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Perú: El coronavirus desnuda la agonía neoliberal

Alex A. Chamán Portugal

«En el Perú no hemos tenido clase dirigente sino clase dominante incapaz de constituirse políticamente en una fuerza que pueda organizar la sociedad con cierta coherencia y arrogarse el derecho de representarla».
José Carlos Mariátegui

A poco más de un año de la conmemoración del bicentenario de la república del Perú (2021) suena acertada y estruendosa la sentencia de Mariátegui referente a que quienes se hicieron del control del Estado -entendida como la maquinaria de poder organizado de dominación de una clase sobre otras- fueron las clases sociales dominantes que, desde un primer momento, renunciaron a un Proyecto de Desarrollo Nacional (PDN) capitalista, por lo que no se atrevieron a realizar una revolución burguesa o profundas reformas encaminadas a demoler los rezagos feudales, deviniendo el país en semifeudal y semicolonial. Esas oportunidades históricas truncadas desembocaron en viabilizar superficiales reestructuraciones del Estado que no contribuyeron en resolver los problemas estructurales. Así, esas clases dominantes no forjaron un robusto aparato productivo acompañado de una emprendedora producción nacional y cohesionador mercado interno. En pleno siglo XXI prevalece un régimen económico atrasado y dependiente cuya matriz económica es fundamentalmente primaria exportadora de materias primas. También fueron incapaces de implementar expresiones concienciales y su materialización en sólidas instituciones que contribuyan al proyecto demoburgués. ¿Cuáles? La filosofía, la cultura, la educación, la moral, la ética, el arte, la estética, etc. Todo ese cuerpo ideológico encaminado al progreso de la ciencia y la tecnología que salvaguardaría y fortalecería la estructura económico-social. Quienes se hicieron cargo del Estado no solo impusieron su régimen económico atrasado, también su línea jurídica, ideológica y política vetusta. Lo anterior es expresión de la dictadura de las clases dominantes y su concreción como violencia reaccionaria que históricamente han aplicado y aplican. Esa dictadura es cardinal en la marcha de la sociedad burguesa y está presente en las políticas del Estado, por lo que prioriza preservar el sistema con mayor explotación capitalista y mayor opresión política e ideológica contra el pueblo y el proletariado.

Miles de ciudadanos peruanos se ven obligados a salir de la ciudad de Lima rumbo a sus regiones por la completa miseria en que se encuentran, o sea, en abandono total por parte del Estado. Prefieren caminar días enteros exponiéndose a desgracias con tal de llegar a sus muy lejanas tierras de origen, en vez de morirse de hambre. Es un verdadero éxodo de la ciudad al campo.

Carácter de las clases sociales dominantes más no dirigentes
Las clases sociales dominantes en cuestión carecieron de una visión conducente al desarrollo capitalista en el país y se convirtieron en una burguesía apéndice de las empresas multinacionales y/o transnacionales, tal como ocurrió en los siglos XIX y XX, y en las dos décadas del siglo XXI. Esos grupos de poder económico y político nacionales, prontamente, no solo devinieron en pigmeos, mediocres, ramplones, parasitarios y mafiosos, sino también en reaccionarios, antinacionales, antidemocráticos, antipopulares y profundamente proimperialistas. Ese ha sido, hasta el día de hoy, el derrotero de las clases sociales explotadoras y opresoras del Perú. Situación que nos ayuda a comprender porqué Mariátegui -fundador del Partido Comunista del Perú (PCP) y de la Central General de Trabajadores del Perú (CGTP)- afirmaba que solo se tuvo clase dominante más no clase dirigente, pues la incapacidad de la misma no organizó la sociedad ni la patria coherentemente. Expresión de lo planteado se manifiesta en el cercenamiento territorial, el despojo y saqueo de importantísimos recursos naturales, la angurrienta acumulación capitalista con mayor explotación laboral, la permanente conculcación de derechos laborales y beneficios sociales a las masas trabajadoras, la sumisión y complacencia con las agresivas políticas imperialistas, el terrorismo de Estado contra la protesta popular y las gestas revolucionarias, la “normalización” de la corrupción en todo el aparato estatal y privado, la “naturalización” del desastroso accionar por las mafiosas organizaciones politiqueras y sindicales, etc. Así, las clases dominantes, más no dirigentes, quebrantaron derechos y libertades demoliberales, destruyeron históricamente la patria y aplastaron las ansias de progreso y bienestar del pueblo, así como ahogaron en sangre sus justas protestas y sus objetivos políticos de transformación revolucionaria. La mafiosa burguesía peruana es la principal responsable no solo del atraso y dependencia que caracteriza al país, sino de la mayor parte de sus disimiles “desgracias”. Siempre instrumentalizaron el Estado, sus poderes e instituciones para sus sórdidos proyectos, así como a los distintos gobiernos (títeres) de turno.

