Con más de 2.000 años de experiencia a sus espaldas, la filosofía siempre ha estado comprometida con la tarea de comprender y ayudar a resolver los principales desafíos a los que se enfrenta la sociedad de su tiempo. Nos brinda las herramientas necesarias para aprender a pensar, sentir y actuar desde los interrogantes más profundos del ser humano hasta los problemas más inmediatos de la vida cotidiana. Por eso decía Hegel que «la filosofía es hija de su tiempo».
¿Qué nos puede impulsar a pensar y reflexionar las Meditaciones de Marco Aurelio, El ser y la nada de Sartre, Temblor y temor de Kierkegaard, Fenomenología del espíritu de Hegel, Así habló Zaratustra de Nietzsche, La sociedad abierta y sus enemigos de Popper, La rebelión de las masas de Ortega y Gasset, Confesiones de San Agustín, El ser y el tiempo de Heidegger, En busca de la felicidad de Russell, El sentimiento trágico de la vida de Miguel de Unamuno, El banquete de Platón, El hombre unidemensional de Marcuse, Los ensayos completos de Montaigne, Tratado sobre la brevedad de la vida de Séneca, La miseria de la filosofía de Marx…? y tantos otros que nos pintaron el rumbo del ser humano hace muchos años y que ahora la humanidad los necesita agobiada por guerras interminables, odios ancestrales, venganzas entre naciones, epidemias y pandemias mortales, malestar de la Madre Tierra que se viene expresando con tsumani, terremotos, huracanes, inundaciones, sequías y muchos otros grandes peligros y amanezas a la existencia del ser humano en el planeta Tierra.
Las crisis actuales y profundas que afrontamos como humanidad no será la última ni la penúltima, siempre estará al frente de nosotros que nos pone a prueba de todas las adversidades. Charles Dickens en su Historia de dos ciudadesadvierte que siempre ha habido y siempre habrá tiempos de angustia y contradicción. Tiempos que exigen valor, templanza y fortaleza ante la adversidad. Tiempos que reclaman acciones heroicas. En definitiva, tiempos heroicos, también tiempos de hombres y mujeres desde el lugar en el que estén en la ciencia, en el mando de un país, filósofos, líderes, periodistas, escritores, artistas, deportistas, que impulsarán profundos cambios en el rumbo que estamos tomando.
El filosofar nos impulsa a aprender a pensar mejor que no es solo una tarea intelectual, sino también una tarea moral. Uno puede razonar de forma impecable desde el punto de vista lógico y manifestar, sin embargo, un comportamiento moralmente reprobable. Por ello es necesario potenciar tanto las habilidades de pensamiento como las actitudes ético-estéticas, imprescindibles para impedir que prosperen individuos informados e inteligentes, pero indiferentes y crueles. Los seres humanos necesitamos, además de los saberes teóricos, una orientación para la vida, una brújula que nos ayude a encontrar el norte en la travesía de nuestra existencia, una tarea de la que se ha ocupado tradicionalmente la ética.
Ojo que no somos simples criaturas en el Universo, ni estamos de jarana ni para ocasionar el mal a los otros y precisamente para la filosofía o tomarnos la vida con filosofía significa también pensar en la sociedad que tenemos y por qué la tenemos. Nos ayuda a ver las injusticias y maltratos cotidianos como un problema que hay que corregir. La empatía, la solidaridad, la responsabilidad individual o el esfuerzo conjunto son valores éticos que van a ser fundamentales en la sociedad que está llegando. Pensar todo esto es filosofar.
El filosofar nos hace más rebeldes con nuestros tiempos, nos convierte en seres humanos más racionales y dispuestos a cuestionar todo lo malo, lo feo, lo injusto, lo intolerante que tenemos como humanidad para revertir todas estas consecuencias que han generado iras, guerras, odios, violencias a lo largo y ancho del mundo. Todo lo que nos acontece nos debe interesar, nos debe importar, porque “nada humano me es ajeno”, l o decía Terencio en el siglo II a.C.
El filosofar la vida y al ser humano, nos impulsa a tener este espíritu de lucha activa, unido a la búsqueda de lo bueno, lo justo y lo bello que hay en el mundo, y el uso de los poderes creativos e intelectuales con los que estamos equipados son, en mi opinión, las tres aportaciones más importantes de la filosofía para afrontar los tiempos que nos ha tocado vivir. Tiempos heroicos que piden de nosotros tomarnos la vida con filosofía. La mejora de esta capacidad depende en gran medida de la práctica. Por lo tanto, es necesario que todos tengamos la oportunidad de dialogar sobre cuestiones que no están resueltas y que requieren deliberación. Ello va a ayudar al desarrollo de habilidades que posibiliten un pensamiento crítico, autónomo, creativo y cuidadoso.
Amable lector conoce la leyenda del viejo cherokee que le narró una leyenda a su nieto: en el interior de cada persona se da una batalla intensa y permanente. Esa batalla es entre dos lobos que cada uno tiene en su interior. Un lobo es malvado, lleno de envidia, avaricia, arrogancia, soberbia, mentiras, egoísmo. El otro lobo es bueno, está lleno de alegría, amor, humildad, fe, esperanzas. En ese ser humano se la batalla entre esos dos lobos. Y también la hay en tu corazón, le dice al nieto.
El nieto pensó y le preguntó al abuelo: ¿Qué lobo gana?
El abuelo le respondió: «Aquel al que vos alimentes»
Como ves mi amable lector eso te despierta la filosofía: alimentar tu espíritu. Te dejo con esta frase del filósofo francés René Descartes: Vivir sin filosofar, es propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás.