Blog Post

News > Augusto Vera Riveros > Odio mis conflictos con la tecnología…

Odio mis conflictos con la tecnología…

Hace algo más de 20 años que tengo un teléfono celular. Recuerdo que el primero fue uno que, midiendo no más de 12 cm., lo vendían en una caja que fácilmente podía contener un par de zapatos talla 40. Cuando lo obtuve, ya mucha gente contaba con teléfonos móviles, así que la datación con que empieza la nota puede tener un error no significativo. Lo que es significativo es que, desde ese mi primer equipo, ya andaba desconfiando de mis capacidades en materia tecnológica, no obstante la simpleza de aquellos diseños para hoy intratables, que además daban la hora, fecha y una versión de Tetris de la que los niños de 5 años de ahora se burlarían.

Claro, la función básica de los teléfonos celulares era la telefonía que, por su característica, a finales del siglo pasado era todavía una novedad y que a los de mi generación costaba digerir. Lo cierto es que desde esos lejanos artefactos que también servían como arma contundente, yo ya tenía cierta enemistad con la tecnología, porque si bien es cierto que los celulares todavía no eran instrumentos disociadores de la familia, y menos para conversaciones prolongadas, habida cuenta de que el pago por el servicio era, al principio, de ambos dialogantes, el salto de la telefonía convencional por cable a esto que parecía propio de Los Supersónicos, de todas maneras ya dificultaba mi familiaridad con su uso.

El paso del tiempo fue vertiginoso y, con él, los avances de las comunicaciones principalmente, hasta llegar a los teléfonos móviles de hoy, de los que uno no sabe cómo van a reaccionar cada mañana que se los enciende, pues parece que hasta tienen sentimientos o alguna vez están “resentidos”, lo cual ha hecho que mis posibilidades de darles un uso adecuado se esfumen, fruto de una carrera desigual —yo diría desleal— en tanto tratando de aprender a utilizar el modelo que circunstancialmente tengo, sumado a la aparición aún más veloz de nuevas aplicaciones (cuyo significado recién voy comprendiendo) y de cada vez muchas más funciones; cuando más o menos tengo una idea de su manejo, resulta que su obsolescencia ha dado paso a otros dispositivos con los que creo que nunca estaré a la par.

Pero sucede que el avance de la tecnología es tan raudo e imprescindible, que los humanos tenemos que adecuarnos a sus cambios. Creo que los que superamos los cincuenta (yo lo hice hace varios años) no estamos en igualdad de condiciones respecto a los más jóvenes o incluso a los millenials, pero nosotros les sacamos ventaja amplia en cuanto al uso más prudente a la amplísima gama de equipos y aparatos de última generación, o a las redes sociales, que son un mar insondable de contenidos en el que navegar no siempre garantiza provecho para todos, menos si quien lo hace es niño o adolescente. El hecho de que este grupo etario haya convivido desde su primera infancia con el internet y la manipulación de computadoras y celulares, le permite también acceder a cuanta página existe, haciendo abstracción de los peligros que un mal uso implica como los daños psicológicos, morales, físicos y materiales, que en consecuencia pueden sufrir. Téngase en cuenta que en México, alrededor de cuatro millones de niños y adolescentes han sufrido algún tipo de violencia virtual, simplemente porque pueden tener dominio en el manejo de todos los procedimientos digitales, pero carecen de la suficiente experiencia en la vida como para tomar recaudos. Y esto último solo lo da la edad.

Por todo eso, guardo una especie de enfado conmigo mismo: porque no sé dar un apropiado uso a tanta tecnología que el progreso nos pone a disposición, porque me veo limitado a resolver los apuros que frecuentemente tengo para utilizar adecuadamente sus beneficios, y entonces debo acudir a algún joven o niño… Pero también me aflige saber que hay tantos entre ellos que les dan un uso irresponsable e irrestricto a las redes sociales.

Hoy, para los que todavía recordamos nuestras comunicaciones a través de una operadora o vimos televisión en blanco y negro, encargamos algunos mandados al hermanito menor o escuchamos música en los románticos tocadiscos, hay un trecho que los sofisticados celulares, las pantallas full HD, la eficiente Alexa o la aplicación iTunes, infelizmente nuestra edad no nos permitirá correr en simultáneo.  

Augusto Vera Riveros es jurista y escritor

error

Te gusta lo que ves?, suscribete a nuestras redes para mantenerte siempre informado

YouTube
Instagram
WhatsApp
Verificado por MonsterInsights