La sociedad peruana, el Estado y sus instituciones

Posteriormente, la sociedad peruana fue incorporada al modo de producción capitalista que ganaba posiciones y se imponía en el planeta, aunque incubaba en su seno los residuos materiales y espirituales de tres siglos de colonización, así como fue moldeándose a imagen y semejanza de las ineptas clases dominantes que se hicieron cargo del Estado y sus instituciones a través de los distintos gobiernos de turno, todos funcionales a la lógica de explotación y opresión. El Perú en la mayor parte de su historia, hasta hace poco, ha sido una sociedad “semifeudal y semicolonial”, cuestión que explica la precariedad de su estructura económica y de su superestructura jurídica, ideológica y política.

A consecuencia de la guerra interna(1) de los 1980 y parte de los 1990 devino en una sociedad capitalista atrasada y dependiente que permitirá, en perspectiva, la realización de la revolución socialista. La revolución democrática burguesa de nueva democracia -organizada y dirigida heroicamente por el PCP- contribuyó a superar la semifeudalidad y arribar a un capitalismo atrasado y dependiente.

Actualmente, en el Perú prevalece la ausencia de un PDN demoliberal, pues predomina la destrucción de su aparato productivo, por consiguiente, de la producción nacional y del mercado interno. ¿Quiénes son los responsables? El imperialismo junto a sus transnacionales y las antipatrióticas clases sociales dominantes, ya que fueron quienes constituyeron el Estado y sus poderes e instituciones, además representan el verdadero poder tras los diferentes gobiernos de turno. Por supuesto que todo el funesto accionar de los “de arriba” fue contra los “de abajo”, es decir, contra las clases sociales dominadas.

El capitalismo neoliberal en contra de la nación y el pueblo

El regresivo devenir de la historia peruana se sintetiza en que son casi 200 años de espeluznante explotación económica y opresión política. Casi 40 lustros de sumir al pueblo en la más espantosa miseria e indigencia. Casi 20 décadas de terrorismo de Estado para ahogar a sangre y fuego las luchas populares y proyectos revolucionarios. Casi 2 siglos de aplicar la “paz de los cementerios” contra las masas empobrecidas negándoles derechos fundamentales en salud, vivienda, trabajo, educación, cultura, progreso, bienestar, etc. Esas y otras desdichas son de entera responsabilidad de las canallescas clases dominantes que hoy en plena pandemia del COVID19 decretan la “Suspensión Perfecta de Labores” que significa Cese Colectivo Laboral para favorecer a los empresarios gánster de toda calaña, encima los “salvarán” con la “ayuda económica” de varias decenas de miles de millones de nuevos soles.

En las últimas semanas, días y horas -en plena agudización de la pandemia- se viene denunciando que instituciones del Estado y altos funcionarios han incurrido en una serie de escandalosos negociados, que en la mayoría de los casos terminan en la impunidad. Como sabiamente refieren las masas populares: la podredumbre está por doquier, pues los “dueños del Perú” y sus eventuales gobernantes-administradores son hiper corruptos, están podridos hasta el tuétano. Y las infaustas consecuencias socioeconómicas, como siempre sucede, las paga inmisericordemente el pueblo. Todo esto es un proceder mafioso institucionalizado. ¡Abajo la explotación capitalista y el genocidio laboral!

Lo antes señalado es simplemente una muestra de lo que las clases sociales dominantes, su Estado y sus gobiernos han viabilizado a lo largo de 200 años. ¡La historia se repite! Y como es habitual convocarán a sus despreciables y decadentes políticos, ideólogos, pensadores, escritores, analistas, opinólogos, artistas, religiosos, deportistas, etc., para salir a “defender lo indefendible” a “justificar lo injustificable”. No solo eso, harán funcionar su mafiosa maquinaria judicial y genocidas aparatos represivos -fuerzas armadas y policiales- para criminalizar y aplastar las justas protestas populares.

