Memoria y tarde
Cuando la noche sea mi memoria
mi memoria será la noche
Alejandra Pizarnik
Una para poder hablar
tiene que estar rota
o, por lo menos, incompleta.
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Vestir la carne y
caminar con las vísceras al aire
malolientes.
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Recomponer en imágenes
cada rincón de la infancia,
guardar la muerte y su tortura.
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Tensar la membrana del corazón
si el corazón tiene membrana
para que jale más para que no se rompa.
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Soportar un baúl con el álbum familiar
sabiendo que tus tobillos quedarán magullados
y que ya nadie llegará con ungüentos.
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Contemplar taciturna el cataclismo del amor,
acariciar su cabello escuchar el jadeo,
permitir otra llaga más en su nombre.
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Una hembra azul en mi retina yo
enfrascada en el imperturbable invierno
intentando contener la respiración exhalar.
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En este tarde sin horas
prometo volver a desangrarme,
me acuchillaré a lo mejor un domingo.
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Acaso mañana si salgo:
si abro la puerta al amor,
si nace de mí un ave del paraíso con el pico corvo y negro.
Una se quiebra en mil pedazos antes de decir:
la muchacha con cristales en el reflejo de mi ventana.
He de esperar su luz.
Entonación de despedida
como todas las dádivas para siempre fugaces
que el azar y el destino nos dieron un instante
Enrique Molina
Transcribir secretamente la ausencia
del perpetuo amor terrenal,
desenmarañar los hábitos que se hicieron
vacíos con el tiempo;
su memoria ha olvidado
mi regazo, mi seno, mi pezuña
**
ha desdibujado mi sonrisa
que quiebra copas,
que amamanta versos;
su semblante se ha hecho nudo
y ha roto con éste las suaves formas
del cielo/del hierro.
Nuestros cuerpos
se han quedado fríos en el lecho
que atesora abundancia y suerte
**
hemos querido jalar el hilo
socorrer con agua caliente
sanar la herida abierta
lamerla
embadurnarla
cubrirla de besos
explotar en mil llamas la noche
y la memoria solo ha sabido remplazar
lo grato por el dolor de la carne
**
para no verme entonces de pie
con mis ansias en silencio
abriendo el cuerpo
el eco eco
se ha ido para siempre
[ha creído a los otros
se apaga mi voz en su esfera
mi caminar de oso vigilante se queda solo
**
quitarse uno por uno los pelos de la ropa
los abrazos que no suelo dar en público
el peine con mis trenzas
la blusa y la mancha de mostaza.
Seguramente ha preferido la efusividad,
la alegría macabra
que se ahoga en la superficie decorada
de una mujer cualquiera
que no sea yo, por supuesto
**
tengo un segundo nombre
a lo mejor es tiempo de empezar a usarlo
para volver a la vida sola y hambrienta,
alimentarme en el recóndito anochecer de un parque,
en la espera que nunca más permitirá sentarnos
el uno frente al otro
¿quién me cubrirá en la siesta?
**
ojalá y no te mueras
y si lo haces, lo hagas violeta
como el perfume de remolacha de ahora
de pie y en silencio abriéndome tus brazos
salvándome de ésta;
arremolinando nuestros cuerpos
ya sin reclamos.
Canto a la visión del elegido
Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América…
El Aleph
Jorge Luis Borges
Enraizarme desde la semilla de un Toborochi
ser el amo del horizonte,
la negra espesura del tiempo,
yo soy el que disipa serpientes doradas
he abierto el estómago de los mares
tus ríos
el bosque primero del dios creador.
**
Cubierto de hollín de hombre
me siento a alimentar bocas chillonas
cerdos mutilados al atardecer;
hay un manantial afuera
creado por lágrimas de pueblos primitivos
el llanto es el resultado de la muerte
que intenta extinguir la luz
yo soy capaz de ver otra
y otra
y otra
una siempre más intensa.
**
No habrá fin
si principio.
Los rastros del verdugo que noche a noche
arranca las vestimentas de mi hembra
son las huellas del hambre en la tierra
los caminos de la miseria
el despilfarro,
la abundancia hecha de monedas de oro.
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Sedienta y malherida intenta clamar al tiempo
nombrar mi espíritu
para apagar la llama de los ojos del señor
de los cuatro poderes.
**
Tú eliges la mano que crea la herida
volteas la mirada al cielo
para encontrar pájaros con penachos plateados;
es muy grande el número de pigmeos
que perfilan su vientre
como parte de la semilla perpetua;
desde las parcelas de la eternidad
te llama un hombre sencillo para hablar de salvación
pero no has comprendido aún la calma
la pausa
el silencio.
