Paracas
Y si no puedo hablar
de las palabras que asolaron la historia
si no digo el mar el cielo el sol
si aún las cosas
en la arruga del médano
se prosternan
como yo
segada lumbre en la piel de las iguanas
puliéndose la espalda
en el cactus del dolor
la sal doblegaría el cutis de los huacas
cinceles de un oasis
que el viento ahoga al ver
la brasa de mi lengua
el mármol del estío
la urdimbre de un poema
al tiempo sus palabras sepultando…
(De Luces de talud, 1991)
*
La gota
En la gota duerme el mar
y de ella pende una luz turbada
sobre una rama quebradiza.
Todo tiembla en su aliento
y se revela en el sueño
de quien nadie teme ni suspira.
Esa gota que riega
exhausta sed de ansias plañideras,
al propio mar exangüe
engastado en su figura,
un ojo vítreo que admira
otras aguas, siempre ajenas,
nave futura ignorando
el mar que encierra
y también repudia.
La gota insigne, grávida
de olas desvariadas, desnuda
de su edad y su mentira,
sin saber cuándo será desierto
o una vaga promesa
naufragando en el abismo.
(De: Del taoísmo al teísmo, 2019)
*
Uno entre dos
A Pilar
Entre tú y yo
la muerte:
eclipse de rostros
que menguan
y crecen
con este aliento
o si el tiempo
se hace cosa
y oculta
lo que no existe
nada queda
cuando calla
y la sombra
sofoca la luz
antigua y el hilo
de paz que en ti vivían
éramos pálpito
intactos y enteros
y el agua aún corría
en estos ojos
de miedo
que hoy oscilan
y dudan
entre tú y yo
(Inédito)
*
Desierto de Sechura
Hoy aquí
es azul el desierto
no hay espacio
para nuevos granos
su vacío se alimenta
de arenas insepultas
de surcos que el sol
y el siroco
trazan en la cresta
de cada duna
Solo el merodeo
de las hienas
y su olor derramado
en las estrellas
Un mundo dos cielos
un redoble de tambor
crepitan en la fogata
y un lago de incienso
refresca la noche
oculta
por mis pies
(Inédito)
*
Marina
He llegado último y sigo siendo el último
las temperaturas de los cuerpos
ascienden a las cumbres de indignos y nada
parece ser tan factible en esta tierra
donde el magma se humilla ante tantas probabilidades
de ser alma, ruido, inerte planetario
del mismo cosmos donde aún se diseñan
nuevos planes, antiguas formas
de ser antiguo y precoz salto a lo imposible.
Una noche de pensativas memorias
en que ser imagen era mendaz y presurosa
y que estar al margen de los pacientes racimos
coronados por frutos sin soledad y sin pureza,
Nada será en este rubio falansterio
mesón paternal asignado al párvulo
y a los abrojos que estallan en los surcos.
Es la hora de derribar a dentelladas
el vago placer de no morar en serio ahí donde existen
playas de solo tedio y aureolas coronando los cangrejos
un relumbre de un reloj encallado
marcará a destiempo lo que adentro se va muriendo.
Eso lo vi en la tarde de mi noche:
luciérnagas pariendo siluetas de atunes
sobre olas prisioneras y huevos de esturiones
hechos tablas montadas en surfers desprevenidos
una fiesta encumbrada en las olas amarillas
un festín de sabandijas descendientes de vikingos.
Sobre el agua, tierra; sobre el sol una manera de ser
sin tener que pensar ni repetir que todo cae
y escala en la partitura escrita por reiteradas olas.
Doman su furia, aplacan su caricia urticante
llaman a revuelta a sabios espongiarios
a erizados equinodermos, a pólipos de ultramundo
solos de sinfonías y cantatas enlatadas
se bambolean sin miedo en las mareas.
Buena noche para un día que jamás termina
y si termina es porque no tiene sentido
otro día como este o cualquier otro.
Las aguas han colmado sus falencias
en su mellada limpidez una mueca
de rabia y de agravio espanta a nuevos días
la hora es la misma en todos los relojes
todo es igual, todo es lo mismo
se han borrado las distancias
nunca seremos lo que somos
nunca tendremos lo que tenemos:
nombre, forma, ubicación
disfuerzo, impostura, gusto insobornable
de ir borrándonos a medida que respiramos.
(Inédito)
*
Prayer
Señor, ¿cuál es tu árbol o cuál es tu templo,
cuando no tienes nada a cambio?
¿Cómo son tus noches boreales
donde tu luz ciega al que nunca duerme?
¿Por qué el prado llano y enjuto
en esta primavera de cambios sin perdones?
¿Cuál tu duda que turba y te zahiere
a la hora de faltas y verdades?
¿Cuánto de ti en mí aterra
lo que era cierto y exacto
como himno a la aventura?
¿Quién te dijo yo te elijo
para que seas solo y nada mío?
¿De dónde tu fuerza pende ausente
cuando la garúa arrecia en tu aliento?
¿Y qué, pues, si te digo no me oyes,
cómo callas ante el abismo
por qué sabes que yo existo,
cuál de tus manos me apacienta
dónde caen mis pedazos al sentirte
quién eres, eras, fuiste, habías sido?
¿O serás solo el deseo venidero
de quien nada tiene
ni espera nada
mientras la sombra me va cercando
en la boca de tu gruta,
ya sin sangre, ya sin labios
que te digan
que tú tampoco me miraste
como el hijo enfermo
que siempre te ha añorado?
(Inédito)