La economía peruana se encuentra en manos de las grandes empresas transnacionales y burguesía nacional cuyos fines son mayor acumulación de ganancias apropiándose de la plusvalía generada por las masas trabajadoras, mayor saqueo y apropiación de recursos naturales, saqueo y contaminación del medio ambiente, evasiones impositivas, etc.
El cacareado “crecimiento económico”(2), durante las últimas décadas, únicamente ha favorecido a los grupos de poder económico transnacional y nacional, en tanto ha sumergido en mayor atraso y dependencia a la nación oprimida, y en mayor pobreza al pueblo, como ejemplo: se consolida el desempleo y su precarización. En consecuencia, las brechas entre ricos y pobres se elevaron a niveles aterradores e insultantes.

El éxodo de millares de peruanos, junto a sus menores hijos y escasas pertenencias, es por la completa situación de miseria producto de las políticas del terrorífico capitalismo neoliberal.

El COVID19 desnuda la podredumbre neoliberal

Podríamos afirmar que la pandemia desnuda la podredumbre neoliberal a través de:

  • En estos momentos, en los alrededores de la ciudad capital, ocurre un inédito desastre o tragedia humanitaria; ingentes cantidades de pobladores -muchos enfermos y mujeres embarazadas- junto a sus pequeños hijos, con exiguas pertenencias y en condiciones deplorables procuran desesperadamente salir de Lima, y regresar a sus tierras de origen. Es un verdadero éxodo ocasionado por el salvaje capitalismo neoliberal. ¿La razón? El Estado peruano no ha tenido la mínima capacidad de brindarles “ayuda humanitaria”, es decir los ha desamparado y arrinconado a la completa penuria, por lo que prefieren retornar a sus tierras en vez de pasar hambre, desolación y muerte. Las imágenes muestran que están a la intemperie y al acecho de adversidades de todo tipo. Lo referido refleja el alma siniestra del sistema y de sus implementadores, sin embargo, para “salvar” o “inyectar recursos” a los grupos empresariales no solo usan la maquinaria estatal, sino que les dotan de cuantiosas fortunas. Al pueblo permanentemente le condenan a todo tipo de calamidades como al hambre, la miseria, la indigencia y la lenta agonía. ¿Y dónde están los mafiosos empresarios que entregaban decenas de millones de soles o dólares a los politiqueros también delincuentes?
  • La economía peruana es cada vez más atrasada, dependiente y desigual. Aspectos que afectan a la nación, pueblo y clase obrera.
  • La pobreza afecta, actualmente, a casi el 30% de la población. El INEI(3) sostuvo que la pobreza bordeaba el 22% para el 2017, empero con el recrudecimiento de las políticas neoliberales, la caída de las materias primas y otros productos de exportación, y la llegada de casi un millón de venezolanos la pobreza se despuntó al 30% a decir de analistas económicos y sociales. En los días que corren la CEPAL y otros organismos aseveran que en la región habrá decenas de millones de más pobres, un porcentaje importante le corresponderá al Perú lo que agravará la situación. Por ende, el fanfarroneado crecimiento económico no contribuyó a la dignificación de las condiciones de vida del pueblo, pues privilegió a los grupos de poder. El crecimiento de la llamada “clase media” resultó una farsa, ya que no fue tal y hoy esa clase pequeña burguesía se precariza aceleradamente.
  • La flexibilización laboral se recrudeció en menoscabo del grueso de las masas trabajadoras, ya que sus derechos laborales y beneficios sociales han sido reducidos a su mínima expresión. Así, prevalece la inestabilidad laboral, siendo los despidos masivos una constante. La figura del despido arbitrario se reedita groseramente en tiempos de la pandemia. Los sueldos y salarios suelen ser paupérrimos, las condiciones de trabajo son extremadamente precarias, la prolongación de la jornada de trabajo generalmente no es remunerada (mayor plusvalía), se aplica muerte civil a ex presos políticos al negarles el derecho al trabajo, la libertad de sindicalización es casi inexistente, etc.
  • Los principales sindicatos son amarillos, pues sus cúpulas de dirigentillos son traficantes y esbirros a sueldo de los gobiernos neoliberales. Se han convertido en mafias sindicales que lejos de defender a sus afiliados cogobiernan con la patronal. Ese sindicalismo pervertido y mercenario está usurpado por sindicaleros. Esas mafias pseudoizquierdistas gobiernan la CGTP, el CEN-SUTEP, la CUT, etc. Son verdaderos sirvientes al capitalismo neoliberal.
