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Miguel Otero Silva / Poemas

Poema de tu voz

Tu voz puebla de lirios
los barrancos soleados donde silban mis versos de combate.
Tu voz siembra de estrellas y de azul
el cielo pequeñito de mi alma.
Tu voz cae en mi sangre
como una piedra blanca en un lago tranquilo.
En mi pecho amanecen pájaros y campanas
cuando muere el silencio para nacer tu voz.
 
Amo tu voz cuando cantas
y hay un temblor de nidos y de bosques en tu garganta blanca.
Amo tu voz cuando cantas
y te estremece el ritmo de las fuentes que bajan de la montaña.
Amo tu voz cuando cantas
y sacude tu voz la ternura fecunda
de las brisas que transportan el polen en las tardes de primavera.
Amo tu voz cuando estás en silencio
porque el silencio es un sutil presagio de tu voz.
 
Y amo tu voz con un amor intenso como la muerte
cuando ella se deshoja en palabras confusas,
en palabras mojadas de tu aroma y tu sangre,
en menudas palabras que en la sombra me buscan
como niños perdidos,
en palabras quemantes como llamas azules,
en el tibio murmullo que no llega a palabra.
Amo tu voz intensamente en el corazón de la medianoche.
Cuando tu voz se abrasa en la selva incendiada de nuestro amor.

El aire ya no es aire, sino aliento…

El aire ya no es aire, sino aliento;
el agua ya no es agua, sino espejo,
porque el agua es apenas tu reflejo
y ruta de tu voz es sólo el viento.
 
Ya mi verso no es verso, sino acento;
ya mi andar no es andar, sino cortejo,
porque vuelvo hacia ti cuando te dejo
y es sombra de tu luz mi pensamiento.
 
Ya la herida es floral deshojadura
y la muerte es fluencia de ternura
que a ti me liga con perpetuos lazos:
 
tornóse en rosa espléndida la herida
y ya no es muerte, sino dulce vida,
la muerte que me das entre tus brazos.

Anchas sílabas

Que mi pie te despierte, sombra a sombra
he bajado hasta el fondo de la patria.
Hoja a hoja, hasta dar con la raíz
amarga de mi patria.
 
Que mi fe te levante, sima a sima
he salido a la luz de la esperanza.
Hombro a hombro, hasta ver un pueblo en pie
de paz, izando un alba.
 
Que mi voz brille libre, letra a letra
restregué contra el aire las palabras.
Ah, las palabras. Alguien heló
los labios –bajo el sol– de España.

Enterrar y callar

Si han muerto entre centellas fementidas
inmolados por cráteres de acero,
ahogados por un río de caballos,
aplastados por saurios maquinales,
degollados por láminas de forja,
triturados por hélices conscientes,
quemados por un fuego dirigido,
¿enterrar y callar?
 
Si han caído de espaldas en el fango
con un hoyo violeta en la garganta,
si buitres de madera y aluminio
desde el más alto azul les dieron muerte,
si el aire que bebieron sus pulmones
fue un resuello de nube ponzoñosa,
si así murieron sin haber vivido,
¿enterrar y callar?
 
Si las voces de mando los mandaron
deliberadamente hacia el abismo,
si humedeció sus áridos cadáveres
el llanto encubridor de los hisopos,
si su sangre de jóvenes, su sangre
fue tan sólo guarismo de un contrato,
si las brujas cabalgan en sus huesos,
¿enterrar y callar?
 
Enterrar y gritar.

Qué hombre tan rarity

Llegó de etiqueta negra,
montado en caballo blanco,
con una pea de tres filos
y de chivas ataviado.
Abrió su inmensa bucana
de presidente tumbado
y así le gritó a los monjes:
¡tomen Old Parr, que yo pago!
y con antiquary estilo
pagó con un checkers falso.
Qué hombre tan rariry es ese,
me dije con gran cuidado,
le encuentro somenthing special
de embassador anglicano,
y le descubrí el ancestro
de black and white trinitario
al verle los chicharrones
de escocés enrosquetados”.

La poesía

Tú, poesía,
sombra más misteriosa
que la raíz oscura de los añosos árboles,
más del aire escondida
que las venas secretas de los profundos minerales,
lucero más recóndito
que la brasa enclaustrada en los arcones de la tierra.
 
Tú, música tejida
por el arpa inaudible de las constelaciones,
tú, música espigada
al borde de los últimos precipicios azules,
tú, música engendrada
al tam—tam de los pulsos y al cantar de la sangre.
 
Tú, poesía,
nacida para el hombre y su lenguaje,
no gaviota blanquísima sobre un mar sin navíos,
ni hermosa flor erguida sobre la llaga de un desierto.

Biografía

Miguel Otero Silva fue escritor y periodista venezolano, que dejó un gran legado con sus escritos y la creación del diario El Nacional, que entró en circulación el 3 de agosto de 1943. Nació el 26 de octubre de 1908 en Barcelona, estado Anzoátegui; hijo de Henrique Otero Vizcarrondo y Mercedes Silva Pérez. Contrajo matrimonio con María Teresa Castillo –notable promotora cultura, quien fue presidenta del Ateneo de Caracas–, con quien tuvo dos hijos. Miguel Otero Silva fue escritor y periodista venezolano, que dejó un gran legado con sus escritos y la creación del diario El Nacional, que entró en circulación el 3 de agosto de 1943.

Desde muy joven se acerca a las letras y el periodismo, habilidades que le dieron grandes satisfacciones, así como en entablar serias afrentas con artistas, intelectuales y las estructuras del poder político del país, desde su participación en la llamada Generación del 28, cuando un grupo de jóvenes confrontaron la dictadura de Juan Vicente Gómez, y le inspiró su novela Fiebre (1939).

Obras

Fiebre — (1939)
Agua y Cauce — (1937)
Casas muertas — (1955)
Oficina n.º 1 — (1961)
La muerte de Honorio — (1963)
La mar que es morir — (1965)
Poesía hasta 1966 — (1966)
Cuando quiero llorar no lloro — (1970)
Lope de Aguirre, príncipe de la libertad — (1975)
La piedra que era Cristo — (1984)
Elegía coral a Andrés Eloy Blanco — (1955)

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