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Pedro Shimose y la patria

Heberto Arduz Ruiz

 Al detenernos en la relectura de poemas del vate boliviano Pedro Shimose Kawamura  –desde hace muchos años avecindado en el reino de España–, dentro de la vasta  bibliografía por él producida, que sobrepasa la decena de títulos únicamente en cuanto a su obra poética se refiere, nos conmueve encontrar expresiones en torno a la patria, enfocada desde los más disímiles ángulos que su lírica le inspiran.

Con el propósito de no cansar el ánimo del lector, a modo de ejemplo sólo nos ocuparemos de algunas imágenes utilizadas por Shimose.

En el poema  Carta a mis compatriotas, refiere que plantó un árbol en la plaza de su pueblo y se dedicó a “caminar la patria”. En este sentido apunta:

“(…) me vine a soñar en carne viva esta patria sangrante y dolorosa, y hasta aquí, por donde voy, me persigue su herida y su silencio. Le hago mil preguntas y solo me responde la nostalgia de su porvenir ¡oh, patria dulce y trágica!, me incumben tus cárceles y exilios, tus huelgas, tus guerrillas, tus marchas por las calles del reclamo”.

En su libro Quiero escribir, pero me sale espuma (1972), en el poema El exilio comienza, bajo el subtítulo “ya me voy, ya me estoy yendo”, con maestría describe el ambiente previo que rodea a quien se ve forzado a abandonar el solar en que nació y creció para emigrar hacia otra latitud, quedando el núcleo familiar en absoluta desprotección:

Madre, no llores, dime “hasta luego” y escríbeme seguido./ La cordillera está cerrada./ La pena es un juguete en las manos de mis hijos./ Le digo a Rosario que se mantenga serena./ Atrás quedan mis 32 años.

Y la poesía continúa:

(…) Lejos del ladrido de los perros,/ cada vez más lejos de la noche/ con la patria más cerca/ el altiplano cada vez más pequeñito,/ el lago/ con la patria más honda/ la sangre derramada en las fogatas/ con la patria más dentro/ ¡Bolivia/ desgarrándome/ hasta el grito!

Dolorosa despedida, el prólogo al adiós, según diría otro poeta invocando el nombre de la patria en circunstancias también angustiantes.

En otro trabajo titulado ¿Qué es el exilio? sostiene: “lejos, muy lejos de ti mismo/ lejos de todo lo que amas y has amado,/ rogando que tu patria no se acabe nunca”. En el poema Carta a Margarita Villca, asentado ya en territorio ajeno dirá: “Margarita,/ la patria arde como un leño en mi memoria”. Un cúmulo de recuerdos, la ausencia de los seres queridos, la falta de trabajo, inseguridad al pisar otro suelo, en fin toda una carga negativa pesa sobre la espalda del exiliado, la misma que gravita mental y psicológicamente en el orden afectivo y de convivencia social, de adaptación al medio.

Pasados unos años escribirá la poesía Primavera, exaltando la nueva estación: “Tu eres mi patria:/ la inmensa y sola/ ternura de la/ tierra”. De la selva, trópico, caudal de ríos sonoros y bullicio de la fauna amazónica, estuvo poblada la infancia de Pedro Shimose; por lo que su musa transforma vivencias, experiencias y sentimientos en composiciones poéticas y musicales que el pueblo las siente suyas y las interpreta, con entusiasmo, en total entrega.

En Los reinos de la muerte, el poeta expresa: “No soy hombre, soy muerte./ Fui mitayo en la mina;/ en mi patria, extranjero;/ en el amor, inquina;/ funeral que camina,/ soledad a destajo/ con nombre de minero”. Un tributo a los mineros que queman sus pulmones en el insalubre interior de la tierra, como topos humanos.

En otro memorable poema, La casa de la libertad, vuelve sobre el tema de la patria: “No sé cómo se explica, pero entiendo/ las muertes que recibo como herencia/ en esta patria de explosión y estruendo”, para remarcar a continuación: “¿Dónde estás libertad? No es suficiente,/ ¡oh, patria, haber roto el cautiverio/  y haber sacrificado al combatiente!”.

Y desde más allá de nuestras fronteras, con el pecho inflamado de pesadumbre y nostalgia a esta tierra, interrogará:

“¿Dónde está tu libertad?/ ¿Estas montañas son, acaso, tuyas?/ Por qué este exilio, el mar y las distancias?/ ¿Qué tienes tú que todo lo desgarras?/ ¿Qué tienes tú que todo lo entristeces?”.

 Para luego de ello, concluir firmemente.

“¡Oh, patria hostil, amorosa, amarga mía/ mi corazón restalla en el aceite y el fuego!/ (…)¡Cuán solo sin ti, país terrible y bienamado!”

De  este modo, en el precioso collar que el poeta día a día engarza sus perlas, la patria descansa y se agita muy cerca de su corazón.

= = =

Aparte de poesía, Pedro Shimose K. ha escrito cuento, crítica literaria e importantes artículos como periodista, además de ser dibujante (hábil  caricaturista) y conocido compositor  de música popular. Obtuvo varios galardones en certámenes literarios y el Premio Nacional de Cultura  en 1999, con ocasionales visitas a nuestro país. 

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