  • Desde los últimos 40 años el Perú está gobernado por mafias politiqueras disfrazadas de partidos u organizaciones políticas. Esas pandillas y sus lidercillos, que reflejan la descomposición de los grupos de poder económico, cuan verdugos se coluden para ensanchar las desigualdades económicas y sociales. Las mafias empresariales son siameses de los politiqueros que juntos representan la hediondez de la sociedad peruana. A lo largo de la historia de sojuzgamiento al pueblo cometieron terrorismo de Estado vía masacres y genocidios de lesa humanidad contra los comunistas, revolucionarios, luchadores sociales y masas desarmadas. ¿Y el Estado de Derecho? Y ¿los derechos demoliberales!
  • El Estado peruano y todos sus poderes e instituciones -sin excepción- están putrefactos, reflejo de aquello es el accionar de sus gobernantes, autoridades, funcionarios, etc. A estas alturas resulta irrefutable que el Estado burgués está al servicio de las políticas imperialistas y los intereses de las clases dominantes. El mismo, en sus casi doscientos años de existencia, ha servido a los explotadores y opresores. Los poderes del Estado están subordinados a quienes dominan. Los gobiernos de turno reflejan todo lo anterior y viabilizan políticas reaccionarias, incluso archirreaccionarias. Se tienen gobernantes mafiosos que la propia justicia burguesa los juzga y “sanciona”, aunque con guantes de seda, otros se suicidan.
  • Las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFPs) favorecen escandalosamente a los grupos empresariales, puesto que son quienes deciden la “suerte” de los aportes de los trabajadores. Además de realizar negocios turbios y reinvertirlos en los paraísos fiscales, obtienen fabulosas ganancias, mientras que a los aportantes les entregan jubilaciones paupérrimas. Las AFPs son una estafa.
  • Las empresas transnacionales, principalmente mineras, son las que más explotan y oprimen. En plena pandemia obligan a sus trabajadores a laborar a riesgo de su salud y vida. Estas saqueadoras empresas mineras (Las Bambas, Antamina, Yanacocha, Cerro Verde. Volcán, Shougang, etc.) cuentan con la protección del Estado y sus aparatos represivos (poder judicial y fuerzas policiales-armadas).
  • Ante la feroz explotación el pueblo desenvuelve la protesta popular en defensa de sus derechos, para contrarrestarla el Estado procede a su criminalización, persecución política y estigmatización de los revolucionarios y luchadores sociales valiéndose de repugnantes campañas de desprestigio. ¿Cómo lo hace? Mediante intensas campañas a cargo de la prensa reaccionaria y mercenaria, pues son las principales ejecutoras de la manipulación de la información para alienar y adormecer conciencias. La prensa irradia infobasura.
  • La salud púbica en el neoliberalismo no solo fue casi destruida, sino convertida en una mercancía. Al pueblo se le niega el derecho a la salud y la existente es tan precaria que no cubre los mínimos requerimientos de la población. El personal médico, que estoicamente enfrenta los efectos de la pandemia, denuncia que el Estado otorga un miserable presupuesto del 2.2% del PBI, por lo que se tiene un servicio muy deficiente que condena al pueblo a mayor morbilidad, sufrimiento y mortalidad. EL COVID2019 muestra que la salud púbica está en escombros.
  • La educación capitalista peruana está en ruinas porque deforma la conciencia de los educandos y les niega deliberadamente una concepción científica del mundo, por lo que no forja individuos reflexivos, críticos y propositivos. La educación neoliberal procura el mantenimiento del injusto orden vigente y la reproducción de sus relaciones sociales de desigualdad. La educación burguesa peruana, lamentablemente, también se caracteriza por ser alienante, antinacional, antipopular y antidemocrática. La misma dispone de un minúsculo presupuesto de 3.8% del PBI, según acusaciones de los dirigentes clasistas de los SUTES Regionales, lo que incide negativamente en su realización. Se tiene una infinidad de docentes a quienes se les niega derechos y beneficios desde hace varias décadas, y se los somete a mayor persecución y denigración, por su parte más de la mitad de los estudiantes sufren desnutrición y viven en condiciones precarias. Para remate el sindicato de los maestros está en manos de una mafia delincuencial llamada Patria Roja (CEN SUTEP) que se apropia de los aportes de sus afiliados y los malversa a través del botín de la Derrama Magisterial.
  • En tiempos de la brutalidad capitalista neoliberal la mercantilización y destrucción del medio ambiente fue legalizada, la misma expresa la voracidad del empresariado extranjero y nacional por los recursos naturales. El viejo Estado no solo facilita lo anterior, sino que protege a los saqueadores y contaminadores.