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De vez en cuando río
aunque más cercano al mar
un desfiladero con pieles y aves moribundas
se abre paso en esa especie de montaña sumergida;
hay un lago como una nota
como el minúsculo cilindro
de una máquina temporal.
**
Reconoces el momento de cruzar,
atravesar la frontera que divide lo eterno
del náufrago perpetuo que te habita,
es hora de llegar al verde bosque
adentro está el dios sagrado hijo del trueno:
has revelado el secreto.
**
Eres el elegido.
Yo soy la mujer del monte
¿Cómo se esconde tu país natal entre los muñones de un cuerpo amputado?
Yo soy la mujer del monte que gesticula vibraciones desde el esperpento de sus huesos.
La mujer madera que seduce el tiempo en la última morada.
A la muerte me la trago al amanecer/entonces recién la pausa para la felicidad.
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Un padre es como una verga, un árbol mayúsculo para cobijarse.
No está el macho/ ¿de dónde habré venido?
La mujer mutilada que vislumbra a medio día, a plena luz, oscurecerse el panorama.
**
He visitado el hospital central a las cuatro de la mañana
para llorar mi muerte
nadie acude al velorio, así esperaba que fuera.
En el camino que dista entre la morgue y oncología
me he topado con la chica de diecisiete años que entonces abandoné,
ha tomado mi quijada para beber cianuro enlatado
como alcohol de quemar.
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Yo soy la mujer del bosque
que espera la voz
para acaso caminar abriendo las manos
reptando entre la tierra que la sacude,
retomando huellas,
descabezándose,
dejando de lado una mente inclasificable:
desprendiéndose de la rabia y la peste,
eligiendo un pedazo de musgo para comer
y alimentar a su padre.
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Yo soy la mujer del monte
la hija del hombre aquél;
lo busqué en el vicio de la ciudad
y lo encontré
(adolorida ya)
en el último ocaso de visión
a orillas de nuestra casa.
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En el monte.
Una panza redonda como el mundo
¿Y conseguiste lo que
querías en esta vida?..
Raymond Carver
Establecida mi relación con el pájaro de la noche,
anuncio el hallazgo del ojo que me mira.
Juntos erigimos el mundo como una montaña
para orar con las voces del viento. El traspatio
no se alumbra con la sombra del pájaro
sobre el candil;
relampaguean las horas con ninfas y tulipanes.
He de decirte amor pon tu mano en mis senos
y alimentaremos la yerba de mi sexo
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abierta de pies y manos
o atada al erecto miembro tuyo
escondo el bulto/hogar con ventanas
y portones. Has de saber lo que se llama felicidad:
navega hombre en mis aguas,
sumérgete como en una feria de pueblo,
dale al océano tu rastro, déjame pasar entera
a tu habitación juvenil. Recuerda que
como hoy no me volverás a ver jamás.
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Voy a lamer esta noche tu tintero, encender
la lámpara antes del trabajo. Desvélate para
narrar la historia. He aquí tu creación,
tu hijo;
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con este nacimiento vislumbro el miedo de un lobo
adentrándose en la espesura de un bosque en Ávila. La
hembra me mira exhausta. Delato al demonio
devorador de ovejas en Tlalayote.
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Con este nacimiento confirmo la rotación de la tierra
y el sol como estrella resplandeciente.
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Confirmo tu paso por el mundo,
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sentí a un hombre entrar como un náufrago
entre mis piernas y
lo vi salir a mis brazos.
Biografía
Viviana Gonzales (La Paz, Bolivia, 1985). Poeta y dramaturga. Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid; Máster en Arte por la Universidad Complutense de Madrid y Especialista en Seguridad Internacional por la UNED y el Instituto Gutiérrez Mellado. Premio Nacional de Literatura en Poesía (Santa Cruz, Bolivia, 2019) por su poemario “Hay un árbol de piedra en mi memoria”. Colabora en distintos medios digitales nacionales e internacionales. Es promotora de lectura para jóvenes; ha impartido distintos talleres de literatura. Ha estado presente en distintas ferias y festivales de literatura (FILIJ, Festival de la Rosa y el Libro). Trabaja como editora independiente. Actualmente está concluyendo una antología de cuento latinoamericano de terror para jóvenes que será publicada por Editorial Planeta en 2020. Su obra “Yawarmanta” ha sido seleccionada en el Festival Urgen Musas organizado por la SOGEM para una lectura dramatizada junto a otras dramaturgas jóvenes. Su pieza teatral “Las visitantes” forma parte de la la antología Teatro mínimo. Colección Gabriela Ynclán. Edit. Padmira. México, 2019.
Ha cursado talleres literarios en la UNAM, el Centro Xavier Villaurrutia, casa Lamm; un diplomado en Creación Literaria en Literaria Centro de Escritores y otro en Literatura en Lenguas Indígenas de México en el INBAL.