemos que retoma ojos -de la primera parte- con énfasis de esperar (anhelo) una unión en la cavidad del ojo = «órbita», para sentenciar con el símil o semejanza: «como dos astros, como uno» concebidos en otra dimensión, pero con la ilusión de ser «uno».
Resumiendo, la carga textual del poema está dada por el halo afectivo de posicionar al amor en un lugar excelso y no físico. Los sustantivos marcan el significado sin acudir a la adjetivación. El único adjetivo que merece atención, como bisagra de la temática, es “castos”. El texto revalora el “estar” y “esperar”. La imagen corpórea se ha perdido «fuera de sus órbitas», anhelando ser un solo astro. Con lo expuesto, no me queda más que invitarlos a leer y degustar los poemas del catedrático, amanuense, nuestro vate sabio y vital como es Carlos Germán Belli del Perú para el mundo.