¿Qué hacer?

César Vallejo, poeta comunista peruano, planteó: ¡Hay, hermanos, muchísimo qué hacer! En ese horizonte, en términos inmediatos y mediato, corresponde bregar por:

  • Defender los derechos fundamentales del pueblo como la salud y educación pública, derecho al trabajo digno y sin condiciones punitivas, libertad de pensamiento, opinión y organización, etc.
  • Luchar para suprimir la ultra reaccionaria Constitución Política neoliberal de 1993 por ser lesiva a la nación y al pueblo, y batallar por una Asamblea Constituyente con y para el pueblo. Fruto de la misma lograr una nueva Constitución Política del Estado que restituya derechos y libertades demoliberales.
  • Abolir el esquilmador régimen económico neoliberal por ser contrario a los intereses de la patria, el pueblo y el proletariado.
  • Impulsar la independencia económica mediante la producción nacional y el mercado interno. Los recursos naturales deben servir al progreso y desarrollo.
  • Mayor presupuesto a salud, vivienda, desarrollo industrial, trabajo digno, educación, investigación y tecnología.
  • Reconquista y restitución de los derechos laborales y beneficios sociales. Combatir la flexibilización y precarización laboral.
  • Lucha frontal contra la corrupción y el accionar mafioso del Estado, sus poderes e instituciones, así como gobernantes-autoridades. Sanciones ejemplarizadoras.
  • Crear medios informativos-comunicativos alternativos y populares para enfrentar la alienante manipulación mediática por los medios masivos de información.
  • Intensificar el trabajo ideológico y político en aras de forjar una concepción científica del mundo para interpretar y transformar la realidad. Esta es una obligación para los verdaderos hijos e hijas del pueblo. Poner la educación, la ciencia, la tecnología, la literatura y el arte al servicio del pueblo.
  • Luchar denodada y resueltamente por recuperar los sindicatos y gremios en poder de las mafias enquistadas en su dirección. Oponer el sindicalismo de clase y combativo al sindicalismo amarillo y mercenario.

NOTAS:

  1. La guerra interna se inició en mayo de 1980 y encontró a dos fuerzas enfrentadas: el Partido Comunista del Perú y el Estado peruano, el primero inicio la Guerra Popular del campo a la ciudad con el objetivo de conquistar el poder político para el proletariado y el pueblo, en tanto el segundo, apeló al terrorismo de Estado mediante la política antisubversiva (detenciones, torturas, desapariciones, asesinatos, masacres y genocidios) para preservar el sistema económico y político de dominación, y sus relaciones sociales de explotación favorables al imperialismo yanqui, sus empresas transnacionales y los antipatriotas grupos de poder nacionales.
  2. Según organismos financieros internacionales e instituciones universitarias nacionales; el Perú habría logrado 21 años de “sostenido crecimiento económico” a costa de una matriz primario exportadora, no industrial, y una “efectiva” acumulación capitalista en base a mayor explotación y despojo de derechos laborales a las masas trabajadoras. Precisamente, en lugares en que se concentra la mayor actividad minera es donde se tiene los más altos índices de pobreza y pobreza extrema, adicionando la negación de derechos en salud, empleo digno, educación pública, etc.
  3. Informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Asimismo, el informe dejaba en claro que la pobreza se focaliza especialmente en lugares rurales de la Sierra (49%), Selva (41%) y Costa (25%), en tanto en las zonas metropolitanas (15%). Lima – Perú, 2017.
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